Presidente del IOR
El «banquero del Papa», ahora investigado, aporta una novedosa explicación sobre la crisis
Ettore Gotti Tedeschi tiene todo el apoyo del Vaticano en su gestión, justo cuando sale un libro suyo que deja muchas cosas claras.
La instrucción sumarial que afecta al IOR (Instituto para las Obras de Religión), el llamado «banco vaticano», no ha mermado la confianza del Papa en su presidente, Ettore Gotti Tedeschi, de 65 años, prestigioso experto en finanzas y profesor universitario.
Sólo lleva un año en el cargo y la divisa de su actuación está siendo la transparencia y la adecuación de la operativa de la entidad a los protocolos de control sobre el dinero negro. De hecho, la investigación afecta a movimientos de cuentas abiertas antes de su nombramiento. Como señala el vaticanista Sandro Magister, «se sabe que con Gotti Tedeschi como presidente se han cerrado muchas cuentas de dudosa transparencia, y muchas otras han sido regularizadas».
Este caso judicial referido a una de ellas ha amargado al presidente del IOR la salida en Italia de un libro suyo con Rino Camilleri, Dinero y paraíso. Los católicos y la economía global, donde, entre otras cosas, hace consideraciones muy interesantes sobre los orígenes de la crisis financiera que sacude al mundo desde 2007.
En concreto, explica por qué «la enorme expansión crediticia y el mal uso de los instrumentos financieros han sido efecto, y no causa» de dicha crisis: «Los orígenes de los actuales desequilibrios económicos debe buscarse en otro sitio, en la pérdida del respeto a la vida humana».
La razón es la caída de la natalidad en los países occidentales. En efecto, «si la población de un país rico y caro deja de crecer, disminuye consecuente y progresivamente el acceso de los jóvenes a la fase de productividad; y, por el contrario, aumenta el número de las personas que salen de la actividad productiva y se convierten en un coste para la colectividad... Aumentan entonces los costes fijos, y no pudiéndose reducir los impustos, disminuye el ahorro y, por tanto, la actividad financiera.»
Las alternativas son entonces aumentar la productividad con más horas de trabajo o deslocalizar los costes de producción. Pero lo primero no se quiere hacer, y lo segundo no da más de sí, por lo cual hay que recurrir a un último remedio: el endeudamiento. «O mejor dicho, el consumo a crédito, que conduce a los excesos que ya conocemos», concluye.
Gotti Tedeschi llama también la atención sobre el proceso inverso que han vivido hasta ahora las economías emergentes, con su progresiva expansión. Por ejemplo, «África está en vías de colonización por parte de los chinos», que pueden aportar trabajo y bienestar, pero el presidente del IOR se pregunta «qué visión de la dignidad del hombre llevarán estos nuevos colonizadores a aquellas poblaciones». «Ciertamente, no la católica», concluye. Y recuerda que el mensaje central de la encíclica Caritas in Veritate -en cuya redacción se dijo que ha participado- es que los «instrumentos» (como la economía, la ciencia o la técnica) «no pueden y no deben reivindicar autonomía moral», so pena de producir en el hombre «un daño irreparable».
La «negación de la vida», por ejemplo, apunta, con estas consecuencias imprevistas sobre el sistema financiero mundial.
Sólo lleva un año en el cargo y la divisa de su actuación está siendo la transparencia y la adecuación de la operativa de la entidad a los protocolos de control sobre el dinero negro. De hecho, la investigación afecta a movimientos de cuentas abiertas antes de su nombramiento. Como señala el vaticanista Sandro Magister, «se sabe que con Gotti Tedeschi como presidente se han cerrado muchas cuentas de dudosa transparencia, y muchas otras han sido regularizadas».
Este caso judicial referido a una de ellas ha amargado al presidente del IOR la salida en Italia de un libro suyo con Rino Camilleri, Dinero y paraíso. Los católicos y la economía global, donde, entre otras cosas, hace consideraciones muy interesantes sobre los orígenes de la crisis financiera que sacude al mundo desde 2007.
En concreto, explica por qué «la enorme expansión crediticia y el mal uso de los instrumentos financieros han sido efecto, y no causa» de dicha crisis: «Los orígenes de los actuales desequilibrios económicos debe buscarse en otro sitio, en la pérdida del respeto a la vida humana».
La razón es la caída de la natalidad en los países occidentales. En efecto, «si la población de un país rico y caro deja de crecer, disminuye consecuente y progresivamente el acceso de los jóvenes a la fase de productividad; y, por el contrario, aumenta el número de las personas que salen de la actividad productiva y se convierten en un coste para la colectividad... Aumentan entonces los costes fijos, y no pudiéndose reducir los impustos, disminuye el ahorro y, por tanto, la actividad financiera.»
Las alternativas son entonces aumentar la productividad con más horas de trabajo o deslocalizar los costes de producción. Pero lo primero no se quiere hacer, y lo segundo no da más de sí, por lo cual hay que recurrir a un último remedio: el endeudamiento. «O mejor dicho, el consumo a crédito, que conduce a los excesos que ya conocemos», concluye.
Gotti Tedeschi llama también la atención sobre el proceso inverso que han vivido hasta ahora las economías emergentes, con su progresiva expansión. Por ejemplo, «África está en vías de colonización por parte de los chinos», que pueden aportar trabajo y bienestar, pero el presidente del IOR se pregunta «qué visión de la dignidad del hombre llevarán estos nuevos colonizadores a aquellas poblaciones». «Ciertamente, no la católica», concluye. Y recuerda que el mensaje central de la encíclica Caritas in Veritate -en cuya redacción se dijo que ha participado- es que los «instrumentos» (como la economía, la ciencia o la técnica) «no pueden y no deben reivindicar autonomía moral», so pena de producir en el hombre «un daño irreparable».
La «negación de la vida», por ejemplo, apunta, con estas consecuencias imprevistas sobre el sistema financiero mundial.
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