Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Es una nueva disforia reconocida como síndrome que desea la minusvalía y se nutre del lobby trans

«Sueño con ser parapléjica»: «Transcapacitados», la nueva corriente aliada de cyborgs y transgénero

Jason Barnes.
Jason "One hand" Barnes es solo uno de los integrantes de una nueva corriente que los especialistas no dudan en calificar de "trastorno": los transcapacitados desean quedar lisiados de por vida, llegando al extremo de operarse para ello.

José María Carrera

El mundo moderno parecía haberlo visto todo con los transgénero (hombres que dicen ser mujeres, o al revés), los transespecie (personas que quieren ser, por ejemplo, delfines o gatos), transedad (que teniendo 40 años viven como si tuviesen 2) o incluso los transraciales (que alteran sus rasgos para parecer asiáticos siendo británicos). Pero  parece que las "transvariables" no tienen límite a la hora de elevar a la categoría de derechos y naturaleza lo que hace pocos años era motivo exclusivo de consulta a especialistas de salud mental.

La última de estas tendencias es la "transcapacidad", en referencia a personas que sin ningún tipo de afección corporal, desearían o sentirían padecerla hasta el punto de automutilarse o amputarse extremidades. 

Un trastorno "raro e inusual": se operan y mutilan hasta ser discapacitados

Lo cierto es que antes de que se erigiesen en un colectivo que podría añadir una nueva letra al LGBTQI ya se consideraba una afección mental por parte de especialistas: el trastorno de identidad de integridad corporal (BIID por sus siglas en inglés) fue acuñado en 2004 por Michael B First, profesor de Psiquiatría clínica en la Universidad de Columbia, psiquiatra del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York y reconocido experto en la evaluación y diagnóstico psiquiátrico en el ámbito internacional.

"El trastorno de identidad de integridad corporal (BIID) es una condición psiquiátrica rara e inusual caracterizada por un deseo persistente de adquirir una discapacidad física (p. ej., amputación, paraplejía) desde la infancia", explicó First en este estudio de la National Library of Medicine.

Según el psiquiatra, la mayoría de los pacientes estudiados han experimentado una "sensación crónica y disfórica de inadecuación con respecto a su capacidad física" y  muchos de ellos han llegado al extremo de "actualizar" su condición a través de cirugías hasta lograr su discapacidad deseada.

Se trata de una afección "muy rara" que la prestigiosa publicación médica The Lancet compara al Trastorno Dismórfico Corporal -con una incidencia en el 2% de la población-.

Según la Clasificación Internacional de Enfermedades, conocida internacionalmente por su edición de la OMS como CIE-11, la disforia de la integridad corporal se caracteriza por un deseo intenso y persistente de quedar físicamente con discapacidad de manera significativa, con inicio temprano en la adolescencia acompañado de incomodidad persistente o sentimientos intensos de inadecuación con relación a la configuración de cuerpo sin discapacidad.

El CIE-11 lo explica así: 

"El deseo de quedar físicamente con discapacidad tiene consecuencias perjudiciales, lo que se manifiesta ya sea con la procuración de este deseo (lo que incluye dedicar tiempo a fingir que tiene discapacidad) interfiriendo así en su productividad, actividades de ocio o el funcionamiento social (por ejemplo, la persona no está dispuesta a tener una relación cercana porque dificultaría su pretensión de tener discapacidad), o con intentos por realmente convertirse en una persona con discapacidad, poniendo en riesgo significativo su salud o su vida".

Transcapacitados: también transexuales o medio cyborgs

Al igual que el transgenerismo y pese a su rareza, está encontrando diversos cauces para transmitir una imagen de normalidad, engrosando así las nuevas "modas" de la autopercepción.

Uno de ellos son los "influencers", así como su principal canal de difusión, las redes sociales.

Uno de los primeros casos conocidos que muestra ABC fue Jason Barnes -conocido como 'One Hand' Jason-, un hombre que se cortó un brazo e hizo creer que había sido un accidente, según reveló el National Post en un artículo publicado en 2015.

Previamente, Barnes había probado durante meses diferentes medios para cortar y aplastar la extremidad que nunca sintió como propia, entrenándose en primeros auxilios para no desangrarse e incluso practicando con piernas de animales suministradas por un carnicero. "Mi objetivo era hacer el trabajo sin esperanza de reconstrucción o reinserción", escribió en el sitio web de modificación corporal ModBlog.

Barnes ha aprovechado su afección para hacerla confluir con nuevas corrientes como el "transhumanismo" o los "hombres cyborg", pues se ha insertado una especie de "brazo biónico" que le permite hacer auténtica magia en la batería ganando el premio Guiness de los récords por este motivo.

Si el trastorno de identidad corporal ha sido relacionado en Barnes con tendencias cyborg, en el caso de Jørund Viktoria Alme, de Noruega, se encuentra en estrecha relación con la transexualidad. Así, este hombre perfectamente sano se presenta al mundo como una mujer discapacitada que usa cada día una silla de ruedas y manifiesta su deseo de quedar permanentemente lisiada.

Alme dijo en el programa de televisión matutino 'Good Morning Norway' en 2022 que todo comenzó cuando se encontraba en la escuela primaria y uno de sus compañeros apareció un día con una férula en la pierna y muletas.

"Mi corazón latía con fuerza, mi pulso aumentó y mi cuerpo se activó. Estaba increíblemente concentrado en él y en lo que implicaba todo esto. Según lo entiendo en retrospectiva, fue un reconocimiento de la situación y de que era yo quien debería haber estado en esa situación", explicó.

Chloe Jenning White es otra de las mujeres afectadas por este trastorno. Entre sus sueños se encuentran "tener un accidente de coche y quedar parapléjica" o ser "una mujer paralizada de cintura para abajo".

 

Otro de los casos más sonados de esta afección es el de Jewel Shuping, una mujer de Carolina del Norte de 21 años que se identificó como ciega y, para conseguirlo, se quemó los ojos con un producto de limpieza. Dicho procedimiento llegó de la mano de su psicóloga, quien decidió cumplir su 'sueño'. Primero le puso un anestésico local y, después, procedió a verter en sus ojos un líquido altamente corrosivo. "Me dolió, déjame decirte. Mis ojos gritaban y tenía el líquido bajando por mi mejilla, quemándome la piel. Pero todo lo que podía pensar era: 'Me estoy quedando ciega, todo va a estar bien'", relató a Barcroft TV.

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