Viernes, 27 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

La neuropsiquiatra infantil Mariolina Ceriotti alerta de las consecuencias

Las tres características del sexo infantil que desaconsejan confundirles con la ideología de género

Dos niños dibujando.
La ideología de género se está llevando a las escuelas cada vez más pronto, con un efecto aún más perturbador para los niños. Foto (contextual): Andrew Ebrahim / Unsplash.

Carmelo López-Arias / ReL

Recientemente, Ann Farmer, autora de varios libros sobre aborto, eugenesia y control de población, sugería en un artículo publicado en MercatorNet que las "tendencias trans" estaban volviendo loca a Escocia, con medidas delirantes de imposición y aplicación de la ideología de género.

Los padres, personajes secundarios para sus hijos

Entre otras citaba que, cara al inicio del nuevo curso, el gobierno escocés dio a conocer sus directrices de apoyo a los alumnos trans, obligatorias para las escuelas. Del tenor de las mismas da idea el papel que conceden al colegio respecto a los padres o tutores legales. El apartado que aborda la cuestión se abre con una frase de "un joven trans" que afirma que tuvo que "escapar de sus padres porque no les gustaba lo que era".

El texto se pronuncia con tono condescendiente respecto al papel de la familia. No se concibe la existencia de puntos de vista distintos: en la relación con los padres, el profesor debe "escuchar las preocupaciones de los padres sin juzgarles, responder con tranquilidad a esas preocupaciones y corregir cualquier idea equivocada".

La prepotencia llega al extremo de afirmar que "es importante reconocer la contribución que pueden hacer los padres a encontrar soluciones actuando colaborativamente con los jóvenes".

La escuela, pues, ante la afirmación de un alumno de que es trans, adquiere un papel activo de reafirmación y permite amablemente que los padres coadyuven a ella, si es preciso corrigiendo sus "ideas equivocadas". Y puede remitir al alumno "y a sus familiares" a "grupos de apoyo", esto es, organizaciones del lobby LGTBIQ+.

Adoctrinamiento de menores

Esta mentalidad de imposición dogmática de la ideología de género y de subordinación del criterio de los padres al criterio de la escuela (en última instancia, al criterio del gobierno, que es quien impone estas directrices) se encuentra en todas las legislaciones europeas similares.

Entre ellas, la denominada ley Zan (impulsada por el diputado Alessandro Zan, activista gay), que se tramita en Italia con el mismo objetivo que las leyes españolas de privilegios y multas LGTBI.

Una de las características de la norma italiana es la pretensión totalitaria, como en el caso escocés, de establecer por ley un modelo antropológico de obligado seguimiento. El artículo 1 define conceptos como sexo, género, orientación sexual o identidad de género según patrones ideológicos no compartidos socialmente, y por tanto convierte su aplicación en un adoctrinamiento. Como consecuencia, en los artículos 7 y 8 establece que esos conceptos serán introducidos en la escuela como parte de la formación de los alumnos.

Desde infantil y primaria

¿Qué impacto puede tener sobre los más pequeños esa "formación"? Hay que tener en cuenta que, como en el caso español, no hay un límite inferior de edad en el adoctrinamiento. Desde la educación infantil y primaria, se obligará a los niños a cuestionar su sexo y se les sugerirán prácticas sexuales con ellos mismos o con otros niños que pueden perjudicarles gravemente en su estabilidad emocional, aparte de violentar la formación moral recibida en su hogar.

Así lo denunció la neuropsiquiatra y psicoterapeuta infantil Mariolina Ceriotti en un artículo en Avvenire donde lamenta que no se tenga en cuenta, al adoctrinar a los niños, las características de su mentalidad.

Mariolina Ceriotti.

Mariolina Ceriotti denuncia el daño de trasladar a los niños conceptos y teorías que no pueden comprender pero perturban su comprensión del mundo y de las relaciones personales.

"Como neuropsiquiatra infantil", explica, "he estudiado durante mucho tiempo la dinámica de la edad evolutiva y conozco su delicadeza y complejidad. Por tanto sé, porque lo he estudiado pero también por experiencia, que hablar de sexo con niños exige un conocimiento profundo de las diferencias que existen entre el adulto y el niño. Como ya subrayaba en sus textos Anna Freud [1895-1982, hija de Sigmund Freud, especializada en psicología infantil], entre niño y adulto hay diferencias cualitativas cruciales, que se hacen particularmente evidentes precisamente en la forma en la que los niños entienden la diferencia sexual y todo cuanto conciere a la vida sexual en general".

Tres razones

La doctora Ceriotii concreta tres razones por las cuales el adoctrinamiento de género que se pretende universalizar en menores puede ser gravemente dañino para ellos.

1. El niño no puede comprender el significado de la sexualidad adulta.

"El pensamiento infantil es un pensamiento concreto, realista, basado sobre la experiencia. Es un pensamiento egocéntrico, que no es capaz de imaginar lo que no puede experimentar, y por tanto construye sus propias teorías sobre la sexualidad, fuertemente resistentes a explicaciones y a la lógica adulta".

2. La sexualidad del niño es pre-genital.

"El deseo sexual tal como lo conocemos les resulta totalmente desconocido, y para él los órganos sexuales está ligados inseparablemente con las funciones excretoras. Justo por ello, el contacto precoz con la sexualidad de los adultos es para el niño una experimencia muy perturbadora: el sexo adulto le descoloca y al mismo tiempo le asusta y le confunde, creando a menudo experiencias de tipo traumático, como sabe por ejemplo cualquiera que trabaje con niños expuestos a la pornografía".

3. La mente del niño necesita orden.

"Orientarse en la complejidad es tarea de los adultos, que puede hacerse más fácilmente cuando se parte de bases seguras. Pero justo por la concreción de su pensamiento, nada es para el niño más seguro y verificable que la experiencia de su propio cuerpo tal como se presenta, que es solo como masculino o femenino, fácilmente distinguibiles por los atributos genitales. Hombres y mujeres que son diferentes, y cuya diferencia tiene como finalidad la posibilidad de engendrar. Por ello, presentar la sexualidad como una experiencia subjetiva y como un continuum fluido que escapa a toda definición corre el riesgo de ser para él solo una fuente de ansiedad y preocupación: si no puede aferrarse a la realidad de lo que percibe, el mundo se convierte en un lugar donde orientarse con seguridad es mucho más difícil".

Por estos tres motivos, la doctora Ceriotti considera que antes de introducir protocolos educativos sobre la identidad de género habría que escuchar a quienes "no se resignan a seguir atajos apresurados y peligrosos".

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