Habla de la dignidad del niño, de sus futuros traumas, de la madre y contra el aborto
Sánchez Dragó se rebela contra los vientres de alquiler y critica la hipocresía de la clase política
El escritor Fernando Sánchez Dragó, excéntrico y polémico, es ante todo enemigo de la corrección política y no se le puede englobar en categorias clásicas. No es ni conservador ni progresista. Es él mismo. Y entre sus luchas está su fuerte oposición a la ideología de género pero sobre todo al aborto y a los vientres de alquiler.
Sobre la "gestación subrogada" habla en su último artículo en El Mundo donde evidencia la hipocresía de la clase política que se opone a los vientres de alquiler pero apoya de manera furibunda el aborto. Pero también denuncia a los políticos que apoyan que se utilice un útero ajeno para "fabricar" un bebé para otros. A continuación, y por su interés reproducimos íntegro el artículo de Sánchez Dragó que no gustará a los defensores de la corrección política:
¿Gestación subrogada?
Deberíamos llamarla de otro modo, pero valga el pudibundo eufemismo inventado por la corrección política. Alquilar un vientre es algo similar a lo que hacen las putas, aunque mucho más íntimo, más personal, más condicionante y, en consecuencia, también debería ser más degradante a los ojos de los puritanos que en nombre de la hipocresía y de la interpretación torticera de los derechos humanos demonizan no sólo la prostitución mafiosa, sino también la ejercida a título individual.
Pero volvamos a esos vientres de todo a cien que tanto preocupan a los políticos y que se están convirtiendo en enésima piedra de la perenne discordia reinante entre ellos. ¿Quiénes están a favor de que se cosifique el útero de la mujer (Monedero dixit en EL MUNDO) como un contenedor de mercancías o una especie de «zona azul de aparcamiento» (Anna Grau en El Español) con parquímetros de tarifa variable? Pues los mismos, grosso modo, que defienden el derecho a perpetrar el crimen más abyecto de la historia -el aborto. ¿A qué otra atrocidad bendecida por las leyes podría referirme?- y claman, a la vez, contra la prostitución, sacrosanto ejercicio del derecho a hacer con tu cuerpo lo que te venga en gana y profesión (o, a veces, vocación) imposible de erradicar. Seguro que las cromañonas y las neandertalas ya se prostituían, pero no con el propósito de convertirse en sucedáneos de madres contratadas para mitigar la frustración o satisfacer el antojo de quienes no pueden o no quieren concebir hijos.
Las criaturas así nacidas tendrán padre, pero serán huérfanas de madre y antes o después, en la infancia o en la adolescencia, acusarán el trauma. Vayan al diccionario... Subrogación: poner a una persona o cosa en lugar de otra. Sucedáneo: imitación de peor calidad que el original. Si lo uno y lo otro no atentan a la dignidad del hijo y, si me apuran, también a la de esa descastada madre biológica capaz de arrendar su seno por unas monedas, que me lo expliquen, entre otros, Cristina Cifuentes, Esperanza Aguirre, Albert Rivera, Núñez Feijóo y Javier Maroto.
Me cuesta trabajo creer que gentes tan honorables como las citadas -dicho sea sin ironía- avalen la legitimidad moral de un método de procreación análogo, por lo que a la ética de la libertad y la igualdad de sexos se refiere, a las monstruosas (por discriminatorias e ideologizadas) leyes de violencia de género de un solo carril vigentes ya en varias Comunidades.
Sobre la "gestación subrogada" habla en su último artículo en El Mundo donde evidencia la hipocresía de la clase política que se opone a los vientres de alquiler pero apoya de manera furibunda el aborto. Pero también denuncia a los políticos que apoyan que se utilice un útero ajeno para "fabricar" un bebé para otros. A continuación, y por su interés reproducimos íntegro el artículo de Sánchez Dragó que no gustará a los defensores de la corrección política:
¿Gestación subrogada?
Deberíamos llamarla de otro modo, pero valga el pudibundo eufemismo inventado por la corrección política. Alquilar un vientre es algo similar a lo que hacen las putas, aunque mucho más íntimo, más personal, más condicionante y, en consecuencia, también debería ser más degradante a los ojos de los puritanos que en nombre de la hipocresía y de la interpretación torticera de los derechos humanos demonizan no sólo la prostitución mafiosa, sino también la ejercida a título individual.
Pero volvamos a esos vientres de todo a cien que tanto preocupan a los políticos y que se están convirtiendo en enésima piedra de la perenne discordia reinante entre ellos. ¿Quiénes están a favor de que se cosifique el útero de la mujer (Monedero dixit en EL MUNDO) como un contenedor de mercancías o una especie de «zona azul de aparcamiento» (Anna Grau en El Español) con parquímetros de tarifa variable? Pues los mismos, grosso modo, que defienden el derecho a perpetrar el crimen más abyecto de la historia -el aborto. ¿A qué otra atrocidad bendecida por las leyes podría referirme?- y claman, a la vez, contra la prostitución, sacrosanto ejercicio del derecho a hacer con tu cuerpo lo que te venga en gana y profesión (o, a veces, vocación) imposible de erradicar. Seguro que las cromañonas y las neandertalas ya se prostituían, pero no con el propósito de convertirse en sucedáneos de madres contratadas para mitigar la frustración o satisfacer el antojo de quienes no pueden o no quieren concebir hijos.
Las criaturas así nacidas tendrán padre, pero serán huérfanas de madre y antes o después, en la infancia o en la adolescencia, acusarán el trauma. Vayan al diccionario... Subrogación: poner a una persona o cosa en lugar de otra. Sucedáneo: imitación de peor calidad que el original. Si lo uno y lo otro no atentan a la dignidad del hijo y, si me apuran, también a la de esa descastada madre biológica capaz de arrendar su seno por unas monedas, que me lo expliquen, entre otros, Cristina Cifuentes, Esperanza Aguirre, Albert Rivera, Núñez Feijóo y Javier Maroto.
Me cuesta trabajo creer que gentes tan honorables como las citadas -dicho sea sin ironía- avalen la legitimidad moral de un método de procreación análogo, por lo que a la ética de la libertad y la igualdad de sexos se refiere, a las monstruosas (por discriminatorias e ideologizadas) leyes de violencia de género de un solo carril vigentes ya en varias Comunidades.
Comentarios