El enfermo tiene neurofibromatosis
El conmovedor gesto del Papa Francisco con un hombre muy enfermo... lo consoló, abrazó y besó
El Papa Francisco se ha caracterizado durante su aún corto pontificado por hablar de las "periferias" existenciales y por prestar atención a los grandes olvidados de la sociedad. Los ancianos, los inmigrantes, los pobres y los enfermos se han convertido para él no sólo en una prioridad sino en algo en lo que todos los católicos deben mirarse.
Por ello, acudió a Lampedusa antes de que ocurriera el fatídico accidente que dejó cientos de muertes, ha comido con sin techo y los ha visitado en varias ocasiones y ha pedido a todos que no se vea a los vagabundos como algo más del paisaje de la ciudad. Pide que en ellos todos los creyentes vean al mismísimo Jesucristo, con sus llagas y sus heridas.
En la tradicional audiencia de los miércoles, el pontífice ha tenido otro de estos gestos conmovedores. Tras hablar a las decenas de miles de presentes, se acercó a saludar a los peregrinos. Allí había uno muy especial. Un hombre muy enfermo al que muchas personas no se atreverían ni a mirarle a la cara.
Sin embargo, el Papa vio en él al propio Cristo y emulando a San Damián de Molokai, el santo que cuidó y abrazó a los leprosos, Francisco acudió a él y con una gran ternura no sólo le saludó sino que le apretó a su pecho, le consoló y le besó. Un gesto de amor con la naturalidad de un Papa muy sensible. Un gesto que quedará ya para la historia de su pontificado.
El silencio en la Plaza de San Pedro
Pero este no ha sido el único gesto que ha tenido este miércoles el Papa con los enfermos. De hecho, a pesar de los miles de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, el Pontífice ha pedido una oración silenciosa por una niña de 16 meses muy enferma. El silencio ha sido impresionante.
Y es que Francisco ha recibido en la Casa de Santa Marta a la niña Noemí junto su familia. Más tarde, en la audiencia general, el Papa decía: "Ahora quiero pediros un acto de caridad. Tranquilos eh, que no se trata de una colecta. Antes de venir a la Plaza he ido a ver a una niña de un año y medio con una enfermedad gravísima".
"Su madre y su padre rezan y piden al Señor que cure a esta niña: se llama Noemí y sonreía, ¡Pobrecita! Hagamos un acto de amor; no la conocemos pero es una niña bautizada, es una de nosotros, una cristiana. Pidamos que el Señor la ayude en este momento y le de la salud: primero en silencio y después rezaremos el Ave María".
La multitud ha rezado en silencio. "Gracias por este acto de caridad", concluía el Papa, poco antes de dirigirse a consolar a otro enfermo y cuya imagen dará la vuelta al mundo.
Por ello, acudió a Lampedusa antes de que ocurriera el fatídico accidente que dejó cientos de muertes, ha comido con sin techo y los ha visitado en varias ocasiones y ha pedido a todos que no se vea a los vagabundos como algo más del paisaje de la ciudad. Pide que en ellos todos los creyentes vean al mismísimo Jesucristo, con sus llagas y sus heridas.
En la tradicional audiencia de los miércoles, el pontífice ha tenido otro de estos gestos conmovedores. Tras hablar a las decenas de miles de presentes, se acercó a saludar a los peregrinos. Allí había uno muy especial. Un hombre muy enfermo al que muchas personas no se atreverían ni a mirarle a la cara.
Sin embargo, el Papa vio en él al propio Cristo y emulando a San Damián de Molokai, el santo que cuidó y abrazó a los leprosos, Francisco acudió a él y con una gran ternura no sólo le saludó sino que le apretó a su pecho, le consoló y le besó. Un gesto de amor con la naturalidad de un Papa muy sensible. Un gesto que quedará ya para la historia de su pontificado.
El silencio en la Plaza de San Pedro
Pero este no ha sido el único gesto que ha tenido este miércoles el Papa con los enfermos. De hecho, a pesar de los miles de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, el Pontífice ha pedido una oración silenciosa por una niña de 16 meses muy enferma. El silencio ha sido impresionante.
Y es que Francisco ha recibido en la Casa de Santa Marta a la niña Noemí junto su familia. Más tarde, en la audiencia general, el Papa decía: "Ahora quiero pediros un acto de caridad. Tranquilos eh, que no se trata de una colecta. Antes de venir a la Plaza he ido a ver a una niña de un año y medio con una enfermedad gravísima".
"Su madre y su padre rezan y piden al Señor que cure a esta niña: se llama Noemí y sonreía, ¡Pobrecita! Hagamos un acto de amor; no la conocemos pero es una niña bautizada, es una de nosotros, una cristiana. Pidamos que el Señor la ayude en este momento y le de la salud: primero en silencio y después rezaremos el Ave María".
La multitud ha rezado en silencio. "Gracias por este acto de caridad", concluía el Papa, poco antes de dirigirse a consolar a otro enfermo y cuya imagen dará la vuelta al mundo.
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