Sigue la polémica
El cardenal Sodano sobre los "vatileaks": «La óptica de ciertos medios está falseada»
El decano del colegio cardenalicio habla con "L´Osservatore Romano" sobre las tensiones en la Curia.
Fue uno de los protagonistas durante los últimos tres lustros del Pontificado de Juan Pablo II y acompañó, como “brazo derecho”, a Benedicto XVI durante su primer año y medio de Pontífice.
El cardenal Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, interviene por primera vez sobre el caso de los “vatileaks” y sobre las tensiones dentro de la Curia romana. Lo hace con una entrevista a “L’Osservatore Romano”, el periódico que dirige Gian Maria Vian.
«La prensa tiene, ciertamente, la misión de informar a la opinión pública sobre la Santa Sede», afirma Sodano, indicando su satisfacción por la cobertura mediática de la visita de Benedicto XVI a Milán. «Sin embargo, un juicio diferente surge espontáneamente –añade el decano de los purpurados– cuando de la información se pasa a la deformación de las noticias. En realidad, frente a los fenómenos negativos existe la tentación de encuadrarlos en una óptica falseada que puede ofuscar la belleza del conjunto».
El cardenal, después de haber recordado que «según las últimas estadísticas, prestan su servicio en la Curia 2.843 personas y 2.001 en el Gobernatorado», añade: «por experiencia personal, puedo asegurar que, en general, existe el compromiso para construir una verdadera comunidad de trabajo, al servicio del Papa. Obviamente, en una comunidad tan numerosa, alguno puede faltar a sus deberes. ¡Sólo los ángeles y los santos del Paraíso son impecables!». Una referencia evidente a los sucesos de las últimas semanas y al papel del ayudante de cámara acusado de haber robado cartas reservadas del escritorio del Papa.
Con respecto a las tensiones y divisiones entre los cardenales de la Curia, Sodano (que es considerado por muchos como uno de los que se oponen al Secretario de Estado, Tarcisio Bertone), minimiza. Sobre su sucesor, el decano sice: «Estoy feliz de colaborar, en lo que puedo todavía, con el cardenal Tarcisio Bertone, a quien me ligan una antigua familiaridad y un común espíritu de servicio al Romano Pontífice».
Y en cuanto a las luchas de poder dentro de los muros vaticanos, aclara: «la insinuación de maniobras varias me maravilla, porque una diversidad de opinión no significa división. Cuántas veces no habré votado en reuniones de cardenales, sin sorprenderme de que un hermano votara a favor y otro en contra. Éramos amigos y seguíamos siéndolo. Al final, a la luz de los diferentes votos, el Santo Padre podía decidir libremente, con todos los elementos de juicio que se le ofrecían».
«Lo mismo sucede –añade el ex Secretario de Estado– incluso en los consistorios, a los que están invitados todos los purpurados del mundo. Como es sabido, hoy los cardenales son 209. Y lo mismo sucede en las reuniones de los que se ocupan de los dicasterios de Curia o de los que residen en Roma: en total, aquí somos 75. Entonces, es bien comprensible que entre personalidades diferentes, diferentes por nacionalidad, por cultura, por sensibilidad social, existan juicios diferentes sobre los diferentes métodos de trabajo». Sodano, al final, invita a considerar que las discusiones internas pertenecen a la historia de la Iglesia desde sus orígenes. «¿Quién no recuerda que ya desde el inicio de la Iglesia había discusiones?».
El cardenal Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, interviene por primera vez sobre el caso de los “vatileaks” y sobre las tensiones dentro de la Curia romana. Lo hace con una entrevista a “L’Osservatore Romano”, el periódico que dirige Gian Maria Vian.
«La prensa tiene, ciertamente, la misión de informar a la opinión pública sobre la Santa Sede», afirma Sodano, indicando su satisfacción por la cobertura mediática de la visita de Benedicto XVI a Milán. «Sin embargo, un juicio diferente surge espontáneamente –añade el decano de los purpurados– cuando de la información se pasa a la deformación de las noticias. En realidad, frente a los fenómenos negativos existe la tentación de encuadrarlos en una óptica falseada que puede ofuscar la belleza del conjunto».
El cardenal, después de haber recordado que «según las últimas estadísticas, prestan su servicio en la Curia 2.843 personas y 2.001 en el Gobernatorado», añade: «por experiencia personal, puedo asegurar que, en general, existe el compromiso para construir una verdadera comunidad de trabajo, al servicio del Papa. Obviamente, en una comunidad tan numerosa, alguno puede faltar a sus deberes. ¡Sólo los ángeles y los santos del Paraíso son impecables!». Una referencia evidente a los sucesos de las últimas semanas y al papel del ayudante de cámara acusado de haber robado cartas reservadas del escritorio del Papa.
Con respecto a las tensiones y divisiones entre los cardenales de la Curia, Sodano (que es considerado por muchos como uno de los que se oponen al Secretario de Estado, Tarcisio Bertone), minimiza. Sobre su sucesor, el decano sice: «Estoy feliz de colaborar, en lo que puedo todavía, con el cardenal Tarcisio Bertone, a quien me ligan una antigua familiaridad y un común espíritu de servicio al Romano Pontífice».
Y en cuanto a las luchas de poder dentro de los muros vaticanos, aclara: «la insinuación de maniobras varias me maravilla, porque una diversidad de opinión no significa división. Cuántas veces no habré votado en reuniones de cardenales, sin sorprenderme de que un hermano votara a favor y otro en contra. Éramos amigos y seguíamos siéndolo. Al final, a la luz de los diferentes votos, el Santo Padre podía decidir libremente, con todos los elementos de juicio que se le ofrecían».
«Lo mismo sucede –añade el ex Secretario de Estado– incluso en los consistorios, a los que están invitados todos los purpurados del mundo. Como es sabido, hoy los cardenales son 209. Y lo mismo sucede en las reuniones de los que se ocupan de los dicasterios de Curia o de los que residen en Roma: en total, aquí somos 75. Entonces, es bien comprensible que entre personalidades diferentes, diferentes por nacionalidad, por cultura, por sensibilidad social, existan juicios diferentes sobre los diferentes métodos de trabajo». Sodano, al final, invita a considerar que las discusiones internas pertenecen a la historia de la Iglesia desde sus orígenes. «¿Quién no recuerda que ya desde el inicio de la Iglesia había discusiones?».
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