Limburgo, la diócesis de Bätzing, presume de que «ha dejado atrás» la moral sexual del Catecismo
"Nuestra imagen del hombre y de la sexualidad humana, tal como se formula en el catecismo y la moral sexual católica, ha quedado superada" ("überkommen", sobrepasada, dejada atrás), declara Susanne Gorges-Braunwarth en la web de la diócesis alemana de Limburgo.
Es una trabajadora de la diócesis, una funcionaria pagada por la diócesis para decir precisamente eso, que el catecismo y la moral sexual católica ya no valen allí.
Desde octubre de 2021, a Susanne Gorges-Braunwarth y Holger Dörnemann se les paga un sueldo diocesano por un trabajo peculiar: "funcionarios LGBTI en la diócesis", "responsables de la cuestión de la pastoral lesbiana, gay, bisexual, transgénero e intersexual".
Y no predican la castidad ni lo que enseña el catecismo: predican que el catecismo está equivocado, que los actos homosexuales no están desordenados de ninguna manera y deben ser celebrados. Y esto es así porque lo dicen ellos, citando unos etéreos "desarrollos y hallazgos de las ciencias humanas".
Así se expresan en la web de la diócesis, en un largo artículo que celebra un año ya de activismo de ideología LGTB sin tapujo ninguno en esta diócesis. Y no es una diócesis cualquiera (600.000 católicos, 416 sacerdotes, 116 parroquias tras una reestructuración). Es, desde 2016, la diócesis del presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, impulsor de todo tipo de reformas contra las enseñanzas habituales del catolicismo.
Un año del lobby LGTB "OutInChurch"
El 24 de enero de 2022, hace un año, se produjo una gran operación de activismo LGTB en la Iglesia alemana, que por su peculiar "impuesto eclesiástico" es la más rica del mundo, cuenta con numerosísimos funcionarios laicos bien pagados, con sindicatos y sistemas laborales complejos y un poderoso lobby de activistas LGTB asalariados en oficinas diocesanas protegidos por la legislación laboral y sus propios espacios sindicales. La iniciativa y lobby "OutInChurch" reclamaba el cambio de la moral sexual católica, que la Iglesia aceptase en su lugar algo muy distinto: la ideología queer y el activismo LGTB.
En esas fechas, la diócesis de Limburgo anunció que tomaría "medidas para promover el reconocimiento de las personas queer en la Iglesia Católica". Pasado un año, la web diocesana detalla con orgullo lo que se ha hecho.
Desde octubre de 2021, Susanne Gorges-Braunwarth y Holger Dörnemann cobran un sueldo por crear "una red de pastores sensibles" a la ideología LGTB y queer, que deben ser "personas de contacto locales en las parroquias". Se entiende que no dan ningún espacio a los apostolados que predican la amistad casta o explorar el potencial heterosexual de una persona con atracción por el mismo sexo.
Liturgia sensible a lo gay y grupo de empleados queer
La diócesis de Limburgo, en alianza con la de Mainz (Maguncia, con el obispo Peter Kohlgraf al frente desde 2017), ofrecen un curso online LGBTIQ con el Instituto Teológico-Pastoral de Mainz, ofreciendo "lenguaje amigable", "oraciones" y "liturgia sensible a los homosexuales".
Gorges-Braunwarth y Dörnemann también han creado un grupo de apoyo con "personas de la comunidad queer, incluidos empleados de la diócesis".
Los activistas LGTB diocesanos están satisfechos de que "las banderas del arcoíris en las torres de las iglesias, que todavía se discutían hace un año y medio, ahora se dan por sentados". O eso dicen ellos desde su despacho diocesano. Y "los temas queer ahora los tratan directamente muchos oradores especializados".
El 22 de noviembre la Asociación de Diócesis Alemanas (VDD) aprobó una nueva versión de la ley laboral eclesial que proclama que "cualquier estilo de vida, cualquier identidad sexual ahora es posible, incluso deseable, y se valora la diversidad". Limburgo introdujo este texto al empezar el año. "Este es un cambio cultural en el derecho laboral eclesiástico que no hubiera creído posible hace un año", se asombra Dörnemann.