Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Un gancho consciente al «lado perverso de la audiencia»

Desnudas ante la cámara: las denuncias contra James Franco destapan el acoso que Hollywood silencia

Kate Winslet ante Leonardo DiCaprio, en una de las escenas más célebres de Titanic (1997), de James Cameron.
Kate Winslet ante Leonardo DiCaprio, en una de las escenas más célebres de Titanic (1997), de James Cameron.

ReL

El escándalo desatado en torno al magnate cinematográfico Harvey Weinstein y, posteriormente, otros productores y actores (e incluso actrices, por complicidad), dejó al descubierto la doble moral de infinidad de rostros característicos y militantes del establishment de Hollywood, pilares del Partido Demócrata y respaldo en 2016 a la candidatura presidencial de Hillary Clinton. Había que dar la vuelta a un escándalo que minaba su credibilidad como adalides de las causas políticamente correctas, y han conseguido convertirlo en una causa contra el machismo y el patriarcado. En ReL recogimos una contundente crítica a ese engaño, y ahora Kevin Clark, novelista y director de Seton Magazine, plantea una perspectiva interesante sobre la naturaleza del problema en Crisis Magazine:

Si James Franco estaba en tus quinielas como el próximo magnate de Hollywood acusado de acoso sexual... ¡has ganado!

Cinco mujeres, en distintas entrevistas en Los Angeles Times, han acusado a Franco de "comportamiento inapropiado o explotación sexual". Sobre las acusaciones, Franco ha declarado en el Stephen Colbert Show: "Las cosas que he oído en Twitter no son exactas. Pero apoyo totalmente a la gente que es clara y que es capaz de hacer oír su voz, porque durante mucho tiempo no se la ha oído. Por lo que no quiero en absoluto silenciarlas de ninguna manera. Pienso que es algo positivo e importante". Es decir, Franco, como la mayoría de los hombres que han sido acusados, por una parte niega los cargos y por la otra elogia, al mismo tiempo, a las actrices que lo han denunciado exponiendo falsedades que dañan su reputación.


James Franco se explica ante Stephen Colbert en su programa de la CBS.

A primera vista esto parece una historia que ya hemos visto una y otra vez. Pero si se observan los detalles, se puede comprobar que estas acusaciones son bastante distintas. Las actrices implicadas no están acusando principalmente a Franco de acosarlas en despachos o habitaciones de hotel. Le están acusando de explotarlas sexualmente en clases de actuación o en los platós. Se quejan de actividades que están real o potencialmente relacionadas con el trabajo.

Ahora bien, quejarse de acoso sexual por algo inherente al trabajo es bastante estúpido. Parece ser un hecho que si una mujer quiere ser actriz en Hollywood, se le pedirán escenas de desnudo. De hecho, uno se podría preguntar si una aspirante a actriz es realmente seria en su deseo de ser actriz si no hace escenas de desnudo.

Pero no son sólo actrices novatas, que empiezan su carrera en este mundillo, las que deben quitarse la ropa porque lo exige su personaje. Actrices famosas también deben hacerlo. En la transmisión de los Oscar de 2013, el presentador Seth McFarlane cantó una canción titulada We saw your boobs [Te vimos las tetas] mientras señalaba (y avergonzaba públicamente) a muchas de las mujeres presentes en la sala, que habían aparecido con el pecho al descubierto en sus películas.


El 24 de febrero de 2013, en la gala de entrega de los Oscar, el presentador Seth McFarlane generó una gran polémica al citar nominalmente en la canción a grandes estrellas del cine que han aparecido desnudas en alguno de sus films.

La condición de salir desnudo o de interpretar escenas sexuales se exige más a las actrices que a los actores. Según un informe de 2016 publicado por la Universidad Mount St. Mary, en Los Angeles, "los papeles femeninos siguen estando más sexualizados que los masculinos. En las 100 películas más taquilleras de 2014, las mujeres salen total o parcialmente desnudas tres veces más que los hombres (26% y 9%, respectivamente)".

Podemos afirmar que la situación para las actrices ha empeorado en estos últimos años, sobre todo debido al hecho de que cada vez son más las series que se emiten por internet o suscripción por cable (como HBO) y menos por televisión. Según el servicio de filtración de películas Vidangel, el índice de desnudez de las mujeres respecto al de los hombres en la popular serie Juego de Tronos es de 6 a 1. Un rápido vistazo a las series originales emitidas por Amazon y Netflix revela que muchas de ellas (probablemente la mayoría) están clasificadas TV-MA [no aptas para menores de 17 años]. A veces esta clasificación se debe sólo al lenguaje, pero muchas veces se refiere también a escenas de sexo y desnudo. En el pasado, Las chicas de oro [The Golden Girls] hablaban constantemente de sexo, pero al menos Betty White no se quitaba la blusa. Hoy en día todo ha cambiado.


Las chicas de oro, serie de la NBC (19851992) donde el sexo y la procacidad eran habituales en las conversaciones entre las cuatro mujeres que compartían vivienda. De izquierda a derecha, Betty White (Rose), Bea Arthur (Dorothy), Rue McClanahan (Blanche) y Estelle Getty (Sophia, madre de Dorothy).

Parece ser que ahora la regla para los directores es: si puedes hacerlo, entonces debes hacerlo. Es instructivo comparar las temporadas anteriores de la serie Full House [Padres forzosos o Tres por tres] con la nueva Fuller House, emitida por Netflix. Full House, emitida de 1987 a 1995, solía ser apta para toda la familia. A veces los personajes femeninos llevaban ropa cuestionable, pero poco, o nada, era verdaderamente inaceptable.


Full house reflejaba las tribulaciones de un padre viudo que pedía ayuda a su mejor amigo y a su cuñado para criar a sus tres hijas.

La nueva Fuller House [secuela de la anterior que empezó a emitirse en 2016] es un caos verdaderamente inaceptable. Mientras en la antigua serie se podía ver ocasionalmente un vestido ajustado, en la nueva se ven atuendos ceñidos y escotados como si de una liquidación de Victoria's Secret se tratara.

En el actual ambiente de Hollywood, ¿realmente una actriz puede sorprenderse de que James Franco le pida una escena de desnudo? ¿Puede cualquier aspirante a actriz asombrarse por que las escenas de sexo formasen parte del programa de las clases impartidas por James Franco, tituladas "Escenas de sexo", en las que, según Los Angeles Times, "enseñaba a los alumnos el arte de mantener relaciones íntimas ante las cámaras"? No, las peticiones de explotación sexual no podían ser algo totalmente inesperado.

Pero el hecho que las mujeres pudiesen razonablemente esperar que serían explotadas sexualmente no hace que sea aceptable. Y que las actrices en Hollywood tengan que aceptar aparecer desnudas ante la cámara no hace que sea menos equivocado. No hay nada en la interpretación que la obligue a ser una profesión inherentemente sexualizada, como tampoco lo es el trabajo de secretaria o de conductor de camiones. El vínculo actual entre la interpretación y el sexo lo ha creado la gente que dirige Hollywood. Y no sólo los tipos a lo Harvey Weinstein, sino todos sus directivos.

El video de Vidangel mencionado antes incluye el audio de un director al que un ejecutivo le dice que el proyecto en el que está trabajando incluye un desnudo total frontal. El director y su interlocutor se ríen con ello, pero esto implica que hay que decirle a un actriz que si quiere el papel, tiene que quitarse la ropa.


A partir del minuto 0:42, se escucha la conversación que, entre risas, decide incorporar una escena de desnudo frontal en Juego de tronos: "Represento el lado perverso de la audiencia, ¿ok? Todos los demás están en la parte seria, yo represento el lado perverso de la audiencia y quiero un desnudo frontal completo en esta escena, así que adelante y hazlo".

El problema no es que Seth McFarlane cante una canción en los Oscars que degrade a muchas mujeres famosas. El problema es la misma industria, que fuerza a estas mujeres a hacer escenas de desnudo para poder trabajar.

El problema en Hollywood no es lo que Harvey Weinstein hizo en las habitaciones de hotel. Es lo que la gente que trabaja para Harvey Weinstein hizo en los platós. El problema no es una conspiración oculta: el problema está a la vista de todos.

Lo que se hace en Hollywood no se queda en Hollywood, sino que afecta a todo el país, a todo el mundo. Si con un anuncio de treinta o sesenta segundos se puede convencer a la gente de comprar cualquier producto, está claro que se puede convencer a esta misma gente a ver el mundo de una manera distorsionada, hipersexualizada cuando esto es lo que ven entre los anuncios de coches.

Hollywood no sólo ha acosado a las actrices. Ha acosado sexualmente al mundo.

Los ejecutivos de Hollywood que están tuiteando #MeToo y #TimesUp deberían estar tuiteando: #ImTheProblem [Yo soy el problema].

Traducción de Helena Faccia Serrano.
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