La restauradora del Ecce Homo de Borja aún lamenta: «No que se rieran de mí, sino del Cristo»
Un simple culebrón de verano situó en agosto 2012 la localidad de Borja (Zaragoza) y su Santuario de Misericordia en centro de la atención mundial. La restauración del Ecce Homo, obra de Elías García Martínez (1858-1934), por una vecina del pueblo, Cecilia Giménez, se convirtió en una noticia que convirtió el pueblo en destino de miles de curiosos y ha suscitado tesis doctorales, una marca de caramelos y hasta una ópera bufa.
“Yo llevaba reparando aquel Cristo desde hacía más de veinte años porque el Santuario de la Misericordia estaba muy dejado, las humedades desconcharon parte de la imagen y nunca pasó nada”, explica Cecilia a Elena Genillo en un reportaje que publica La Razón este domingo. Una filtración de agua borró el rostro del Cristo y a partir de ahí se desató la tormenta.
A Cecilia sigue sin hacerle gracia lo que ha sido motivo de despiadada chanza para mucha gente: “Siempre me ha causado mucho respeto, el pobre Ecce Homo ha sufrido muchas burlas… Al principio me lo tomé muy mal, no porque se rieran de mí, sino del Cristo, era como una ofensa a Dios. Yo soy muy religiosa, mucho, y llega un momento en el que te hacen mucho daño”.
Hoy Cecilia, de 87 años, vive en una residencia a la entrada de Borja junto con su hijo José Antonio, de 60, afectado desde su nacimiento por una parálisis cerebral. Ella sufrió un ictus hace dos años y se mueve en silla de ruedas. “Más quisiera yo poder andar para ocuparme de mi hijico...”, lamenta. Su hijo menor falleció con 20 años de una enfermedad muscular neurodegenerativa que le diagnosticaron cuando tenía 4.
Pero ella considera que ha sido feliz a pesar de las dificultades de la vida. Fue el fenómeno mediático de la restauración lo que la quebró. Sufrió una depresión que requirió tratamiento, pero nunca se enfadó con quienes la ridiculizaban o la importunaban durante las crecientes visitas a Borja, potenciado como destino turístico por estos hechos.
En 2013, informa La Razón, firmó un convenio con la Fundación Hospital Sancti Spiritus y Santuario de Misericordia, en virtud del cual el 59% de los beneficios del merchandising van a la residencia de ancianos del pueblo. El resto cubre las necesidades de su hijo.
En el santuario ha pasado los momentos más felices de su vida, desde su boda a la primera comunión de sus hijos. Con ellos y su marido ha vivido al lado del templo en tiempos que ahora evoca con gratitud. Y cuando reza ante el Ecce Homo, también le da las gracias: “Todo lo que te he cuidado yo a lo largo de los años me lo has querido devolver en forma de cariño de miles de personas que han viajado a Borja sólo para verme”.
Pincha aquí para leer en su integridad el reportaje de La Razón.
“Yo llevaba reparando aquel Cristo desde hacía más de veinte años porque el Santuario de la Misericordia estaba muy dejado, las humedades desconcharon parte de la imagen y nunca pasó nada”, explica Cecilia a Elena Genillo en un reportaje que publica La Razón este domingo. Una filtración de agua borró el rostro del Cristo y a partir de ahí se desató la tormenta.
A Cecilia sigue sin hacerle gracia lo que ha sido motivo de despiadada chanza para mucha gente: “Siempre me ha causado mucho respeto, el pobre Ecce Homo ha sufrido muchas burlas… Al principio me lo tomé muy mal, no porque se rieran de mí, sino del Cristo, era como una ofensa a Dios. Yo soy muy religiosa, mucho, y llega un momento en el que te hacen mucho daño”.
Hoy Cecilia, de 87 años, vive en una residencia a la entrada de Borja junto con su hijo José Antonio, de 60, afectado desde su nacimiento por una parálisis cerebral. Ella sufrió un ictus hace dos años y se mueve en silla de ruedas. “Más quisiera yo poder andar para ocuparme de mi hijico...”, lamenta. Su hijo menor falleció con 20 años de una enfermedad muscular neurodegenerativa que le diagnosticaron cuando tenía 4.
Pero ella considera que ha sido feliz a pesar de las dificultades de la vida. Fue el fenómeno mediático de la restauración lo que la quebró. Sufrió una depresión que requirió tratamiento, pero nunca se enfadó con quienes la ridiculizaban o la importunaban durante las crecientes visitas a Borja, potenciado como destino turístico por estos hechos.
En 2013, informa La Razón, firmó un convenio con la Fundación Hospital Sancti Spiritus y Santuario de Misericordia, en virtud del cual el 59% de los beneficios del merchandising van a la residencia de ancianos del pueblo. El resto cubre las necesidades de su hijo.
En el santuario ha pasado los momentos más felices de su vida, desde su boda a la primera comunión de sus hijos. Con ellos y su marido ha vivido al lado del templo en tiempos que ahora evoca con gratitud. Y cuando reza ante el Ecce Homo, también le da las gracias: “Todo lo que te he cuidado yo a lo largo de los años me lo has querido devolver en forma de cariño de miles de personas que han viajado a Borja sólo para verme”.
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