Puede dejar a sus seguidores en manos de líderes sin escrúpulos y desorientados espiritualmente
«Access Consciousness», inquietante técnica de manipulación mental y estafa económica de la New Age
Cada vez se difunde más en los países iberoamericanos una nueva técnica de crecimiento personal llamada Access Consciousness, a través de los conocidos como “cursos de barras”. Lo que parece una simple terapia que mejora la propia vida esconde una propuesta mágica de la Nueva Era con raíces en la Cienciología y con el fin de descubrir la divinidad del hombre al margen de Dios, tal y como explicó Luis Santamaría en la web Portaluz.
Recientemente, el diario argentino La Nación publicó un reportaje sobre algo llamado “Access Consciousness” o también “Access Bars”. Tratándose de un tema desconocido para la mayor parte de la población, queda claro que el propósito del artículo es propagandístico, ya que no sólo atrae el título a los lectores –“¿Cómo es la terapia ‘superadora’ del mindfulness?”–, sino que se habla del invento como “la disciplina más novedosa dentro del amplísimo abanico de las terapias alternativas relacionadas con el bienestar”.
¿Terapia para incautos?
Estamos hablando de una pseudoterapia que podemos incluir en el conglomerado de la Nueva Era (New Age). Como explica el reportaje de La Nación, “básicamente se trata de presionar 32 puntos en la cabeza para permitir que la energía fluya por todo el cuerpo”. Encontramos, pues, un término fundamental en el esoterismo contemporáneo: “energía”. Lo mismo que en otras muchas propuestas pseudoterapéuticas, que mezclan hábilmente cuestiones físicas, mentales y espirituales.
Porque, como afirma sin tapujos en el artículo una coach y facilitadora de Access Bars, “todos tenemos pensamientos y emociones que nos condicionan y si no se liberan no te permiten avanzar”.
Las sesiones consisten, entonces, en ejercer presión sobre esos puntos de la cabeza para equilibrarlos y liberarlos, de forma que se crean “barras energéticas que permiten hacer fluir la energía”. Un discurso que recuerda mucho a otras técnicas de la Nueva Era como el alineado de chakras, la presión sobre puntos energéticos en la acupuntura o la sanación propia del reiki.
Un problema añadido, y que confunde mucho más a la gente, es que algunas personas que practican Access Bars son profesionales –del campo de la salud mental, sobre todo–, y los que se acercan a ellos se fían de su capacitación académica y técnica.
Por ejemplo, en el reportaje argentino una psicóloga asegura que al presionar las zonas apropiadas de la cabeza “te das cuenta que estás en el punto porque al posar la yema ahí la energía fluye”. Un discurso convincente para muchos incautos.
Además de las sesiones “prácticas” –por ejemplo, el reportaje de La Nación indica como apropiadas un mínimo de ocho sesiones de 60 a 90 minutos de duración cada una, con el importante desembolso económico que significa–, hay cursos teóricos de Access Consciousness, clases intensivas y hasta un entrenamiento avanzado para los que deseen profundizar y dedicarse a ello. Como siempre, con un ascenso a través de grados: Barras, Fundamentos, Nivel 1, Nivel 2, Nivel 3 y ESB (Síntesis Energética del Ser). Todo esto, en más de 40 países.
Access Consciousness, `un discurso convincente para muchos incautos´.
Pretenden “resetear la mente”
Los practicantes de Access Bars no sólo intentan validarla como terapia alternativa o complementaria a los tratamientos médicos convencionales –algo que, por sí mismo, ya constituye un riesgo importante para la salud personal–, sino que dan un paso más al considerar la influencia de su técnica sobre el mundo interior del individuo que se somete a ella. La facilitadora entrevistada por La Nación asegura que “el access bars descondiciona la mente y ayuda a crear una realidad distinta”. Más aún, señala que: “Al activarse la barra, es como si se reseteara la mente”.
Por lo tanto, encontramos un recurso muy atractivo para las personas que tengan un perfil claro de líder sectario, de manera que pueden influir de forma muy sutil sobre sus adeptos a través de una técnica que tiene el objetivo de cambiar la realidad de la persona haciéndole ver que no es ella misma, que debe liberarse de patrones y creencias limitantes.
Con la excusa de la liberación, acaba separándose a la víctima de su familia y su forma de vivir para inculcarle una nueva cosmovisión, sin que haya sido consciente de este cambio y sin que haya dado un consentimiento libre y expreso.
Esto no es una posibilidad teórica, sino una realidad. Diversos ex adeptos han contado lo que han vivido en los cursos de Access Consciousness.
En 2017, Jane contaba a RT: “La gente cree que es libre, pero mentalmente no lo es”, ya que “no es como cualquier otra ‘secta’, sino control mental, mucho control mental, muy ‘Haz como te digo aunque no te lo diga’”. De forma que al final “estás atrapado y tienes miedo de decir cualquier cosa que se vea como un juicio de Access”.
Gary M. Douglas, ideólogo de la disciplina Access Bars.
¿Cuál es el origen?
En todos estos temas es fundamental saber quién está detrás, quién inventó la técnica y desde qué presupuestos teóricos y prácticos. En este caso, Access Bars fue creada por Gary M. Douglas, a quien La Nación define como “un gurú norteamericano de la transformación personal”. Esto es como no haber dicho nada, ya que son miles los personajes que se mueven en este campo en todo el mundo, y en muchas ocasiones no son nada recomendables.
La publicidad de los cursos de Access Consciousness presenta un relato bonito de cómo Douglas “hace más de veinte años llegó a un punto en su vida donde trataba de darle sentido y hacía lo que se suponía que le traería felicidad. Sabía que había más en la vida de lo que veía, entonces comenzó a hacerle preguntas al universo”. Así fue como descubrió su método en torno a la “energía”.
Sin embargo, las biografías oficiales del gurú no explican la clave principal: Gary Douglas fue miembro de la Iglesia de Cienciología (Scientology), el Movimiento del Potencial Humano por excelencia. De ella tomó varios elementos doctrinales, que mezcló posteriormente con lo que “aprendió” en sus experiencias de “canalización”, cuando a través de su cuerpo se habrían manifestado, según su propio testimonio, Rasputin y otros personajes, extraterrestres incluidos.
Por eso no debe extrañar que en las enseñanzas más internas de este grupo se llegue a explicar que los que practican Access Consciousness no son realmente seres humanos, sino “humanoides” que escogieron desde otra realidad tanto el momento de su concepción como quiénes serían sus padres humanos, y vuelven una y otra vez a la Tierra hasta que llegan a la plena comprensión de “la grandeza de la encarnación”.
`Tú eres una energía de Ser que nunca antes se ha visto. Ahora es el tiempo de Serlo´, incita Dain Heer.
¿Y cuál es su fin?
Hemos visto antes cómo la finalidad de esta técnica es cambiar la propia vida, con una supuesta liberación de todo lo que a la persona no le deja ser ella misma. Sin embargo, los planteamientos de Access Consciousness son más radicales en lo que ofrecen a sus potenciales clientes, ya que la liberación a lograr no se trata de una idea difusa, sino de una meta concreta. En efecto: “El trayecto a SER el Ser Infinito que en verdad eres”, como se puede leer en un folleto informativo de Dain Heer, uno de sus referentes mundiales.
En uno de sus libros (Siendo Tú, Cambiando el Mundo), Heer se dirige así al lector: “Todo lo que tú pensaste que eras tú, no es suficiente. Tú eres mucho más grandioso que cualquier cosa que tú pudieras pensar. Tú eres una energía de Ser que nunca antes se ha visto. Ahora es el tiempo de Serlo, de encarnarlo e incorporarlo, recibir las posibilidades que van más allá de esta realidad”.
Con un discurso que ensalza el empoderamiento y la autorrealización –tan de moda hoy en el ámbito de la autoayuda y la psicología positiva–, se está deslizando un método del potencial humano: toda persona tiene capacidades infinitas sin explotar, y esta técnica en concreto es capaz de desplegar esas potencialidades, llegando a una divinización del hombre.
Aplicando Access Bars, según la publicidad de sus cursos, descubres “que tú sabes, que tú eres el creador de tu vida y tu vivir”, y del conocimiento puedes pasar a la capacidad de transformar la realidad: “En esta clase, él (Dain Heer) te da acceso a herramientas reales, pragmáticas y dinámicas, a la consciencia energética para crear la vida que tú en verdad quieres tener y el mundo en el que en verdad tú quieres vivir”.
Un anzuelo muy apetecible… pero irreal. El ser humano no es creador de la realidad, ni puede transformar mágicamente las cosas que le rodean. Porque de eso estamos hablando: de una técnica que promete acabar por arte de magia con todo lo negativo que esté viviendo una persona, solucionando sus problemas y abriéndolo a una nueva realidad deseada. Pero la realidad no es así y no funciona con magia.
La trampa de la auto divinización
La terapia Access Consciousness se aprovecha del anhelo de todo hombre de un mundo mejor y del deseo de bienestar personal… pero también de la búsqueda de trascendencia. Atención a esto que puede leerse en su publicidad: “¿Estás siempre preguntando por más, y buscando ese ‘algo’ que todos sabemos es posible?”. Lo que podría identificarse con la búsqueda de Dios. Pero el paso siguiente no es el de encontrarse con Él, sino el de identificarse con lo divino: “¿Y si ese ‘algo’ eres tú? ¿Y si Tú, Siendo Tú, es todo lo que se necesita para cambiarlo todo: Tu vida, la de todos a tu alrededor, y al mundo?”.
Una vez más, nos encontramos ante un Movimiento del Potencial Humano que no sólo puede victimizar a quienes caigan en sus redes haciéndolos clientes de una estafa económica, sino que los puede convertir en esclavos de un grupo o de un líder sin escrúpulos –algo cada vez más frecuente en la galaxia New Age– y, desde el punto de vista espiritual, alejarlos del encuentro con Dios y del compromiso con los demás, dejándolos más vulnerables a un pensamiento esotérico y mágico en el que es más fácil la acción devastadora del demonio.
(Publicado originariamente en ReL el 30 de agosto de 2020, a partir del artículo de Portaluz).