El asombroso caso del doctor MacKereth, 9 ex-transexuales que hablan claro ante leyes inicuas
El rodillo transgénero destruye la libertad y la democracia, pero médicos y víctimas ya alzan la voz
¿Cómo es que "lo transexual", un problema de identidad de quizá menos del 1% de la población, puede convertirse en la mayor amenaza contra las libertades en Occidente, hasta el punto de que incluso algunas feministas se asustan y lo combatan, y se formulen leyes que obliguen a hablar a la gente de una forma no elegida?
La respuesta la daba Patrick J. Byrne en sus libros "Transgender: One Shade of Grey" y en "The Little Grey Book", y también en una ponencia el 20 de septiembre en Roma ante médicos y eticistas de MaterCare, la ONG de la Federación Internacional de Médicos Católicos. (La ponencia está aquí en inglés).
"Lo que antes eran democracias tolerantes que mantenían una plaza pública abierta donde todas las creencias religiosas y seculares podían debatir, ahora están imponiendo la creencia transgénero a todos los ciudanos", explica.
Lo hacen con multas y obligando a cada ciudadano, empezando por médicos y profesores, a usar el lenguaje y vocabulario y los pronombres transgénero, y castigando, pleiteando o despidiendo a quien no ceda.
Las 3 medidas legales
Byrne señala tres pasos para ello:
1) Cambiar la documentación, pasaportes, partida de nacimiento, etc...: un hombre puede decir que se declara mujer y el Estado debe recogerlo en sus documentos como tal... y con ese documento acceder a servicios y oportunidades y espacios reservados a mujeres, incluyendo prisiones de mujeres, vestuarios de mujeres, etc...
2) Las leyes "antidiscriminación", que en realidad se dedican a redefinir toda la realidad del ser humano. Así, la ley federal australiana de 2013 dice que "la identidad de género se define como la identidad relacionada al género, su apariencia, manerismo y otras características relacionadas con el género del individuo, independientemente del sexo que se le designó al nacer". Es decir, añade Byrne, "género significa género, es un argumento circular".
Facebook anunció que daba a elegir entre 58 géneros... pero pueden ser infinitos, uno por persona.
¿Y el sexo? La nueva definición que impone el Estado australiano es que el sexo significa:
-A) los estereotipos sexuales;
-B) el embarazo, parto y las condiciones médicas relacionadas;
-C) la orientación sexual o identidad de género. ¡Nada de complementariedad entre hombre y mujer, ni de su necesidad para la reproducción!
En España, la ley autonómica madrileña de 2016 que aprobó el PP, Cs y la izquierda establece: "Trans: Toda aquella persona que se identifica con un género diferente o que expresa su identidad de género de manera diferente al género que le asignaron al nacer. [...] Toda persona tiene derecho a construir para sí una autodefinición con respecto a su cuerpo, sexo, género y su orientación sexual. La orientación, sexualidad e identidad de género que cada persona defina para sí es esencial para su personalidad y constituye uno de los aspectos fundamentales de su dignidad y libertad. Ninguna persona podrá ser presionada para ocultar, suprimir o negar su identidad de género, expresión de género, orientación sexual o características sexuales. En el ámbito de aplicación de esta Ley, en ningún caso será requisito acreditar la identidad de género manifestada mediante informe psicológico o médico".
Es decir, cada uno será lo que quiera simplemente anunciando que esa es su "identidad de género". Y quien no coopere a ello, será multado.
3) La redefinición de las leyes de matrimonio, que disuelven su función para unir hombre y mujer (las dos mitades de la humanidad) y ahora sólo unen individuos (por el momento de dos en dos, pero puede cambiarse para que sean más)
Las tres patas de la ideología transgénero
La ideología transgénero, tiene 3 patas y con ellas corre, patea y pisotea. A saber:
- el género es fluido, no hay dos sexos, o es irrelevante
- hay que imponerlo a los niños, cuantos más mejor, y adoctrinar a los niños en esta ideología; un niño no puede beber cerveza ni ir en ciclomotor, pero sí ordenar que le mutilen los genitales; se castigará a los adultos que no colaboren
- hay que cambiar la sociedad con los certificados de nacimiento, redefiniendo el matrimonio y haciendo leyes antidiscriminación que multen y castiguen a todos los que no acepten el nuevo dogma
En el Manual clásico de Medicina Biológica de Yale de 1945 se definía "normal" como "lo que funciona de acuerdo a su diseño". Pero esto pronto no se permitirá decir ya.
El increíble caso del Doctor MacKereth
Un caso emblemático y reciente ha sido el del doctor David Mackereth, cristiano de 55 años, 26 años trabajando sin problemas como asesor médico. Un día su nuevo jefe en el departamento de empleo y pensiones del Reino Unido le dijo en una reunión: "¿Qué harías si tuvieras que tratar con una persona que es obviamente un hombre pero que pide que en el informe se le trate de "ella" o de "señora"?" McKereth dijo que como cristiano no podía acceder a tal cosa con buena conciencia. Tras esto, fue despedido, aplicándole la UK Equality Act de 2010.
El caso del Doctor David MacKereth, médico y cristiano, es de lo más inquietante
Él entonces denunció al Estado británico por intentar obligarle a violar su libertad de conciencia y religiosa. "Creo que el género lo define la biología y la genética, y como cristiano creo que la Biblia nos enseña que Dios nos hizo hombre y mujer", declaró.
Pero el tribunal inglés de Empleo, en una sentencia difundida el 2 de octubre de 2019 establece que se puede despedir a MacKereth ya que "incluso si no quisiera ofender, sus acciones causarían ofensa [a un transgénero] y potencialmente violarían la EqA".
Más aún, el tribunal establece una regla asombrosa para todo el mundo: "la creencia en Génesis 1,27 ["hombre y mujer los creó Dios"], la falta de creencia en el transgenerismo y la objeción de conciencia al transgenerismo, a nuestro juicio, son incompatibles con la dignidad humana y entran en conflicto con los derechos fundamentales de otros".
E insiste la sentencia: "sus creencias es probable que causen ofensa y tienen el efecto de violar la dignidad de una persona transgénero".
La sentencia del caso Mackereth es tan increíble que ofrecemos un pantallazo para quien dude: "la falta de creencia en el transgenerismo es incompatible con la dignidad humana"
El tribunal concluye que el jefe hizo bien en despedirle para cumplir con la EquityAct y que no discriminó al doctor por ser cristiano porque a un ateo o musulmán que pensara lo mismo también se le habría castigado: "otras personas que no sostuvieran esas creencias [cristianas] habrían sido tratadas de la misma forma".
Andrea Williams, directora del Christian Legal Centre, que asesoraba legalmente al doctor Mackereth señaló que esta sentencia es histórica en muchos sentidos y con consecuencias "sísmicas":
- "Por primera vez en la historia legal de Inglaterra un juez dictamina que ciudadanos libres deben implicarse en un discurso obligatorio"
- "El juez Perry ha dictaminado que el cristianismo no está protegido por la Equality Act ni la Corte Europea de Derechos Humanos, a menos que sea una versión de cristianismo que reconozca el transgenerismo y rechace la creencia en Génesis 1,27"; el grupo cristiano recuerda que el mismo Jesucristo repite la enseñanza de Génesis 1,27 y que está en la base de establecer dignidad para todos los seres humanos pero, ahora, "en un giro irónico, se etiqueta como incompatible con esa dignidad"
- Las frases que usa el juez para hablar de Génesis 1,27 "en el pasado solo se han aplicado a creencias extremísimas, como los neonazis, negacionistas del Holocausto y similares. Asombra que el juez ahora coloque la creencia en la Biblia en esa misma categoría".
Así, una charla hipotética en un despacho a partir de una ley "antidiscriminación" de 2010 se convierte en un precedente jurídico que dice que Génesis 1,27 es extremismo y que quien no crea en el transgenerismo viola la dignidad de los demás... y debe ser castigado. Esa es la deriva totalitaria que denuncia Patrick Byrne.
El caso del sexólogo que osó matizar al lobby transgénero
En 2015, el psicólogo y sexólogo Kenneth Zucker fue despedido. Quizá había pensado que sus credenciales lo protegerían como profesional. Había dirigido en 2013 al comité de la Asociación Psiquiátrica Americana que estableció el diagnóstico y tratamiento de la disforia de género en el DSM5 (el gran manual de referencia de salud mental). Era director de una clínica de salud de identidad de género en Toronto. Y hacía "transiciones de género" (mutilaba y hormonaba) a adultos y adolescentes que lo pedían.
Kenneth Zucker hormonaba, operaba, mutilaba... pero no a niños; fueron a por él
¿Cuál fue su "pecado" ante el lobby transgénero? Que no lo hacía con niños. Con los niños prefería "esperar y ver", ya que más del 80% de los niños con disforia de género, al llegar a la edad adulta, se sienten a gusto con su sexo biológico. Pero para el lobby trans es importante ir a por los niños (y ampliar su base de militantes/afectados). Las campañas del tipo "dejad a los niños en paz" les resultan especialmente dañinas.
Extransexuales protestan: "Es como la anorexia"
En agosto de 2019 nueve personas con experiencia como transexuales, pero que abandonaron ese camino, elevaron un informe al Tribunal de Apelaciones en EEUU explicando sus experiencias. Casi todos se hormonaron durante años, muchos se mutilaron pechos o genitales con cirugía, todos dudaron de su identidad sexual. Y afirman que el transgenerismo daña a las personas e impide que sus verdaderos problemas psicológicos sean tratados.
Se trata de Walt Heyer, Jamie Shupe, Linda Seiler, Hacsi Horvath, Clifton Francis Burleigh, Jr., Laura Perry, Jeffrey Johnston, Jeffrey McCall y Kathy Grace Duncan.
Walt Heyer, el más famoso y veterano de estos ex-transexuales, dice que los médicos del transgenerismo, cegados por las prisas que ponen en hormonar y mutilar, no se paran a ver las verdaderas causas piscológicas de la confusión. En su caso, no vieron que él padecía un trastorno disociativo: a veces se consideraba "Laura", una mujer, pero otras veces se consideraba Andrea, Crystal o Nicole, que eran mujeres; y JJ y Jimmy, hombres. Para sanar, necesitó "un tratamiento psicológico que reintegrara las identidades fragmentadas". Pero para entonces ya le habían hormonado y mutilado.
Walt Heyer no necesitaba hormonas ni cirugía, sino atención psicológica, y lo mismo pasa con tantos que se declaran transgénero, dice él
Estos ex-transexuales comparan el transgenerismo con la anorexia: las anoréxicas declaran ser gordas, aunque son delgadas, y exigen dejar de comer, aunque todos ven que quedan anémicas y dañadas. “Así como a una persona que sufre de anorexia no se la ayuda a largo plazo limitándole la comida, tampoco se ayuda con un ‘cambio de género’ a la persona que se identifica como transexual”, dicen estos extransexuales.
Otro problema de las personas transgénero es que al asignarle los médicos la solución de hormonar y/o mutilar, no prestan ya atención a todas las otras causas psíquicas y problemas psico-emocionales: ni se diagnostican ni se tratan.
Los firmantes del documento indican que los "reasignados" de género tienen el triple de ingresos psiquiátricos que otras personas. Y las personas operadas multiplican por 5 sus intentos de suicidio respecto a las no operadas.
La estadística mostraba tradicionalmente que a muchos jóvenes la disforia de género les desaparecía de manera natural, o con terapia, con los años. Ahora, en cambio, se hacen "transiciones" y mutilaciones a niños y adolescentes a gran velocidad.
“Forzar a los empleadores [laborales] a afirmar la negación de la realidad," denuncian Heyer y sus compañeros, "es probable que ocasione más mal que bien”.
Un punto para aferrarse y no soltar: la definición de sexo
Patrick J. Byrne explicó a los médicos católicos de MaterCare y la FIAMC que es necesario aferrarse a la ciencia,a la biología y a una definición real y precisa de lo que es el sexo. "La solución al conflicto legal es simple, aunque políticamente difícil: si el sexo se define como 'función natural reproductiva" en las leyes, se restauran los derechos basados en el sexo para hombres y para mujeres, y todos los conflictos legales entre la cosmovisión biológica y la transgénero se evaporarán".
Una y otra vez la ciencia muestra que hombres y mujeres (los reales) son distintos. En 2001 la Academia Nacional de Medicina afirmaba que los ensayos en medicina (de medicamentos, tratamientos, etc...) había que realizarlos también con mujeres, que respondían de forma distinta a muchos tratamientos. El Weismann Institute recientemente señalaba que un tercio de los 20.000 genes que codifican las proteínas se expresan de forma distinta en los hombres que en las mujeres.
"El transgenerismo huye ante el rostro de la ciencia biológica, que dice que el sexo es definido por su inmutable función reproductiva", concluye Byrne.