Martes, 05 de noviembre de 2024

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¿Qué indicaciones ofrece el Papa Benedicto XVI para superar la actual crisis económica?

La solución de la crisis se deja, casi en exclusiva a políticos y economistas, ¿pero tiene algo que aportar el Papa a su resolución?

ReL

Benedicto XVI besa a un niño africano
Benedicto XVI besa a un niño africano

¿Qué indicaciones ofrece el Papa para superar la crisis económica? Esa es la pregunta que han formulado personas de todo el mundo a la plataforma Aleteia.org, dirigida por el español Jesús Colina, fundador y exdirector de Zenit.

Esta es la trabajada respuesta que ofrece Aleteia.org basada en todo el magisterio de Benedicto XVI:
 
Pautas ante la crisis
«Los últimos años están marcados por una crisis económica y financiera mundial de enorme gravedad, que ha sacudido a todas las economías del planeta, tanto ricas como pobres. El Papa Benedicto XVI ha hablado de ello en muchas ocasiones, pero ¿qué es lo que propone en concreto?

»El Papa Benedicto XVI aborda el tema fundamentalmente con la encíclica Caritas in Veritate, y en ella habla de cuatro elementos clave para superar la crisis económica: la necesidad de cambiar las costumbres éticas, un nuevo gobierno de la finanza mundial, la promoción de la justicia social y el desarrollo de los pueblos, y la necesidad de poner a la persona en el centro del desarrollo.

Un mercado que no es ajeno a la ética
»El Papa advierte que el mercado no es un sistema que funciona solo, independientemente de la ética, pues la economía es una actividad humana, y como tal es una actividad moral de la que la persona es responsable.

»Durante el vuelo del Airbus 320 con destino a Madrid del 18 de agosto de 2011, como es su costumbre, el Papa mantuvo un encuentro con los periodistas que le acompañaban en el vuelo, respondiendo sus preguntas. Y una de sus afirmaciones se convirtió en noticia mundial: la economía no puede funcionar al margen de la ética.

La economía no es un sistema autónomo
»En realidad, el Papa no hacía sino plantear las objeciones que la doctrina social de la Iglesia ha mantenido siempre al liberalismo radical y la creencia de que el sistema económico se autorregula, sin necesidad de una intervención ética exterior. (CV, 34)

»El Papa, en línea con el magisterio de sus predecesores, afirma que la economía no es un sistema “autónomo”, sino que como actividad humana, se orienta al bien común, y está sujeta a los principios morales, y concretamente a dos que se complementan entre sí: la justicia y la solidaridad. (CV, 6, 7, 71)



»La justicia, afirma, debe guiar todo el proceso económico, desde la obtención de la materia prima hasta la distribución de la riqueza. Esto incluye aspectos fundamentales como: el deber de justicia hacia la naturaleza en la obtención de los recursos, la justicia laboral hacia el trabajador, la justicia en las relaciones mercantiles, la justicia entre países ricos y pobres, etc.

Bien común y mercado
»Por ejemplo, uno de los puntos en los que el Papa insiste una y otra vez es en la necesidad de volver a revitalizar el tejido sindical, con el fin de “encontrar una nueva síntesis entre bien común y mercado, entre capital y trabajo”, así como de afrontar retos ligados con la globalización, como la deslocalización de las empresas. (CV, 40, 63, 64)

Sostener inversiones a largo plazo
»Otro de los puntos fundamentales para Benedicto XVI es el de la moralidad en las finanzas: en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2009 insistía en que las finanzas deben volver a su misión original, que es la de sostener las inversiones económicas a largo plazo, en lugar de buscar el beneficio inmediato y favorecer la especulación. (CV, 65)

Solidaridad y gratuidad
»Junto a las obligaciones de la justicia, el Papa señala otro elemento necesario, y es el de la solidaridad y el don, es decir, que el sistema económico no contemple solamente los elementos ligados a la transacción económica, sino también aquellos ligados a la solidaridad y la gratuidad, como el trabajo de las “non profit”, las ayudas al desarrollo, etc. Es decir, que el sistema económico no puede obviar aquellas actuaciones que no buscan beneficio, pues el hombre es ante todo un ser llamado al amor, y la familia humana debe basarse fundamentalmente en relaciones de solidaridad: el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria.

Evitar la especulación
»El Papa también propugna una autoridad pública de competencia universal, que implemente una regulación y monitorización de las finanzas con vistas al bien común universal, para evitar fenómenos especulativos como el que ha provocado la crisis.

Crisis provocada por el beneficio a corto plazo
»Benedicto XVI, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2009, intervino por primera vez sobre la crisis financiera que había estallado en el verano anterior, y, sin estigmatizar el papel de las finanzas en la economía, sin embargo señaló que una de las causas de la crisis era el empeño de los agentes financieros en el beneficio a corto plazo.

Apoyar la inversión a largo plazo
»El Papa propone una recuperación de la esencia misma de las finanzas, que surgieron como un medio de “creación de nuevas oportunidades de producción y de trabajo a largo plazo, para “apoyar a largo plazo la posibilidad de invertir y por tanto de promover el desarrollo”, abandonando las “lógicas puramente autorreferenciales” que no tienen en cuenta el bien común. (CV, 57)

Una finanza ética
»La receta para una “finanza ética” correcta capaz de volver a colocar en el centro la dignidad de la persona está contenida en la encíclica Caritas in veritate, en la que el Papa pone el acento sobre todo en el microcrédito y, más en general, en la microfinanza que permite el acceso al crédito también a los pobres que no tienen recursos, dándoles las garantías de sus préstamos, proporcionando así “ayudas concretas para la creación de iniciativas y sectores nuevos a favor de los estratos más débiles de la sociedad, incluso en una fase de posible empobrecimiento de la propia sociedad” (n. 65).

Pide un gobierno mundial para regular las finanzas
»En una carta dirigida al primer ministro británico Gordon Brown con un llamamiento a los líderes del G20 antes de su reunión en Londres en 2009, el Papa señala la pérdida de confianza en los instrumentos financieros y en el sistema económico, y lanza la idea de una governance a nivel mundial dotada de “poder efectivo” y en el respeto de los “principios de la solidaridad y la subsidiariedad”. (CV, 67)

»El 24 de octubre de 2011, pocos días antes del G20 de Cannes (Francia, 2011), el Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, en línea con el magisterio papal, publicó una nota sobre la necesidad de una reforma del sistema financiero internacional, que actualmente carece de reglas generalizadas, compartidas y eficaces.

»Anteriormente, en un documento publicado también por el Consejo Pontificio “Justicia y Paz” de cara a la cumbre de la ONU celebrada en Doha (Qatar) del 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2008, la Santa Sede critica los llamados “paraísos fiscales” o “centros financieros offshore”, culpables tanto de transmitir la crisis como de haber provocado su desarrollo, e indica como cuestiones importantes: “la trazabilidad de los movimientos financieros, el correspondiente rendimiento de cuentas de las operaciones sobre los nuevos instrumentos financieros, y la cuidadosa valoración del riesgo”.

»Una prueba del compromiso de Benedicto XVI en este sentido es la decisión de aplicar a todos los entes de la Santa Sede las normas internacionales contra el fraude y el blanqueo de dinero, instituyendo una Autoridad de Información Financiera (AIF) destinada a vigilar su aplicación, con un motu proprio del 30 de diciembre de 2010.

Desarrollo de los pueblos más desfavorecidos
»Uno de los puntos más urgentes e importantes para la superación de la crisis es la promoción del desarrollo de los pueblos más desfavorecidos, e incluso el Papa propugna la cooperación al desarrollo como un medio para salir de la crisis, al crear empresas y puestos de trabajo.

»Significativamente, la Caritas in Veritate se declara, ya en su preámbulo, heredera de la Populorum progressio de Pablo VI (1967). Aquella encíclica fue la primera en incluir en la doctrina social de la Iglesia los desequilibrios mundiales, entre el Occidente y el tercer mundo, en línea con el Concilio Vaticano II.

»Benedicto XVI retoma los aspectos esenciales: la vocación del hombre a progresar y a mejorar el mundo, la consideración de la humanidad como una familia en la que todos son responsables unos de otros, y la concepción de la justicia social en términos planetarios. La Caritas in Veritate aborda estos temas desde una perspectiva nueva, la globalización. (CV 22)

El desarrollo no puede ser sólo crecimiento económico
»El Papa reafirma que el desarrollo no se puede reducir al simple crecimiento económico, sino que para ser auténtico, debe ser integral, o sea, debe promover a todos los hombres y a todo el hombre: debe ser un desarrollo solidario, en el que ningún pueblo quede atrás.

»Precisamente, la llegada de la globalización pone más en evidencia esta necesidad. La globalización es vista como una gran oportunidad para potenciar el desarrollo de los países pobres, que pueden hacer oír su voz como nunca antes: “dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras”

No al G-20, sí a la ONU
»El Papa insiste por tanto en la necesidad de un concepto universal de la justicia y del bien común, así como de la promoción del principio de solidaridad entre los pueblos, a través de la justicia en las relaciones internacionales. Una de sus propuestas es que los problemas económicos no se traten en círculos reducidos como el G-20, sino en la propia ONU, que debería reformarse para reflejar más claramente este concepto de “familia de las naciones”.

Obstáculos para el desarrollo
»Además, el Papa señala como obstáculo para el desarrollo los proteccionismos económicos occidentales, que bloquean el comercio perjudicando a los más pobres, y ciertas leyes de propiedad intelectual, que impiden compartir la tecnología necesaria para el desarrollo. Es más, de forma novedosa, invita a los países ricos a invertir en el desarrollo de los países pobres, como “un verdadero instrumento de creación de riqueza para todos”.

Gestos de solidaridad
»Naturalmente, apela también a los gestos de solidaridad, mediante las ayudas procedentes del Producto Interior Bruto, o la generosidad y colaboración con los países pobres a la hora de afrontar el fenómeno de la migración. A los consumidores, el Papa les pide también una actitud de “responsabilidad social”, considerando que el acto de comprar “es siempre un acto moral, y no sólo económico”.

»Incluso, en su discurso a la FAO (organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, Roma 16 de noviembre de 2009), el Papa da un paso más y propone que la mejora del sector agrícola de los países en vías de desarrollo “puede llegar a ser también una vía de solución para la actual crisis global”.

»Otro tema en el que el Papa insiste, es el de la explotación de los recursos naturales y el de la lucha contra el cambio climático, que afecta especialmente a los países pobres. De ello habló especialmente en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2009.

»Benedicto XVI defiende un desarrollo humano integral que abarca un progreso material y espiritual, de cada hombre y de los pueblos, con la perspectiva de la vida eterna y, por tanto, de la infinita dignidad de cada ser humano.

»En su encíclica Caritas in veritate afirma, recogiendo el magisterio de sus antecesores, que el desarrollo es una respuesta responsable y libre a una vocación de Dios, por lo que no se basa en una simple deliberación humana, sino que ya está inscrito en un plano que nos precede.

»El Amor y la Verdad son los orientadores que indican qué es el bien y en qué consiste nuestra felicidad, señalando así el camino hacia el verdadero desarrollo. (CV 47-49)

»Según Benedicto XVI, la persona –actuando según su recta conciencia y responsabilidad con el bien común- es la que debe asumir en primer lugar el deber del desarrollo, y no fuerzas automáticas e impersonales, ya provengan de las leyes de mercado o de políticas de carácter internacional.

»En este sentido, advierte contra la ideología tecnocrática que confía todo el proceso del desarrollo sólo a la técnica, dejándolo sin orientación.

»Y se muestra contrario a un desarrollo de los pueblos considerado como un problema de ingeniería financiera, de apertura de mercados, de bajadas de impuestos, de inversiones productivas, de reformas institucionales, en definitiva como una cuestión exclusivamente técnica.

»El Papa advierte que cuando predomina la concepción de la técnica como algo absoluto, se produce una confusión entre los fines y los medios: el empresario considera como único criterio de acción el máximo beneficio en la producción; el político, la consolidación del poder; el científico, el resultado de sus descubrimientos.

»Bajo esa red de relaciones económicas, financieras y políticas persisten frecuentemente incomprensiones, malestar e injusticia. Mientras los pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano, lamenta el Papa. (CV27)

»En la actualidad, considera Benedicto XVI, el problema del desarrollo está estrechamente unido al progreso tecnológico y a sus aplicaciones deslumbrantes en el campo biológico.

»El Papa advierte en este sentido que cuando el único criterio de verdad es la eficiencia y la utilidad, se niega automáticamente el desarrollo. La centralidad de la persona conlleva la necesidad de respetar la vida. Para Benedicto XVI, la apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo.

»Sobre esta cuestión, alerta contra el control demográfico, la difusión de la anticoncepción, del aborto y de la eutanasia y las legislaciones contrarias a la vida que han contribuido a difundir una mentalidad antinatalista. (CV 28, 43, 44)

»En múltiples discursos a líderes políticos y religiosos, el Papa destaca,entre las condiciones necesarias para un desarrollo integral, el respeto al derecho primario a la vida de todo ser humano y la defensa de su dignidad, la libertad religiosa, el acceso universal al agua y a la alimentación, la búsqueda del objetivo prioritario del acceso al trabajo, una mayor protección del medio ambiente y el aumento de las ayudas para el desarrollo.

»También sugiere algunas medidas concretas que favorecen el desarrollo como el acceso a la prestación sanitaria, la gestión adecuada de los imponentes flujos migratorios, unos poderes públicos capaces de afrontar los desafíos del mundo actual, el respeto a los derechos de los trabajadores y los derechos fundamentales del hombre, una interacción entre los distintos ámbitos del saber humano (animados por el amor y acompañados de acción) y la solidaridad en las tradicionales formas del Estado social.

Mirar las cosas desde otro punto de vista
»En conclusión, ni Benedicto XVI ni la Iglesia son economistas ni tienen un programa económico o respuestas técnicas a la crisis económica. Como explica el Papa en el libro-entrevista “Luz del mundo”, con el escritor alemán Peter Seewald, la Iglesia “no da respuestas a todos los problemas. Quiere ser un paso adelante para mirar las cosas desde otro punto de vista, que no sea solamente el de la factibilidad y del éxito, sino desde el punto de vista según el cual existe una normatividad del amor por el prójimo que se orienta a la voluntad de Dios y no solamente a nuestros deseos. En este sentido, deberían darse impulsos para que realmente tenga lugar una transformación de las conciencias».

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