Francisco, tras el Via Crucis: «Su Cruz era tan pesada como la noche de las personas abandonadas»
Papa Francesco nel suo intervento ha ricordato i malati: «Era una croce pesante come la notte delle persone abbandonate. Tuttavia davanti alla croce di Gesù tocchiamo con mano quanto siamo amati e ci sentiamo figli».
En el Viacrucis del Viernes Santo de este año no estaba previsto que el Papa interviniese al término de las catorce estaciones. Así lo había anunciado el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, aun sin negar la posibilidad de que finalmente Francisco decidiese dirigir unas palabras a los fieles.
Y así lo hizo, con un pequeño mensaje para las más de cuarenta mil personas que abarrotaban el Coliseo. Una asistencia que, como anticiparon las autoridades, triplicó la del año anterior, lo que obligó a cerrar al tráfico los Foros, así como la cercana estación de suburbano.
"Su Cruz era tan pesada como la noche de las personas abandonadas. Ante la Cruz de Jesús palpamos cuánto hemos sido amados, y nos sentimos hijos", dijo Francisco, en consonancia con la especial dedicación del Via Crucis de este año a los marginados. "El mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón", concluyó, antes de recordar a "los enfermos" y "a todas las personas abandonadas bajo el peso de la cruz".
A las 21.25 comenzó el acto, con el Papa situado sobre la muralla del Monte Palatino y una cruz de madera cargada por distintas personas, entre las que se incluyeron drogadictos, mendigos y presos, en consonancia con el carácter fuertemente social que tenían las meditaciones, preparadas por el arzobispo de Campobasso-Boiano, Giancarlo Bregantini (conocido por su lucha en contra de la mafia), bajo el título En el rostro del hombre sufridor está el perfil de Cristo. Pincha aquí para leer el texto completo de las meditaciones.
"Todo el Viacrucis está caracterizado por una duplicidad: el dolor y la esperanza, las lágrimas y quien las seca, la experiencia del drama y la de la valentía", había explicado Bregantini en declaraciones a Radio Vaticana.
Las meditaciones fueron leídas por la célebre actriz italiana de los años 60 y 70 Virna Lisi, quien hizo un ejercicio particularmente brillante de declamación, y por el periodista Orazio Coclite, con la voz de Simona de Santis como guía de la oración.
Texto íntegro de las palabras del Papa tras el Viacrucis 2014
Dios ha puesto en la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros pecados, todas las injusticias perpetradas por Caín contra su hermano, toda la amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad de los prepotentes, toda la arrogancia de los falsos amigos.
Era una cruz pesada, como la noche de las personas abandonadas, pesada como la muerte de las personas queridas, pesada porque resume toda la fealdad del mal.
Y sin embargo es con todo una cruz gloriosa, como el alba de una noche larga, porque representa todo el amor de Dios, que es más grande que nuestras iniquidades y nuestras traiciones.
En la cruz vemos la monstruosidad del hombre cuando se deja guiar por el mal, pero vemos también la inmensidad de la misericordia de Dios, que no nos trata según nuestros pecados, sino según su misericordia.
Ante la cruz de Jesús vemos casi hasta tocar con las manos cuánto somos amados eternamente, ante la cruz nos sentimos hijos y no cosas u objetos, como lo afirmaba San Gregorio Nacianceno, dirigiéndose a Cristo con esta oración: Si no existieras tú, mi Cristo, me sentiría criatura acabada. He nacido y me siento disolver, como duermo descanso y camino, me enfermo y curo, me asaltan sin número los tormentos, gozo del sol y de cuanto fructifica la tierra. Después muero y la carne se convierte en polvo como la de los animales, que no tienen pecados. Pero yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada sino Dios, si no existieras tú, Oh, Cristo mío, me sentiría criatura acabada. Oh, Jesús, guíanos desde la cruz hasta la resurrección, y enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Oh, Cristo, ayúdanos a exclamar nuevamente: ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él. Ayer había muerto con Él, hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él, hoy he resucitado con Él.
Finalmente, todos juntos, recordemos a los enfermos, recordemos a todas las personas abandonadas bajo el peso de la Cruz, para que encuentren en la prueba de la Cruz la fuerza de la esperanza, de la esperanza de la resurrección y del amor de Dios.
Y así lo hizo, con un pequeño mensaje para las más de cuarenta mil personas que abarrotaban el Coliseo. Una asistencia que, como anticiparon las autoridades, triplicó la del año anterior, lo que obligó a cerrar al tráfico los Foros, así como la cercana estación de suburbano.
"Su Cruz era tan pesada como la noche de las personas abandonadas. Ante la Cruz de Jesús palpamos cuánto hemos sido amados, y nos sentimos hijos", dijo Francisco, en consonancia con la especial dedicación del Via Crucis de este año a los marginados. "El mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón", concluyó, antes de recordar a "los enfermos" y "a todas las personas abandonadas bajo el peso de la cruz".
A las 21.25 comenzó el acto, con el Papa situado sobre la muralla del Monte Palatino y una cruz de madera cargada por distintas personas, entre las que se incluyeron drogadictos, mendigos y presos, en consonancia con el carácter fuertemente social que tenían las meditaciones, preparadas por el arzobispo de Campobasso-Boiano, Giancarlo Bregantini (conocido por su lucha en contra de la mafia), bajo el título En el rostro del hombre sufridor está el perfil de Cristo. Pincha aquí para leer el texto completo de las meditaciones.
"Todo el Viacrucis está caracterizado por una duplicidad: el dolor y la esperanza, las lágrimas y quien las seca, la experiencia del drama y la de la valentía", había explicado Bregantini en declaraciones a Radio Vaticana.
Las meditaciones fueron leídas por la célebre actriz italiana de los años 60 y 70 Virna Lisi, quien hizo un ejercicio particularmente brillante de declamación, y por el periodista Orazio Coclite, con la voz de Simona de Santis como guía de la oración.
Texto íntegro de las palabras del Papa tras el Viacrucis 2014
Dios ha puesto en la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros pecados, todas las injusticias perpetradas por Caín contra su hermano, toda la amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad de los prepotentes, toda la arrogancia de los falsos amigos.
Era una cruz pesada, como la noche de las personas abandonadas, pesada como la muerte de las personas queridas, pesada porque resume toda la fealdad del mal.
Y sin embargo es con todo una cruz gloriosa, como el alba de una noche larga, porque representa todo el amor de Dios, que es más grande que nuestras iniquidades y nuestras traiciones.
En la cruz vemos la monstruosidad del hombre cuando se deja guiar por el mal, pero vemos también la inmensidad de la misericordia de Dios, que no nos trata según nuestros pecados, sino según su misericordia.
Ante la cruz de Jesús vemos casi hasta tocar con las manos cuánto somos amados eternamente, ante la cruz nos sentimos hijos y no cosas u objetos, como lo afirmaba San Gregorio Nacianceno, dirigiéndose a Cristo con esta oración: Si no existieras tú, mi Cristo, me sentiría criatura acabada. He nacido y me siento disolver, como duermo descanso y camino, me enfermo y curo, me asaltan sin número los tormentos, gozo del sol y de cuanto fructifica la tierra. Después muero y la carne se convierte en polvo como la de los animales, que no tienen pecados. Pero yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada sino Dios, si no existieras tú, Oh, Cristo mío, me sentiría criatura acabada. Oh, Jesús, guíanos desde la cruz hasta la resurrección, y enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Oh, Cristo, ayúdanos a exclamar nuevamente: ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él. Ayer había muerto con Él, hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él, hoy he resucitado con Él.
Finalmente, todos juntos, recordemos a los enfermos, recordemos a todas las personas abandonadas bajo el peso de la Cruz, para que encuentren en la prueba de la Cruz la fuerza de la esperanza, de la esperanza de la resurrección y del amor de Dios.
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