La asignatura pendiente es el gobierno de la Iglesia
Los cardenales quieren un Pontífice que sea «un Jesucristo con un máster en dirección de empresas»
Después del triste escándalo del "vatileaks" hay un consenso cada vez más grande entre los cardenales sobre la necesidad de elegir a un Papa con vigor y determinación a la hora de gobernar la Iglesia.
Benedicto XVI ya dejó claro en su renuncia que "para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu".
«Los cardenales quieren a un Jesucristo con un máster en dirección de empresas», así se expresaba, a modo de slogan publicitario, un jesuita americano, buen conocedor del sentir de unos cuantos cardenales.
Un cardenal italiano subrayaba: "Necesitamos un Evangelizador en Jefe".
Parece claro que los colaboradores más cercanos de Benedicto XVI en coordinar los asuntos de Gobierno y moderar la curia vaticana no estuvieron a la altura de lo que se les pedía.
En muchos despachos de la Santa Sede había la impresión de que el Papa marcaba una hoja de ruta meridianamente clara sobre determinados asuntos (la Iglesia en China y su relación con el Gobierno comunista; casos de pederastía; Atrio de los Gentiles y Nueva Evangelización; trabajo de unidad con las iglesias cristianas...), pero no era convenientemente seguido ni en su forma, ni en el fondo, ni al ritmo adecuado por los encargados en ejecutar ese plan trazado.
Una asignatura pendiente...
Modernizar la curia del Vaticano y adecuarla a una organización más eficiente y pequeña es una de las prioridades que tendrá el nuevo Papa en los primeros meses de pontificado. Entre los 115 cardenales electores hay una firme decisión de que un nuevo "vatileaks" no puede volver a ocurrir. El desgaste de imágen pública ha sido grande.
Un Papa que gobierne la Iglesia
Cormac Murphy-O´Connor, arzobispo emérito de Westminster y ex presidente de la Conferencia Episcopal inglesa, decía hace pocos días que el próximo Papa "antes de nada ha de ser un hombre santo, alguien de gran espiritualidad, alguien que encarne el espíritu de los Evangelios. Eso tiene que ser lo primero, sin duda. Pero, en segundo lugar, creo que es importante que sea alguien capaz de gobernar la Iglesia".
Tiene que ser "alguien -señala Murphy-O´Connor- con la capacidad de actuar, de elegir a los colaboradores adecuados, de trabajar en sintonía con ellos, de gobernar la Iglesia".