San Agobard de Lyon, obispo.
Política, acción social y Evangelio.
San Agobard de Lyon, obispo. 6 de junio.
Nació alrededor de 769 y fue originario de alguna región franca. Aunque el inefable Tamayo Salazar fantasea con que nació en España, de donde huyó a Francia durante las incursiones de los sarracenos. Fue secretario y obispo auxiliar, con derecho a sucesión, del arzobispo de Lyon. Cuando este falleció, reinando Luis I "el Pío". Una de las primeras cuestiones que enfrentó Agobard fue la del obispo Félix de Urgell, que había sido desterrado por San Carlomagno (28 de enero y 29 de diciembre, traslación de las reliquias) por su cercanía a la herejía nestoriana. Félix se refugió en Lyon, donde le condenaron los Sínodos de Narbona, en 781, y Ratisbona, en 792. Igualmente, en Frankfurt y Aquisgrán, 794 y 799, respectivamente, se le condenó, pero Félix continuó en sus declaraciones a pesar de la sabia reconvención de nuestro santo, que le veía frecuentemente. En 818 moriría Félix sin renunciar a sus errores teológicos.
Fue Agobard implacable con la cuestión judía. Escribió su "Insolens Judaeorum", repleto de denuncias, no todas exactas, sobre la cuestión de los judíos, su preponderancia en los reinos francos y el peligro de su acercamiento al poder, la economía y la religión. Normalmente les presenta como una amenaza a la unidad política y religiosa del imperio franco que ya comenzaba a perfilarse. Denuncia como trabajan en domingo, venden carne en cuaresma, prestan con usura, vendían esclavos cristianos a los moros en España, incluso niños. Además sobre este asunto escribió numerosas cartas a prelados, príncipes y abades, entre estos a su amigo San Adelhard de Corbie (2 de enero). Y estas denuncias le valieron persecución por parte de los judíos, que protestaron ante el rey Luis. Este, para evitarse problemas con los influyentes judíos, decretó que Agobard debía dejar de denunciar a los judíos. Este, pensando que era imposible que el rey defendiera a los judíos, pensó que la carta era falsa y no la acató. Los judíos se rebelaron contra el obispo quemando algunas iglesias y matando a algunos cristianos. Y Luis solo atinó a sugerir a Abogard que dimitiera de su sede, para que la paz llegara a Lyon; incluso llegó a escribir a algunos prelados para que le convencieran, entre ellos a San Wala (31 de agosto), hermano de Adelhard. Y Luis, aunque no logró la deposición, tampoco removió sus privilegios a los judíos.
Agobard también tuvo que hacer frente los magos paganos que aún quedaban en su sede, que asustaban al pueblo con toda clase de presagios y profecías. Anunciaban que habría castigos, plagas terremotos si no se sacrificaba a los dioses protectores. Cualquier enfermedad, mal o guerra era para ellos un signo de maldición. Agobard, por su parte, predicaba la paz de Cristo, su misericordia y que los males venían por la mano del hombre pecador. Se oponía a las guerras, buscando la justicia y el imperio de la ley frente a la injusticia de los hombres, aunque fueran poderosos. Por ello sobre 830 fue desterrado luego que el imperio se dividiera entre los tres hijos de Luis, trayendo las conocidas peleas, traiciones y bajezas entre ellos. Agobard y su coadjutor San Barnard (23 de enero) tuvieron que huir a Vienne por culpa de Thierry III. El pueblo de Lyon se sublevó y el santo pudo volver a su sede. En adelante trabajó por el Evangelio en paz, hasta el 6 de junio de 840, cuando voló al cielo.
A 6 de junio además se celebra a
San Felipe el Diácono.
San Iarfhlaith de Tuam, eremita y obispo.