Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa propone el modelo de María: ella dijo «sí», y desde ese momento su vida se centró en Jesús

Rocío Lancho / Zenit

El Papa Francisco aprovecha el buen tiempo para mezclarse con la gente en las audiencias de los miércoles
El Papa Francisco aprovecha el buen tiempo para mezclarse con la gente en las audiencias de los miércoles

Eran casi las 10 de la mañana del miércoles 23 de octubre cuando el Santo Padre llegó a la plaza de San Pedro subido al papamóvil para la habitual audiencia de los miércoles, que en esta ocasión se centró en la figura de María como modelo para los cristianos. 

Desde primeras horas de la mañana, autobuses de peregrinos se detienen en los alrededores del Vaticano y los peregrinos ocupan los lugares para poder tene un buen sitio e intentar saludar al santo padre.

A pesar de estar a finales del mes de octubre, el tiempo aún acompaña para que las audiencias se puedan seguir celebrando en la calle, sin necesidad de trasladarlas al Aula Pablo VI, donde el aforo es bastante más limitado. Esta mañana, según la agencia italiana ASCA, unas 100.000 personas estaban presentes en la audiencia general.

Color y alegría
A ritmo de tambores y con globos que han daba un toque de color a la plaza, Francisco ha recorrido las improvisadas calles que cada miércoles recorre para saludar a los fieles que venidos de todo el mundo, quieren escuchar su catequesis. Hoy, una reflexión sobre la Virgen María como modelo "de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo.

Durante el recorrido, el obispo de Roma se ha bajado del jeep para saludar. Conversó durante unos minutos con una anciana en silla de ruedas, la acarició, le dio su bendición e incluso con mucha ternura le colocó el sombrero. Un poco más adelante, un joven enfermo, también en silla de ruedas, ha tenido ocasión e intercambiar unas palabras con Francisco.

Durante la catequesis, en varias ocasiones el Santo Padre ha preguntado a los presentes y les animaba con gestos para que respondieran en voz alta y con energía.



Resumen en español
El Santo Padre ha pronunciado estas palabras en español al resumir la catequesis:

»En la catequesis de hoy, y siguiendo el Concilio Vaticano II, quiero reflexionar sobre María como modelo de la ´Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo´. Ella es modelo de la fe, no sólo porque como hebrea esperaba al redentor, y con su sí se adhiere al proyecto de Dios, sino porque desde ese momento de su vida se centra en Jesús.

»Además lo hace desde la cotidianeidad de una mujer humilde que, sin embargo, vive inmersa en el misterio, y su sí, ya perfecto desde el inicio, crece hasta la cruz, en la que su maternidad abraza a todos. Y es modelo de caridad, como vemos en la Visitación, pues ella no sólo ayuda a su prima, sino que le lleva a Cristo, la perfecta alegría que viene del Espíritu y se manifiesta en un amor oblativo.

»Es modelo también de unión con Cristo, sea en su tarea cotidiana, sea en el camino de la cruz, hasta unirse a Él en el martirio de corazón. Y ahora preguntémonos: ¿cómo nos interpela la figura de María?, ¿la vemos lejana?, ¿acudimos a ella en la prueba?, ¿somos capaces, como ella, de amar dándonos totalmente?, ¿nos sentimos unidos a Jesús, según su ejemplo, en una relación constante o sólo nos acordamos de Él en la necesidad?"

»Al finalizar las despedidas en diversos idiomas, el Santo Padre ha seguido saludando, primero a los obispos presentes, con los que ha intercambiado con afectuosos abrazos y algunos han aprovechado para entregarle algún regalo. Después ha bajado la rampa del palco, y ha comenzado acercándose a los enfermos, a las parejas de recién casados y demás personas que se encontraban en las primeras filas.



Texto completo de la audiencia: María madre y modelo de la Iglesia
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuando con la catequesis sobre la Iglesia, hoy me gustaría mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia. Y lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II. Dice la constitución Lumen gentium: "Como enseñaba san Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, la caridad y de la perfecta unión con Cristo» (n. 63).

1. Partamos desde el primer aspecto, María como modelo de fe. ¿En qué sentido María es un modelo para la fe de la Iglesia? Pensemos en quién fue la Virgen María: una joven judía, que esperaba con todo el corazón la redención de su pueblo. Pero en aquel corazón de joven hija de Israel, había un secreto que ella misma aún no lo sabía: en el designio del amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el mensajero de Dios la llama "llena de gracia" y le revela este proyecto. María responde "sí", y desde ese momento la fe de María recibe una nueva luz: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en quien que se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, en ella realmente está reunido todo el camino, la vía de aquel pueblo que esperaba la redención, y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios.

¿Cómo ha vivido María esta fe? La vivió en la sencillez de las miles de ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada madre, en cómo ofrecer los alimentos, la ropa, la atención en el hogar... Esta misma existencia normal de la Virgen fue el terreno donde se desarrolla una relación singular y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su hijo. El "sí" de María, ya perfecto al principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros, nuestra vida, para guiarnos a su Hijo. María siempre ha vivido inmersa en el misterio del Dios hecho hombre, como su primera y perfecta discípula, meditando cada cosa en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios.

Podemos hacernos una pregunta: ¿nos dejamos iluminar por la fe de María, que es Madre nuestra? ¿O la creemos lejana, muy diferente a nosotros? En tiempos de dificultad, de prueba, de oscuridad, la vemos a ella como un modelo de confianza en Dios, que quiere siempre y solamente nuestro bien? Pensemos en ello, ¡tal vez nos hará bien reencontrar a María como modelo y figura de la Iglesia por esta fe que ella tenía!

2 . Llegamos al segundo aspecto: María, modelo de caridad. ¿De qué modo María es para la Iglesia ejemplo viviente del amor? Pensemos en su disponibilidad hacia su prima Isabel. Visitándola, la Virgen María no solo le llevó ayuda material, también eso, pero le llevó a Jesús, quien ya vivía en su vientre. Llevar a Jesús en dicha casa significaba llevar la alegría, la alegría plena. Isabel y Zacarías estaban contentos por el embarazo que parecía imposible a su edad, pero es la joven María la que les lleva el gozo pleno, aquel que viene de Jesús y del Espíritu Santo, y que se expresa en la caridad gratuita, en el compartir, en el ayudarse, en el comprenderse.

Nuestra Señora quiere traernos a todos el gran regalo que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría. Así, la Iglesia es como María, la Iglesia no es un negocio, no es un organismo humanitario, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia tiene que llevar a todos hacia Cristo y su evangelio; no se ofrece a sí misma –así sea pequeña, grande, fuerte o débil- la Iglesia lleva a Jesús y debe ser como María cuando fue a visitar a Isabel. ¿Qué llevaba María? A Jesús. La Iglesia lleva a Jesús: ¡este el centro de la Iglesia, llevar a Jesús! Si hipotéticamente, alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, ¡esta sería una Iglesia muerta! La Iglesia debe llevar la caridad de Jesús, el amor de Jesús, la caridad de Jesús.

Hemos hablado de María, de Jesús. ¿Qué pasa con nosotros? ¿Con nosotros que somos la Iglesia? ¿Cuál es el amor que llevamos a los demás? Es el amor de Jesús que comparte, que perdona, que acompaña, ¿o es un amor aguado, como se alarga al vino que parece agua? ¿Es un amore fuerte, o debil, al punto que busca las simpatías, que quiere una contrapartida, un amor interesado?

Otra pregunta: ¿a Jesús le gusta el amor interesado? No, no le gusta, porque el amor debe ser gratuito, como el suyo. ¿Cómo son las relaciones en nuestras parroquias, en nuestras comunidades? ¿Nos tratamos unos a otros como hermanos y hermanas? ¿O nos juzgamos, hablamos mal de los demás, cuidamos cada uno nuestro "patio trasero"? O nos cuidamos unos a otros? ¡Estas son preguntas de la caridad!

3. Y un último punto brevemente: María, modelo de unión con Cristo. La vida de la Virgen fue la vida de una mujer de su pueblo: María rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga... Pero cada acción se realizaba siempre en perfecta unión con Jesús. Esta unión alcanza su culmen en el Calvario: aquí María se une al Hijo en el martirio del corazón y en la ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. Nuestra Madre ha abrazado el dolor del Hijo y ha aceptado con Él la voluntad del Padre, en aquella obediencia que da fruto, que trae la verdadera victoria sobre el mal y sobre la muerte.

Es hermosa esta realidad que María nos enseña: estar siempre unidos a Jesús. Podemos preguntarnos: ¿Nos acordamos de Jesús sólo cuando algo está mal y tenemos una necesidad? ¿O tenemos una relación constante, una profunda amistad, incluso cuando se trata de seguirlo en el camino de la cruz?
Pidamos al Señor que nos dé su gracia, su fuerza, para que en nuestra vida y en la vida de cada comunidad eclesial se refleje el modelo de María, Madre de la Iglesia. ¡Que así sea!

(Traducido del texto original en italiano por José Antonio Varela V., de Zenit)

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