La crisis antropológica queda patente, dice un filósofo, al ver animalistas o veganos proabortistas
El conocido filósofo italiano, Luigi Alici, profesor de la Universidad de Macerata, presidente de Acción Católica italiana entre 2005 y 2008, ha denunciado en una entrevista las consecuencias que está produciendo la transformación antropológica de la sociedad.
De este modo, en una entrevista en La Fede Quotidiana, Alici afirma que “el problema real y grande y yo diría que el mal de nuestro, por un lado es la prevalencia de los derechos sobre los deberes, y por otro, la ruptura o al menos el desequilibro en la relación entre naturaleza y cultura”.
El relegar al hombre detrás de los animales
A la hora de explicar este punto, el filósofo moral italiano considera “un error pensar que el hombre es sólo cultura, como se afirma en alguna parte. Esta actitud se desliza fácilmente en el relativismo, conduce a la negación de la verdad en un sentido objetivo y conduce al exceso opuesto: el nihilismo”.
Sin embargo, apunta a otro “error” muy “insidioso”. Se trata del “modelo biocéntrico o naturalista”, y señala a “la ética de los ecologistas, vegetarianos o veganos y aquellos que exageran con los derechos de los animales” donde existe un “riesgo de extremismo”.
Los desequilibrios de la crisis antropológica
Para explicar esta postura, Luigi Alici asegura no tener nada en contra de animalistas, veganos o ecologistas pero, sin embargo, “su absoluto respeto por el medio ambiente y los animales me parece muy singular como una forma de proteger la vida, pero luego muy a menudo se declaran a favor del aborto, los vientres de alquiler y prácticas similares. Terminan colocando al animal en lugar del hombre y lo consideran aún más importante”.
A su juicio, “la crisis antropológica conduce a estos desequilibrios”.
El filósofo italiano explica que esta crisis antropológica que afecta a la sociedad “tiene graves efectos generalizados y el problema es que a menudo ni siquiera nos damos cuenta y no somos conscientes de ello”.
La importancia de tener las ideas claras
De este modo, considera que es necesario, incluso como creyentes, tener las ideas claras” ante un momento de gran “transformación” del mundo.
En este punto, es necesario una postura muy clara frene al aborto, la eutanasia o los vientres de alquiler, pues “tales prácticas son incompatibles con la moral cristiana y deben denunciarse con coraje”. Aunque cree que no basta con manifestarse en contra de ellas sino que se debe dar una batalla para mostrar a sus defensores el mal que producen al hombre.
El crecimiento del movimiento animalista
Al final todo esto está relacionado. Así lo afirmaba el naturalista Álex Lachhein en una entrevista con La Contra TV. Explicando la creciente influencia, al menos en los medios, del animalismo, habla del principio básico es que “los animales tienen derechos”. Y puso como ejemplo a Peter Singer, filósofo utilitarista y referente del movimiento animalista, al que “tienen en un altar” pese a que “hace apología de hasta la eugenesia”. De hecho, una de sus citas más conocidas es que “no parece muy sensato aumentar el consumo futuro de recursos limitados permitiendo que aumente el número de niños con deficiencias”.
Aclarando esta cuestión, este naturaliza explica a La Contra TV que “los animales no tienen derechos porque no pueden tener obligaciones”. Para que esto pueda ser entendidos por todos afirma que “los derechos son una cosa de la sociedad humana y creada por humanos. Tú no puedes decir a un león que no puede comerse a una cebra ni que vaya a decirle esto a sus leoncitos”.
Para Lachhein la base de todo el problema viene en cómo el “marxismo cultural” ha ido poco a poco calando en los distintos estratos de la sociedad. De hecho, relata que el ecologismo político llegó a España proveniente de la entonces República Democrática Alemana (RDA) a través de la Stasi, que “empieza a socavar los cimientos de nuestra civilización”.
La estrategia para este naturalista está clara. Los ideólogos marxistas al ver que el comunismo económico estaba fracasando en muchos países apostó entonces por “derruir los cimientos”, y desde abajo “ir imponiendo el marxismo cultural, que es sinónimo de lo políticamente correcto”.