¿Por qué su aparente indiferencia?
El Papa explica en el Angelus una de las actitudes más desconcertantes de Jesús
Además deseó en castellano «abundantes frutos de vida cristiana» para la inminente JMJ y su viaje apostólico a España.
Según cuenta el Evangelio de San Mateo (15, 21-28), cuando Jesús se retiró hacia Tiro y Sidón, se encontró con una cananea, que le pidió misericordia para su hija, que se encontraba endemoniada.
Por tres veces, Él la ignora. Primero, con el silencio. Luego, con dos frases de rechazo incluso cuando los apóstoles le piden que acceda al ruego de la mujer: "No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel", dice primero; "No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros", contesta después.
Al final, la insistencia de esa madre angustiada consigue su objetivo: "Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas".
Esta desconcertante actitud de Jesús, siempre pronto a la misericordia, ha ocupado la predicación de Benedicto XVI en el Ángelus de este domingo en Castelgandolfo. Y lo ha explicado, primero, recurriendo al comentario de San Agustín: "Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no para rechazar la misericordia, sino para inflamar su deseo", esto es, para probar su fe, como haría en otras ocasiones y recogen los Evangelios.
Pero además, sostiene el Papa, había un mensaje para nosotros: "La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con Él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y es en última instancia un don de Dios, que se nos revela no como una cosa abstracta sin rostro y sin nombre, sino que la fe responde a una Persona que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer toda nuestra vida".
El Papa animó a todos los católicos a ser como la cananea: "Alimentemos pues cada día nuestra fe, con la escucha profunda de la Palabra de Dios, con la celebración de los Sacramentos, con la oración personal como grito hacia Él y con la caridad hacia el prójimo".
Entre los fieles de habla española estaban cubanos, presididos por el cardenal Jaime Ortega, que iban a realizar la primera visita de fieles de aquel país, víctima de una persecución anticatólica de medio siglo, a los sepulcros de los Santos Apóstoles.