Primer viaje apostólico del Papa Francisco
Con naufragados y secuestrados en Lampedusa, el Papa critica la «globalización de la indiferencia»
El Papa Francisco ya ha realizado el primer viaje apostólico de su Pontificado: a la isla de Lampedusa, más cerca de África que de Italia, llena de inmigrantes y naufragados que llegan huyendo de la pobreza, de las guerras, de la desesperanza. Allí ha celebrado la misa con un báculo y un cáliz hecho con madera de los barcos de inmigrantes llegados a la isla, con los colores de estas embarcaciones, obra del carpintero de Lampedusa Franco Tucci.
El cáliz cumple la norma litúrgica de estar forrado en su interior con material no poroso, de alta calidad (plata, en este caso). En la base del cáliz, un clavo de barco recuerda la Pasión de Cristo y de una multitud de hombres.
En avión, desde base militar
Un avión Falcon 900 de la Fuerza Aérea italiana llevó al Pontífice, que despegó poco antes de las 8 desde el aeropuerto militar de Ciampino. En Lampedusa, le recibieron el arzobispo de Agrigento, Francesco Montenegro, y el alcalde Giusi Nicolini. Como gestos de gran simbolismo, lanzó una ofrenda floral a las aguas en memoria de quienes han perdido su vida en el mar durante la travesía desde África.
El obispo de Agrigento habló por sus feligreses, absolutamente sobrepasados por las olas de inmigrantes: "el pueblo de Lampedusa ha sido testigo noble de acogida en la emergencia, pero ahora es hora de promover políticas adecuadas de justicia y respeto por la vida humana", declamó.
En su homilía, el Papa reconoció el sufrimiento de los inmigrantes, que "antes de llegar a la isla han pasado por los traficantes, por los que explotan la pobreza de otros, aquellos que hacen de la pobreza de otros una fuente de ingresos".
Contra la indiferencia globalizada
El Papa predicó contra la indiferencia, contra quien responde "yo no soy responsable, no tengo nada que hacer, otros lo harán".
Francisco incluso acudió a Lope de Vega, a su "Fuente Ovejuna": ¿quién mató al comendador? todos y nadie, recuerda. Pero en este caso es una forma de no actuar.
"Dios - dijo - le dice a cada uno de nosotros: ¡la sangre de tu hermano clama a mí! Hoy en día nadie se siente responsable de esto, y hemos perdido el sentido de responsabilidad fraterna. El hermano parece medio muerto al lado del camino, tal vez pensamos ´pobre´, y continuamos en nuestro camino, no es nuestro trabajo, y con esto nos sentimos muy bien".
Madres jóvenes que emigraban con bebés, padres que buscaban alimentar a sus hijos... el Papa Francisco buscó dar rostro a los inmigrantes, a los 20.000 que descansan bajo las aguas del Mediterraneo y denunció que en vez de una globalización de la solidaridad se dé "la globalización de la indiferencia".
Francisco tuvo también unas palabras especiales para los inmigrantes musulmanes, que en la noche del 7 julio empiezan el Ramadán: "La Iglesia está cerca de vosotros, en la búsqueda de una vida más digna para vosotros y vuestras familias".
Ante unas 15.000 personas en el campo deportivo de la localidad de Salina, la misa señalaba la presencia de Cristo y del heredero de Pedro allí donde acaba Europa... una frontera de la que la Unión Europea tiende a desentenderse.
También el altar está hecho con madera de barco naufragado o abandonado.
Como símbolo, en el altar, hay cinco panes y dos peces.
Poco antes de la misa, Francisco ha honrado la imagen de la Virgen junto con el arzobispo de Agrigento. Al llegar al campo ha besado, abrazado y acariciado a los niños que le presentan, igual que hace siempre en Roma.
Francisco ha viajado a la frontera de los pobres, pero en este su primer viaje apostólico no faltan las precauciones lógicas: junto a él están los hombres de la Inspección de la Policía del Estado de la Santa Sede y los de la Gendarmería del Vaticano.
Saludó a 50 inmigrantes uno a uno
Nada más llegar al muelle de Favaloro en Lampedusa, el Papa se reunió con un grupo de unos cincuenta inmigrantes ilegales; hace poco que desembarcaron en la isla y se alojan en un centro de recepción. Entre ellos también hay algunos musulmanes. "Gracias por la bienvenida, todos juntos vamos a orar también por los que no están aquí hoy, gracias", les dijo el Pontífice. Los saludó uno a uno.
"Huímos de nuestro país por razones políticas y económicas para llegar a este lugar tranquilo desafiamos diversos obstáculos, fuimos secuestrados por los traficantes, hemos sufrido mucho para llegar a Libia", explicó un muchacho al Papa en un árabe dialectal. "Pedimos a los otros países europeos que nos ayuden".
Texto completo de la homilía del Santo Padre (según Radio Vaticano):
»Inmigrantes muertos en el mar, desde esas barcas que en lugar de ser una vía de esperanza han sido una vía de muerte. Así es el título de los periódicos. Cuando hace algunas semanas he conocido esta noticia, que lamentablemente tantas veces se ha repetido, mi pensamiento ha vuelto a esto continuamente come una espina en el corazón que causa sufrimiento.
»Y entonces he sentido que debía venir aquí hoy a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita, no se repita, por favor.
»Pero antes, quisiera decir una palabra de sincera gratitud y de aliciente a ustedes, habitantes de Lampedusa y Linosa, a las asociaciones, a los voluntarios y a las fuerzas de seguridad, que han mostrado y muestran atención a las personas en su viaje hacia algo mejor. Ustedes son una pequeña realidad, ¡pero ofrecen un ejemplo de solidaridad!
»Gracias también al Arzobispo Mons. Francesco Montenegro, por su ayuda, su trabajo y su cercanía pastoral. Gracias también a la señora Giusy Nicolini, alcaldesa, por lo que hace.
»Dirijo un pensamiento a los queridos inmigrantes musulmanes que están comenzando el ayuno de Ramadán, con el deseo de abundantes frutos espirituales. La Iglesia está cerca de ustedes en la búsqueda de una vida más digna para ustedes y para sus familias. ¡A ustedes “O’ scia’!”
»Esta mañana, a la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado, quisiera proponer algunas palabras que, sobre todo, despierten la conciencia de todos, impulsen a reflexionar y a cambiar concretamente ciertas actitudes.
»“¿Adán, dónde estás?”: es la primera pregunta que Dios dirige al hombre después del pecado. “¿Dónde estás?”. Es un hombre desorientado que ha perdido su lugar en la creación porque cree que puede volverse potente, que puede dominar todo, que puede ser Dios. Y la armonía se rompe, el hombre se equivoca y esto se repite también en la relación con el otro que ya no es el hermano al que hay que amar, sino sencillamente el otro que disturba mi vida, mi bienestar. Y Dios hace la segunda pregunta: “Caín, ¿dónde está tu hermano?”. El sueño de ser poderoso, de ser grande como Dios, es más de ser Dios, lleva a una cadena de equivocaciones que es cadena de muerte, ¡conduce a derramar la sangre del hermano!
»¡Estas dos preguntas de Dios resuenan también hoy, con toda su fuerza! Muchos de nosotros, también yo me incluyo, estamos desorientados, ya no estamos atentos al mundo en que vivimos, no cuidamos, no custodiamos lo que Dios ha creado para todos y ya no somos capaces ni siquiera de custodiarnos unos a otros. Y cuando esta desorientación adquiere las dimensiones del mundo, se llega a las tragedias como a la que hemos asistido.
»“¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Esta no es una pregunta dirigida a los demás, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestros trataban de salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un lugar mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte.
»¡Cuántas veces aquellos que buscan esto no encuentran comprensión, acogida, solidaridad! ¡Y sus voces suben hasta Dios!
Y una vez más a ustedes, habitantes de Lampedusa les agradezco su solidaridad.
»He escuchado recientemente a uno de estos hermanos. Antes de llegar aquí han pasado por las manos de los traficantes. Esos que explotan la pobreza de los demás. Esa gente que hace de la pobreza de los demás su propia fuente de ganancia. ¡Cuánto han sufrido... y algunos no han logrado llegar!
»“¿Dónde está tu hermano?”. ¿Quién es el responsable de esta sangre?
»En la literatura española hay una comedia de Lope de Vega que narra cómo los habitantes de la ciudad de Fuente Ovejuna matan al Gobernador porque es un tirano, y lo hacen de modo que no se sepa quién ha realizado la ejecución. Y cuando el juez del rey pregunta: “¿Quién ha asesinado al Gobernador?”, todos responden: “Fuente Ovejuna, Señor”. ¡Todos y nadie!
»También hoy esta pregunta surge con fuerza: ¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? ¡Nadie! Todos nosotros respondemos así: no soy yo, yo no tengo nada que ver, serán otros, ciertamente no yo. Pero Dios pregunta a cada uno de nosotros: “¿Dónde está la sangre de tu hermano que grita hasta mí?”
»Hoy nadie se siente responsable de esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar, del que habla Jesús en la parábola del Buen Samaritano: miramos al hermano medio muerto en el borde del camino, quizá pensamos “pobrecito”, y continuamos por nuestro camino, no es tarea nuestra; y con esto nos tranquilizamos y nos sentimos bien. La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos vuelve insensibles a los gritos de los demás, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bellas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisorio, que lleva a la indiferencia hacia los demás, es más lleva a la globalización de la indiferencia. En este mundo de la globalización hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos habituado al sufrimiento del otro, no nos concierne, no nos interesa, no es un asunto nuestro!
»Vuelve la figura del Innominado de Manzoni. La globalización de la indiferencia nos hace a todos “innominados”, responsables sin nombre y sin rostro.
»“¿Adán dónde estás?”, “¿dónde está tu hermano?”, son las dos preguntas que Dios hace al inicio de la historia de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro tiempo, también a nosotros.
»Pero yo querría que nos hiciéramos una tercera pregunta: “¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste?”. ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por estas personas que estaban en la barca? ¿Por las jóvenes mamás que llevaban a sus niños? ¿Por estos hombres que deseaban algo para sostener a sus propias familias?
»Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llorar, del “padecer con”: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!
»En el Evangelio hemos escuchado el grito, el llanto, el gran lamento: “Raquel llora a sus hijos… porque ya no están”. Herodes ha sembrado muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto sigue repitiéndose… Pidamos al Señor que borre lo que queda de Herodes también en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra indiferencia, sobre la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que abren el camino a dramas como este. ¿Quién ha llorado? ¿Quién ha llorado? ¿Quién ha llorado hoy en el mundo?”
»Señor, en esta Liturgia, que es una Liturgia de penitencia, pedimos perdón por la indiferencia hacia tantos hermanos y hermanas, te pedimos, Padre, perdón por quien se ha acomodado, se ha encerrado en su propio bienestar que lleva a la anestesia del corazón, te pedimos perdón por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas. ¡Perdón Señor!
»Señor, que escuchemos también hoy tus preguntas: ¿“Adán, dónde estás?”, “¿dónde está la sangre de tu hermano?”
Oración del Papa Francisco a la Virgen María "Estrella del Mar" en Lampedusa
»Estrella del Mar una vez más recurrimos a ti para implorar protección y socorro, Madre de Dios y Madre Nuestra dirige tu mirada dulcísima sobre todos aquellos que cada día enfrentan el peligro del mar, para garantizar a sus propias familias el sustentamiento necesario para la vida, para tutelar el respeto de lo creado y para servir la paz entre los pueblos.
»Protectora de los migrantes y de los itinerantes, asiste con cuidado materno a los hombres, las mujeres y los niños obligados a escaparse de sus propias tierras en busca de un futuro y de esperanza.
»Que el encuentro con nosotros, con nuestros pueblos no se transforme en causa de nuevas y más pesadas esclavitudes y humillaciones.
»Madre de Misericordia, implora perdón por nosotros que nos hemos vuelto ciegos en el egoísmo, apegados en nuestros intereses y prisioneros en nuestros miedos estamos distraídos sobre las necesidades y sufrimiento de nuestros hermanos.
»Refugio de los Pecadores obtén la conversión de los corazones, de quienes generan guerras, odio y pobreza; explotan a los hermanos y su fragilidad, hacen indigno comercio de la vida humana.
»Modelo de Caridad, bendice a los hombres y mujeres de buena voluntad, que acogen y sirven a quienes llegan a esta tierra. El amor recibido y donado sea semilla de nuevos lazos fraternos y aurora de un mundo de paz. Amén".