Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

INFORMÓ AL CARDENAL PACELLI

Un obispo suizo conoció los planes de la masonería en España, alertó al Vaticano... y acertó

Los vaticinios de monseñor Aurelio Bacciarini, guanelliano, se cumplieron cuando la Guerra Civil ya era inevitable.

L.L./ReL

Niceto Alcalá-Zamora y Manuel Azaña.
Niceto Alcalá-Zamora y Manuel Azaña.
El diario L´Osservatore Romano publica este sábado un artículo del historiador Vicente Cárcel Ortí, especialista en el siglo XIX y en la persecución religiosa durante la Guerra Civil, que desvela una de las fuentes que alertaron al Vaticano de los planes de la masonería para la Segunda República.

Se trata del obispo suizo Aurelio Bacciarini (18731935), quien desde 1917 era administrador apostólico de la diócesis de Lugano, en el cantón del Ticino. A mediados de 1931 informó al cardenal secretario de Estado, Eugenio Pacelli (futuro Pío XII), de que había tenido conocimiento por fuentes muy fiables de que la masonería planeaba la sustitución del católico Niceto Alcalá-Zamora como presidente de la flamante Segunda República. Lo cual sucedería en mayo de 1936 mediante una maniobra anticonstitucional que terminó de deslegitimar el régimen en las semanas previas al estallido de la Guerra Civil.

Cárcel Ortí desgrana en el diario vaticano todas las iniciativas antirreligiosas adoptadas por la República, y explica cómo, tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, los candidatos republicanos «se impusieron sobre los monárquicos con violencia y amenazas antes de conocerse los resultados».

Aurelio Bacciarini
Bacciarini transmitió también «de forma reservada» que «había sabido de fuente segura que la masonería en España estaba ocupando los puestos clave del poder político para controlar la legislación del nuevo Estado mediante una legislación abiertamente anticlerical».

El valor del testigo

Estos datos llegaban al Vaticano también por otras vías, pero el testimonio del obispo suizo tenía un especial valor en la curia romana. Bacciarini era muy apreciado porque su labor como administrador apostólico del Ticino (de mayoría católica) había sido espectacular: impulsó la Acción Católica y logró que en todos los lugares públicos hubiese un crucifijo, al tiempo que en 1926 fundaba un diario católico, el Giornale del Popolo, que se mantiene hoy como una referencia de la Iglesia helvética.

Pero, además, Bacciarini había sido durante años el superior general de los guanellianos, esto es, de los Siervos de la Caridad y de las Hijas de Santa María de la Providencia, congregaciones fundadas por el sacerdote Luigi Guanella (18421915), beatificado por Pablo VI y cuyo decreto de canonización firmó en julio Benedicto XVI.

Beato Luigi Guanella
Guanella, que será elevado a los altares el próximo mes de febrero, había sido un íntimo amigo de San Pío X, con quien mantuvo frecuentes conversaciones para orientar la marcha de la Iglesia durante aquel pontificado, y por tanto la opinión de su sucesor en la congregación, monseñor Bacciarini, era muy apreciada y sirvió para orientar la actitud de Pío XI ante el anticatolicismo de Azaña, inspirador del bienio radical (19311933) y de la explosión antirreligiosa que cuajó tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936.
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