El arzobispo de París defiende a los médicos objetores
Aupetit planta cara al aborto: «Un Estado que toca la libertad de conciencia se llama dictadura»
El arzobispo de París, Michel Aupetit, no ha querido ser ambiguo o complaciente tras el último dictamen del Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE) respaldando la fecundación artificial (PMA, Procreación Médicamente Asistida). El prelado francés, antiguo médico, considera que el embrión queda desprotegido por la ley, que cede a la voluntad del más fuerte. Así lo expresa en una entrevista concedida a Antoine Pasquier et Samuel Pruvot para Famille Chrétienne.
-¿Cuál es su opinión sobre el dictamen del CCNE, que recomienda que se permita la PMA a las parejas de mujeres y que se liberalice la investigación sobre el embrión?
-Ambas cuestiones van unidas. Quienes no tienen voz siguen sin voz. Francia sigue rechazando una regulación sobre el embrión, como ya tienen otros países. El embrión no está protegido por la ley, ni siquiera tiene derecho a hablar. ¡Una larva de escarabajo dorado está más protegida hoy que un embrión humano! En vez de proteger al más débil, que normalmente sería su misión, el Derecho se pone hoy al servicio de la voluntad del más fuerte. Todos hemos sido embriones en un momento dado Dependíamos totalmente de la voluntad de nuestros padres. Pero una cosa es depender de nuestros padres, que nos han recibido con amor, y otra estar a merced de una voluntad coercitiva.
-¿En qué medida está presente esta lógica de dominación en la PMA?
-¿Con qué derecho los padres hacen pagar a sus hijos por sus caprichos? ¿Querrán también mañana elegir su morfología? Al liberalizar la PMA, estamos creando sufrimientos futuros. He constatado que los jóvenes cristianos de esta generación son más serios y más piadosos que los de la generación anterior. Cuando se les escucha en confesión, se percibe que llevan consigo los desgarros de esa sociedad “líquida” de la que hablan los sociólogos. Una sociedad donde las relaciones no son ni estables ni fiables.
-Al pedir a los médicos que respondan a las demandas de la sociedad, ¿no se está cambiando su papel?
-Se quiere transformar a los médicos en prestadores de servicios. En otros tiempos, el médico y su paciente establecían una auténtica relación, con la posibilidad para el primero de rechazar la atención (salvo en caso de urgencia) y para el segundo de cambiar de médico. Hoy, la relación ha desaparecido. Solo queda un deseo individual al que debe someterse el médico.
-Sin embargo, el colegio de médicos se dice favorable a la PMA para las mujeres…
-En otros tiempos, el colegio de médicos defendía una cierta forma de deontología. La palabra “deontología” proviene del griego deontos, "lo que debe ser". El juramento Hipocrático se ordenaba al bien del enfermo e incluía una lista de actos que los médicos ni se planteaban. El colegio de médicos ha perdido esta capacidad. Cuando escucho a su presidente decir: “Nuestra misión no es hacer moral”, eso quiere decir que la deontología ha desaparecido, puesto que la deontología y la moral son una misma y única cosa.
-El CCNE no parece tener en cuenta las recomendaciones de los Estados Generales de la Bioética. ¿Por qué?
-¡En efecto, uno puede preguntarse para qué han servido realmente estos Estados Generales! Cerca del 80% de las personas expresaron su oposición a la PMA. ¿Para qué organizar semejante concentración si no se tienen en cuanta para nada sus resultados?
-¿Es fiel el CCNE a su misión original?
-El comité de ético se instituyó al principio como una entidad independiente de expertos en torno al profesor Jean Bernard [su primer presidente, 1983-1993]. Éste tenía la reputación de ser un sabio, pero también un espíritu libre. ¡Hoy, es obligado constatar que una mayoría de miembros del CCNE son elegidos porque piensan lo mismo que el gobierno! El CCNE ya no es verdaderamente un comité de sabios de quienes pueda esperarse una palabra independiente y libre. Sin embargo, existen voces divergentes, valientes, gracias a las cuales esto no se parece demasiado a un democracia a la africana.
-¿Qué pueden hacer los fieles católicos que han hecho el juego a los debates de bioética y se sienten engañados?
-Los fieles viven lo mismo que los obispos… Nosotros hemos llevado a cabo un importante trabajo de reflexión para informar a los políticos y a los ciudadanos, uno de cuyos frutos es nuestra última declaración, La dignité de la procreation [La dignidad de la procreación]. Sin embargo, es posible que, ante la determinación del gobierno o del parlamento, nuestra palabra no sea escuchada. Dicho esto, nosotros hemos hablado, y lo que hemos dicho seguirá ahí siempre. Nadie podrá reprocharnos no haber dicho nada.
La Iglesia francesa, con un apartado específico en su portal, se ha tomado en serio los llamados Estados Generales de la Bioética, una iniciativa del CCNE para, teóricamente, escuchar todas las opiniones con vistas a una legislación amplia sobre todas las cuestiones bioéticas.
-Usted defiende el valor profético de las palabras de los obispos, pero ¿cuál es el valor de unas palabras que no producen resultados tangibles a nivel legislativo?
-Nuestras palabras continúan su camino. Pasan de conciencia a conciencia, de pensamiento a pensamiento. Algún día la opinión pública se dará cuenta de que nuestras advertencias eran legítimas. La verdad siempre tiene la última palabra. Cuando Pilatos le pregunta a Jesús “¿Qué es la verdad?”, Jesús no le responde. Es ahora cuando comprendemos la verdad de Cristo. Así pues, seguiremos hablando sin hacernos ilusiones. Nuestras palabras son como el grano de trigo que cae en la tierra: muere, pero para dar abundante fruto. Si hoy no se escuchan mis palabras, sí creo que darán fruto con la gracia de Dios.
-Para acelerar el cambio en la opinión, ¿hay que movilizarse en la calle, como pide La Manif pour Tous?
-Los cristianos podrán actuar en cuanto ciudadanos para manifestarse o para dar su opinión. Hay numerosas posibilidades de iniciar una acción ciudadana.
-Algunos parlamentarios piden la supresión de la cláusula de conciencia de los médicos para el aborto. ¿Le inquieta?
-Creo verdaderamente que un Estado que toca la libertad de conciencia se llama dictadura.
(Traducción del francés de Carmelo López-Arias)