Anne-Dauphine Julliand ha sentido la voz de Jesús: «Yo te sigo amando»
Perdió a dos hijas de corta edad, pero no la paz interior que le da la fe: «El amor gana al dolor»
Anne-Dauphine Julliand, periodista parisina nacida en 1973, ha tenido cuatro hijos, dos chicos y dos chicas, pero las dos niñas murieron. Una no llegó a cumplir los cuatro años: una devastadora enfermedad acabó con la niña. Su vida fue corta pero hermosa... una vida que se convirtió en la luz que necesitaba Anne para enseñar al mundo lo que son el amor y la felicidad.
Fue así: un día vio que la pequeña Thäis cojeaba y la llevó al médico sin esperar que fuera nada grave. Sin embargo, le diagnosticaron leucodistrofia metacromática, una feroz enfermedad degenerativa, causada por la ausencia de unas moléculas imprescindibles para el funcionamiento del sistema nervioso.
Decidió hacerle a su “princesita” una promesa que, por supuesto, cumplió: "Vas a tener una vida bonita. No será como la de las demás niñas, pero será una vida de la que podrás sentirte orgullosa. Y en la que nunca te faltará amor".
Tras la muerte de la pequeña en 2007, Anne escribió Llenaré tus días de vida, un libro que se convirtió en un bestseller en Francia rápidamente, consiguiendo los premios Parole de patients y Pèlerin du témoignage.
Luego publicó en 2015 un segundo título, Un día especial, donde parte del hecho de que Thäis nació el 29 de febrero, una fecha que solo se repite cada cuatro años. Por eso Anne se regala un paréntesis de cuatro años, libre de trabajo y obligaciones porque quiere vivir plenamente ese día especial. Su hija cumpliría ocho años y nota cómo el pasado se mezcla con el presente y cada gesto, cada palabra adquieren un color único.
Además, la escritora cuenta su vida familiar con su marido, sus dos hijos y su otra hija Azylis, de ocho años, que tuvo la misma enfermedad que Thäis y que en la época en la que escribió el libro ya no podía hablar, ni caminar, ni comer sola. No era una vida como la de los demás, sino una maravillosa historia de amor y una lección de lucha constante, hasta que también Azylis falleció.
Anne-Dauphine estuvo en España en octubre de 2013 para participar en el congreso Lo que de verdad importa. En Valencia habló ante 1300 jóvenes sobrecogidos.
También lo hizo en Madrid, en Barcelona... El periodista Paco Cerdá la entrevistó en el Faro de Vigo.
Una decisión: sonreír
Admite que "al principio no pensé que fuera posible ser feliz en esta situación. Pero luego, al ver a mis hijos que sonreían, vi que era posible. Ellos viven el presente. Yo aprendí de ellos".
Frente al dolor, el amor
Ante el misterio del dolor, Anne tiene una propuesta: "Hay que evitar sentir el dolor como un fracaso. Un drama nunca es un fracaso en la vida. Es una prueba, una montaña que hemos de subir. Y la mejor forma de superar el dolor es amar. El amor es lo que te permite curar la herida. A mí, este Amor con mayúscula me viene del Cielo. Yo soy católica y me ha ayudado mucho mi fe. Creer en Dios no me evita el sufrimiento, pero es como una lámpara que me permite ver el camino de la montaña. Tengo que subirla y la senda no es más fácil, pero me permite verla de otro modo".Por eso, cuando le preguntan qué es lo que de verdad importa en la vida, responde sin dudarlo: "El amor. Y compartirlo todo. Si lo guardas para ti mismo, nada vale la pena. Por eso yo cuento mi experiencia".
Enferma, pero feliz
Esta madre animosa describía así la realidad de su hija Azylis, que ya caminaba hacia la muerte (que tendría lugar en 2017) cuando le hicieron esta entrevista: "Físicamente, Azylis está muy mal: no habla, no anda, apenas mueve los brazos, ve poco y no puede comer sola. Pero estaría mintiendo si me quedara ahí. Porque esa no es mi hija. Azylis es una niña feliz."No importa el por qué, importa el cómo"
Hay preguntas que no son edificantes en estas situaciones, una vez tienes ya la base de la fe y la superación. "A veces, al ver a una niña caminar por la calle, me surge la pregunta del porqué. Pero enseguida la aparto. Porque sé que no he de perder tiempo en ello. Esa pregunta conduce a buscar culpables o a sentirte víctima. Eso solo hace daño. No me importa el porqué. Me importa el cómo: cómo subir la montaña".Aprender en el dolor