Base para un acuerdo canónico
Fellay anuncia una respuesta inminente al Preámbulo doctrinal: «No es un texto definitivo»
El superior general de la FSSPX explica en una entrevista que aprovechará la posibilidad de «modificaciones» prevista por la Santa Sede.
El sitio web oficial de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX) reproduce con fecha 28 de noviembre una entrevista con el superior general, Bernard Fellay. El obispo suizo expone en ella la posición de su congregación sobre el Preámbulo Doctrinal que le entregó el cardenal William Levada el pasado 14 de septiembre.
Fellay defiende la extrema discreción que están manteniendo ambas partes sobre su contenido como algo "normal en todo asunto importante, porque garantiza su seriedad".
Aunque no detalla el contenido del Preámbulo, monseñor Fellay sí dice que va acompañado de una nota donde "se indica que puede recibir aclaraciones y modificaciones". "No es un texto definitivo", añade: "En breve responderemos a este documento indicando con franqueza las posiciones doctrinales que nos parece indispensable sostener. Nuestra preocupación constante desde el inicio de nuestras conversaciones con la Santa Sede -y nuestros interlocutores lo saben bien- ha sido presentar con total lealtad la posición tradicional".
El superior general de la FSSPX afirma también que "el texto -incluso en su estado actual, que necesita numerosas aclaraciones- puede suscitar la oposición de los progresistas, que no admiten ni siquiera la idea de una discusión sobre el Concilio".
La clave: el Concilio
"Es verdad", continúa monseñor Fellay, "que no podemos avalar este Preámbulo Doctrinal, que sin embargo prevé un margen para una ´legítima discusión´ sobre ciertos puntos del Concilio. ¿Hasta dónde llega ese margen? La propuesta que haré estos días a las autoridades romanas y su respuesta nos permitirán evaluar qué posibilidades se nos permiten. Sea cual sea el resultado de estas conversaciones, el documento final que sea aceptado o rechazado se hará público".
Fellay insiste en que el debate es "esencialmente doctrinal y se refiere principalmente al Concilio", pero recuerda que ese debate está también fuera de la FSSPX, y cita los recientes libros del teólogo Brunero Gherardini (Vaticano II: una explicación pendiente) sobre el alcance de los documentos conciliares, y del historiador Roberto de Mattei sobre las influencias que se ejercieron en el aula conciliar, que han abierto esa cuestión a fondo en Italia, con gran calado en la curia romana.
Estos trabajos "demuestran que la Fraternidad no está sola en ver los problemas doctrinales que plantea el Concilio", y que "la adhesión al Concilio es problemática".
El estatuto canónico
"Las precisiones que obtengamos o no obtengamos tendrán el mérito no despreciable de mostrar mejor dónde están las dificultades y dónde las soluciones. Éste es el espíritu que ha guiado constantemente nuestras conversaciones teológicas de estos dos últimos años", continúa Fellay, quien reitera que la aceptación o no de ese Preámbulo "condicionará la obtención o no de un estatuto canónico". En efecto, añade, la posición de siempre de la FSSPX es que dejar de lado las cuestiones doctrinales para conseguir un estatuto canónico "nos expondría a ver esas mismas divergencias resurgir inevitablemente, convirtiendo el estatuto canónico en algo, más que precario, invivible".
Monseñor Fellay señala como ejemplo "las interpretaciones evolutivas" que se han dado sobre los puntos más problemáticos: "Es imposible adherirse de forma estable a una doctrina en movimiento". Frente a eso, recuerda la vigencia del Credo como "profesión de fe católica".
La crisis de la Iglesia mengua los efectivos
En cuanto a la crisis de la Iglesia, monseñor Fellay afirma que, "salvo un milagro, no puede tener una solución instantánea", y añade: "Querer que Dios otorgue la victoria sin pedir a los soldados dar la batalla, es una forma de deserción. Querer el fin de la crisis sin verse afectado o implicado, no es amar verdaderamente a la Iglesia. La Providencia no nos dispensa de cumplir nuestro deber de estado allá donde nos ha situado, ni de asumir nuestras responsabilidades ni de responder a las gracias que nos ha concedido".
Como datos de esa crisis, cita la falta de sacerdotes y la sobredimensión de algunas estructuras eclesiásticas, al tiempo que los efectivos para atenderlas descienden cada vez más: "Los obispos y sacerdotes jóvenes que heredan esta situación son cada vez más conscientes de la esterilidad de cincuenta años de apertura al mundo moderno... Se preguntan si la Iglesia podía adaptarse al mundo sin adoptar su espíritu. Estos obispos y estos sacerdotes se plantean estas cuestiones, y nos las plantean a nosotros... discretamente. Nosotros les respondemos que hay que saber si, ante tal penuria, la Tradición católica es una simple opción, o si es una solución necesaria. Responder que es una opción es minimizar o negar la crisis en la Iglesia, contentarse con medidas que ya han demostrado su ineficacia".
Por último, monseñor Fellay aborda la oposición de algunos obispos a Roma, "sorda pero eficaz ante el Motu Proprio sobre la misa tridentina", y que se extendería también a ellos, y pide al Papa que si hay una solución canónica para la FSSPX "ponga los medios para hacerla realmente eficaz"
Una respuesta de fe
Al tiempo que llama a una cruzada de oración del rosario "con la meditación profunda de sus misterios" para salir de esa crisis, Fellay apunta que "no estamos en una situación normal que nos permitiría contentarnos con una mediocridad rutinaria". La solución de la crisis no vendrá de la "astucia política" o la "negociación diplomática", sino de una "mirada de fe", más allá de "aspiraciones demasiado humanas" y de "miedos demasiado naturales", para "poder servir verdaderamente a la Iglesia".
Fellay defiende la extrema discreción que están manteniendo ambas partes sobre su contenido como algo "normal en todo asunto importante, porque garantiza su seriedad".
Aunque no detalla el contenido del Preámbulo, monseñor Fellay sí dice que va acompañado de una nota donde "se indica que puede recibir aclaraciones y modificaciones". "No es un texto definitivo", añade: "En breve responderemos a este documento indicando con franqueza las posiciones doctrinales que nos parece indispensable sostener. Nuestra preocupación constante desde el inicio de nuestras conversaciones con la Santa Sede -y nuestros interlocutores lo saben bien- ha sido presentar con total lealtad la posición tradicional".
El superior general de la FSSPX afirma también que "el texto -incluso en su estado actual, que necesita numerosas aclaraciones- puede suscitar la oposición de los progresistas, que no admiten ni siquiera la idea de una discusión sobre el Concilio".
La clave: el Concilio
"Es verdad", continúa monseñor Fellay, "que no podemos avalar este Preámbulo Doctrinal, que sin embargo prevé un margen para una ´legítima discusión´ sobre ciertos puntos del Concilio. ¿Hasta dónde llega ese margen? La propuesta que haré estos días a las autoridades romanas y su respuesta nos permitirán evaluar qué posibilidades se nos permiten. Sea cual sea el resultado de estas conversaciones, el documento final que sea aceptado o rechazado se hará público".
Fellay insiste en que el debate es "esencialmente doctrinal y se refiere principalmente al Concilio", pero recuerda que ese debate está también fuera de la FSSPX, y cita los recientes libros del teólogo Brunero Gherardini (Vaticano II: una explicación pendiente) sobre el alcance de los documentos conciliares, y del historiador Roberto de Mattei sobre las influencias que se ejercieron en el aula conciliar, que han abierto esa cuestión a fondo en Italia, con gran calado en la curia romana.
Estos trabajos "demuestran que la Fraternidad no está sola en ver los problemas doctrinales que plantea el Concilio", y que "la adhesión al Concilio es problemática".
El estatuto canónico
"Las precisiones que obtengamos o no obtengamos tendrán el mérito no despreciable de mostrar mejor dónde están las dificultades y dónde las soluciones. Éste es el espíritu que ha guiado constantemente nuestras conversaciones teológicas de estos dos últimos años", continúa Fellay, quien reitera que la aceptación o no de ese Preámbulo "condicionará la obtención o no de un estatuto canónico". En efecto, añade, la posición de siempre de la FSSPX es que dejar de lado las cuestiones doctrinales para conseguir un estatuto canónico "nos expondría a ver esas mismas divergencias resurgir inevitablemente, convirtiendo el estatuto canónico en algo, más que precario, invivible".
Monseñor Fellay señala como ejemplo "las interpretaciones evolutivas" que se han dado sobre los puntos más problemáticos: "Es imposible adherirse de forma estable a una doctrina en movimiento". Frente a eso, recuerda la vigencia del Credo como "profesión de fe católica".
La crisis de la Iglesia mengua los efectivos
En cuanto a la crisis de la Iglesia, monseñor Fellay afirma que, "salvo un milagro, no puede tener una solución instantánea", y añade: "Querer que Dios otorgue la victoria sin pedir a los soldados dar la batalla, es una forma de deserción. Querer el fin de la crisis sin verse afectado o implicado, no es amar verdaderamente a la Iglesia. La Providencia no nos dispensa de cumplir nuestro deber de estado allá donde nos ha situado, ni de asumir nuestras responsabilidades ni de responder a las gracias que nos ha concedido".
Como datos de esa crisis, cita la falta de sacerdotes y la sobredimensión de algunas estructuras eclesiásticas, al tiempo que los efectivos para atenderlas descienden cada vez más: "Los obispos y sacerdotes jóvenes que heredan esta situación son cada vez más conscientes de la esterilidad de cincuenta años de apertura al mundo moderno... Se preguntan si la Iglesia podía adaptarse al mundo sin adoptar su espíritu. Estos obispos y estos sacerdotes se plantean estas cuestiones, y nos las plantean a nosotros... discretamente. Nosotros les respondemos que hay que saber si, ante tal penuria, la Tradición católica es una simple opción, o si es una solución necesaria. Responder que es una opción es minimizar o negar la crisis en la Iglesia, contentarse con medidas que ya han demostrado su ineficacia".
Por último, monseñor Fellay aborda la oposición de algunos obispos a Roma, "sorda pero eficaz ante el Motu Proprio sobre la misa tridentina", y que se extendería también a ellos, y pide al Papa que si hay una solución canónica para la FSSPX "ponga los medios para hacerla realmente eficaz"
Una respuesta de fe
Al tiempo que llama a una cruzada de oración del rosario "con la meditación profunda de sus misterios" para salir de esa crisis, Fellay apunta que "no estamos en una situación normal que nos permitiría contentarnos con una mediocridad rutinaria". La solución de la crisis no vendrá de la "astucia política" o la "negociación diplomática", sino de una "mirada de fe", más allá de "aspiraciones demasiado humanas" y de "miedos demasiado naturales", para "poder servir verdaderamente a la Iglesia".
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