Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Contra el riesgo de «ensimismarse»

La tibieza «¡hace tanto daño a la Iglesia!», dice el Papa: y lanza un tuit con su reto para mayo

Las homilías de Francisco destacan por su sencillez y rotunidad.
Las homilías de Francisco destacan por su sencillez y rotunidad.

Francisco pide a todos los católicos que recen el Rosario en familia y alerta contra el vicio que nos roba el coraje «de la oración hacia el cielo y de anunciar el Evangelio».

Radio Vaticano / ReL

Todos los cristianos tienen el deber de transmitir la fe con coraje. Fue la exhortación que el Papa Francisco dirigió esta mañana a los fieles presentes en la misa en la capilla de la Casa de Santa Marta. En esta oportunidad el Papa subrayó que Jesús nos invita a tener valor también en la oración y exhortó a los cristianos a no ser “tibios”.

En la Misa -concelebrada con el arzobispo Claudio María Celli, presidente del dicasterio de las Comunicaciones Sociales– tomó parte la Guardia Suiza Pontificia, con su comandante Daniel Rudolf Anrig al frente. Al final de la celebración, el Papa les dirigió un saludo particular: "El de ustedes", dijo, “es un hermoso testimonio de fidelidad a la Iglesia” y de “amor por el Papa”.

Propuesta para mayo
Poco después, Francisco lanzaba un nuevo tuit desde su cuenta @Pontifex_es: "Sería hermoso, en este mes de mayo, recitar juntos, en familia, el Santo Rosario. La oración fortalece la vida familiar".

Y además esa oración previene y cura la tibieza, contra la cual alegó en su homilía diaria.

"¡Hace tanto daño a la Iglesia!"
“Que el Señor nos dé a todos” la “gracia del coraje” y la "perseverancia" en la oración. Fue el deseo del Santo Padre, que centró su homilía de hoy justamente sobre el tema del coraje en el anuncio del Evangelio. Todos nosotros, cristianos, que hemos recibido la fe, dijo, “debemos transmitirla”, “debemos proclamarla con nuestra vida, con nuestra palabra”.

Pero entonces ¿cuál es esta fe fundamental? Es, subrayó el Papa, la “fe en Jesús Resucitado, en Jesús que nos ha perdonado los pecados con su muerte y nos ha reconciliado con el Padre”.

“Y transmitir esto nos pide ser valientes: el coraje del transmitir la fe. Un coraje, algunas veces, simple. Recuerdo -disculpen- una historia personal: cuando era niño mi abuela cada Viernes Santo nos llevaba a la procesión de las Candelas y al final de la procesión llegaba el Cristo yaciente y la abuela nos hacía arrodillarnos y a nosotros niños nos decía: ‘Miren está muerto, pero mañana ¡habrá resucitado!’. La fe entró así: la fe en Cristo muerto y resucitado. En la historia de la Iglesia ha habido tantos, tantos que han querido un poco esfumar esta certeza fuerte y hablan de una resurrección espiritual. No, Cristo ¡está vivo!”.

“Cristo está vivo” y está “también vivo entre nosotros”, repitió el Papa exhortando a los cristianos a tener el valor de anunciar su Resurrección, la Buena Noticia. Pero, recordó, existe otro coraje que Jesús nos pide: “Jesús -por decirlo poco fuertemente- nos desafía a la oración y dice así: ‘Yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Hombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré´… ¡Esto es fuerte! Tengamos el coraje de ir a Jesús y pedirle así: ‘Tú me has dicho esto, ¡hazlo! Haz que la fe avance, haz que la evangelización avance, haz que este problema que tengo se resuelva…’. ¿Tenemos este valor en la oración? ¿O rezamos solo así, como sea, gastando un poco de tiempo en la oración? O aquel coraje, aquella parresia también en la oración…”.

El Papa recordó cómo en la Biblia leemos que Abraham y Moisés tienen el coraje de “negociar con el Señor”. Una valentía “a favor de los demás a favor de la Iglesia” que sirve también hoy: “Cuando la Iglesia pierde el coraje, entra en la Iglesia la atmosfera de tibieza. Los tibios, los cristianos tibios, sin valor… Aquello que hace tanto daño a la Iglesia, porque la tibieza te ensimisma, comienzan los problemas entre nosotros; no tenemos metas, no tenemos coraje, ni el coraje de la oración hacia el cielo y ni siquiera el coraje de anunciar el Evangelio. Somos tibios… Y nosotros tenemos el valor de inmiscuirnos en nuestras pequeñeces, en nuestros celos, en nuestras envidias, en las ganas de hacer carrera, en el avanzar egoístamente… En todas estas cosas, pero esto no hace bien a la Iglesia. ¡La Iglesia debe ser valiente! Todos nosotros debemos ser valientes en la oración, desafiando a Jesús.”
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