Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Parolin señala la fuerza -y los límites- de la diplomacia vaticana cuando intenta frenar guerras

Diario Católico

Pietro Parolin es el nuevo número dos del Estado vaticano
Pietro Parolin es el nuevo número dos del Estado vaticano
Carlos Zapata, del periódico venezolano Diario Católico, ha entrevistado al nuevo Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, desde Caracas, donde aún ejerce como Nuncio Apostólico. Los esfuerzos del Vaticano para frenar guerras y conflictos son uno de sus ejes pricipales.

-Llama la atención el movimiento del Papa en el plano diplomático y al convocar una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria. ¿Tenemos con Francisco un nuevo Benedicto XV, a propósito de la tregua lograda durante la I Guerra Mundial?
-No le fue tan bien a Benedicto XV, porque usted sabe que él intentó de todas las maneras detener la guerra y no lo logró. Lamentablemente, Benedicto XV no fue escuchado. Los grandes poderes no le hicieron caso. ‘La guerra es una inútil matanza’, dijo. Esa frase fue muy citada y conocida; pero, de hecho, no logró grandes cosas.

Más bien, fue el presidente (Woodrow) Wilson quien adoptó las propuestas que había hecho el Papa, y fueron los famosos 14 puntos sobre los cuales se estableció el armisticio, primero, después la paz; que fue también una paz inestable, porque al final dio origen a la II Guerra Mundial.

-Pero él buscó la paz, como otros Pontífices…
-Ciertamente. La paz ha sido siempre una de las preocupaciones principales de los Papas. Entonces, ahí tenemos a Benedicto XV.

¡E imagínese, todo lo que hizo el Papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial para acercarnos un poco más y conseguir la paz!

Yo fui testigo directo y doy testimonio de los intentos que hizo Juan Pablo II cuando estalló la Guerra en el Golfo y después la Guerra en Irak. ¡Qué palabras tan fuertes utilizó! ¡Y qué acción diplomática desplegó! Porque allí, además del contacto con las diferentes Cancillerías, mandó a dos emisarios: uno al (presidente de Estados Unidos, George) Bush y otro a Sadam Husein (presidente de Irak) para ver si era posible lograr, digamos, una componenda pacífica; buscar una solución, una vía de salida para todo eso.

Entonces, me parece que el Papa Francisco se pone en esa estela, en esa vía: la de una gran preocupación de la Santa Sede por la paz del mundo.

-¿Es esa la finalidad de la diplomacia?
-Yo diría también que la razón de ser de una diplomacia de la Santa Sede es la búsqueda de la paz. Y si la diplomacia de la Santa Sede tuvo tanto renombre y tanta aceptación en todo el mundo, en el pasado y en el presente, es precisamente porque se pone más allá de los intereses nacionales, que a veces son intereses muy particulares. Ella se pone en esta visión del bien común de la humanidad.

-Y en su opinión, a propósito de lo que menciona de Juan Pablo II y considerando su alianza con Lech Walesa ¿Cuáles son los nuevos muros de Berlín que debería derribar la Iglesia?
-Creo que hoy, obviamente, el muro de Berlín fundamental es lograr hacer la paz en medio de la diversidad que tenemos en un mundo pluripolar.
Ya no están los bloques como antes. Esto es un análisis de geopolítica común… Hay distintos poderes. Han surgido poderes diferentes, con todos los problemas que estos conllevan. Porque nosotros pensábamos en nuestros deseos de paz y de felicidad, que la caída de los muros tradicionales: el muro de Berlín, el del bloque entre países comunistas y Occidente, iba a traer paz y felicidad al mundo. Y no fue así. Se desató todo el problema del terrorismo.

Entonces, yo creo que el muro que se debe derribar es cómo lograr que todas estas diferentes realidades logren acordarse y trabajar juntos para el bien de todos. Poner juntas las diferencias para que no sean divisiones, sino que se vuelvan colaboraciones en pro de toda la humanidad.

-¿Y qué papel juega en este aspecto la Secretaría de Estado del Vaticano?
-La Secretaría de Estado del Vaticano creo que, por supuesto: tiene que reinventar su manera de presencia; porque los escenarios son diferentes: tenemos las grandes actuaciones del cardenal Casaroli en tiempo de los grandes bloques. Todo el tema de la aus politik: pero también todo lo relacionado con la defensa de los Derechos Humanos, el tema de Helsinki; allí la Santa Sede tuvo un papel muy, muy importante. Ahora me parece que las cosas se han complicado un poco.

-Cambia de estilo… ¿También de finalidad?
-No. Lo que quiero decir es que se tiene que reinventar la forma de la presencia, pero el objetivo siempre es el mismo. Y hablando de los grandes desafíos, superando este relativismo ¡que es una plaga! Porque yo lo vería dentro del discurso que le estaba haciendo: de componer las diferencias.

Si no hay un piso común que se puede pisar; es decir, si no hay una verdad objetiva en la que todos nos reconocemos, ya será mucho más difícil buscar puntos comunes. Y este piso común es la dignidad de la persona humana en todas sus dimensiones, donde no se excluye la dimensión trascendente; no es sólo la dimensión personal, la social, la política, la económica, sino también la trascendente, por la cual se reconoce que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, y que Dios es su fuente.

-¿Así lo ve el Santo Padre?
-Ha insistido mucho el Papa Francisco sobre eso: ésta es la fuente más sólida para asegurar el respeto de los Derechos Humanos, el respeto de la dignidad del hombre y de los pueblos en una pacífica convivencia.
Entonces, el problema es también de relativismo… El relativismo es fuente de conflicto. Y para luchar contra el relativismo, así como para alcanzar la paz, ¿podemos esperar con Pietro Parolin una ofensiva diplomática mundial más férrea?

Esta es una pregunta complicada. He visto que la Secretaría de Estado ha sido impulsada por las iniciativas del Papa, quien ha tomado también un movimiento diplomático. Yo sí espero que podamos retomar, porque nosotros tenemos esta gran ventaja respecto a otras iglesias, a otras religiones: el contar con una presencia institucional internacional a través de la diplomacia. Entonces, ¡nosotros tenemos que aprovecharla!

-¿Aprovecharla en qué sentido?
De utilizar estos instrumentos. No dejarlos ahí. Sino utilizarlos bien, como siempre hizo la diplomacia vaticana. Sobre todo en un momento de emergencia. Utilizarlos para conseguir los grandes objetivos del bien de la humanidad. Pero quiero subrayar especialmente que yo estoy a la completa dependencia del Papa.

-¿Esperamos una Iglesia, desde ese punto de vista, más protagónica?
-Sí, en este sentido lo esperamos. Sobre todo: aprovechar mejor estos instrumentos que tenemos. La red de las Nunciaturas, los contactos que tenemos en las organizaciones internacionales…

-Algunos vaticanistas han indicado en las últimas horas que la geopolítica vaticana va a estar ahora más lejos de los titulares (de prensa). ¿Usted lo ve así?
-Usted sabe muy bien que por inclinación personal yo no quisiera la diplomacia de los grandes titulares, pero sí una diplomacia que sea efectiva. Nosotros no buscamos, yo creo, la popularidad. Sinceramente, ninguno de nosotros lo quiere, sino el efecto. Y tenemos que tomar en cuenta lo que dice el Evangelio: que no sepa tu mano izquierda, lo que hace tu mano derecha.

-¿Está monseñor Parolin trabajando directamente, o asesorando –como se ha dicho- este trabajo que se está haciendo para el caso de Siria?
-No, no. Yo no he entrado en posesión. Absolutamente no. Yo tomaré mis funciones el 15 de octubre y hasta entonces ejerceré, Dios mediante, las funciones correspondientes. Además, ya tengo suficiente dolor de cabeza laboral aquí en Venezuela.

Pero, un poco mi idea es que más allá de los detalles y las cosas concretas aprovechemos estos instrumentos que tenemos como Iglesia Católica. Se ha tornado en el transcurso de la historia, y son valiosas herramientas que sirven para ayudar al mundo.

-¿Conoce ya el nombre del Nuncio que tomará cargo en Venezuela?
-Honestamente no. Y tampoco sabemos cuánto tiempo pasará en que se realice un nuevo nombramiento. Lo que sí le puedo comentar es que ya tenemos Encargado de Negocios para el país. Se trata de Rüdiger Feulner.

-¿Qué se lleva de Venezuela?
-Muchos recuerdos entrañables e inolvidables. Quisiera aprovechar para pedirles sus oraciones, porque la fuerza de la oración es poderosa. Lo he experimentado en estos 4 años de presencia en Venezuela. Les digo: conserven la fe, revivan esta fe, y hagan de ella un principio de renovación de la sociedad, que tanto lo necesita.
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