Podemos ser católicos serios y aún así divertirnos, dice Keith Messer
Vuelve a la Iglesia con 62 años, buscando el Misterio... y rompe teléfonos móviles en catequesis
Keith Messer volvió a la fe católica de su infancia hace 4 años, en 2014, a los 62 años. Y lo colocaron de catequista en la parroquia de Saint Mark (saintmarkeugene.org), en Oregón. Allí se divierte con técnicas educativas "rompedoras": destroza móviles, usa hondas con pelotas de ping pong... Los chicos prestan atención.
Keith explica en el Catholic Sentinel que desde que se hizo adulto se planteó preguntas religiosas y exploró las diversas posibilidades religiosas. Su familia era católica, y de niño, en Yakima (estado de Washington), iba a misa y a un colegio católico. Pero en la adolescencia, al ir al instituto y luego a la universidad, dejó de acudir a misa y se alejó de la fe, como tantos otros.
Distintos lugares, distintas religiones
Vivió en distintos lugares. Trabajó en Alaska, en Hawái, en Samoa... vendió publicidad en prensa y postes; también trabajó en el mundo de los muebles.
Y mientras tanto exploraba religiones.
Con veintipico años, en Hawái, fue budista.
Después se hizo cristiano metodista, una denominación protestante con pastores, pero sin presbíteros.
Más adelante le llamaron la atención los mormones, que no son propiamente cristianos (no creen en la Trinidad ni en la divinidad de Cristo).
Y luego fue evangélico de la Iglesia Cuadrangular, una iglesia pentecostal nacida en 1923, hoy con unos 9 millones de miembros por todo el mundo.
Ha estado en comunidades más tranquilas, como los metodistas, y más "marchosas" y entusiastas, como los pentecostales. Pero al final ha vuelto a la fe católica por la misa y el poder de los sacramentos y la liturgia.
Dignidad y reverencia en el culto
Valora del culto católico la dignidad, la reverencia, la liturgia con su respeto reverente... y lo contrasta con el culto "de música pop y después café" que ha vivido en otras iglesias.
"La Iglesia tiene que poner a los adoradores en contacto con lo sobrenatural, no solo darles entretenimiento", afirma. "No basta con sentarse en los bancos y ver; lo que importa es lo que pasa en tu corazón", afirma.
De alguna manera, siempre intuyó que la Iglesia verdadera era la católica, y cree que se sugiere en la misma cultura popular. Incluso en las películas de zombis, dice, si hay que mostrar "lo cristiano", enseguida aparece un cura. "Todos miran a la Iglesia Católica como LA Iglesia", dice él, que ha vivido en varias denominaciones.
Al volver a la Iglesia de su infancia, siente que "recupera" algo de su pasado, pero también que explora un territorio nuevo, que hay una nueva apreciación, un redescubrimiento del tesoro de la tradición católica.
Catequista de confirmación
Sus padres ya murieron y hoy él ayuda a cuidar al padre de su esposa. También disfruta como catequista de chavales, porque dice que siempre quiso ser maestro.
Usa distintas técnica para captar su atención y dice que le escuchan con interés.
Un día pactó con una alumna que trajera un móvil viejo y estropeado. En la sala, la chica fingió que hablaba por él en clase... Keith sacó un martillo y destrozó el móvil delante de todos. "Ya no hubo más móviles en clase ese año", dice.
Otra vez trajo pelotas de pingpong y una honda para poner a los chicos a practicar el tiro con honda antes de explicar la historia de David y Goliath. Objetivo: demostrar que la gente pequeña, con medios pequeños, pueden hacer cosas grandes con Dios.
"Muchos chicos vienen buscando solo cumplir con la confirmación, pero yo quiero que vuelvan después de confirmarse. Quiero mostrarles que puedes ser un católico serio y aún así divertirte mucho. Quiero que sepan que la religión no está separada del resto de la vida. No es solo para el domingo. Les pido ser católicos toda la semana", explica.
Con la fe católica dice que ha ganado también más valentía para hablar de su fe a otras personas. Antes, si alguien criticaba a Jesús o el cristianismo, se mantenía callado (y eso que era un vendedor experto). Ahora responde con amabilidad y considera un honor defender la fe. Explica a sus contertulios que rezará por ellos. Y quiere, sobre todo, que su forma de vivir muestre la bonda de Cristo y su iglesia.
Keith explica en el Catholic Sentinel que desde que se hizo adulto se planteó preguntas religiosas y exploró las diversas posibilidades religiosas. Su familia era católica, y de niño, en Yakima (estado de Washington), iba a misa y a un colegio católico. Pero en la adolescencia, al ir al instituto y luego a la universidad, dejó de acudir a misa y se alejó de la fe, como tantos otros.
Distintos lugares, distintas religiones
Vivió en distintos lugares. Trabajó en Alaska, en Hawái, en Samoa... vendió publicidad en prensa y postes; también trabajó en el mundo de los muebles.
Y mientras tanto exploraba religiones.
Con veintipico años, en Hawái, fue budista.
Después se hizo cristiano metodista, una denominación protestante con pastores, pero sin presbíteros.
Más adelante le llamaron la atención los mormones, que no son propiamente cristianos (no creen en la Trinidad ni en la divinidad de Cristo).
Y luego fue evangélico de la Iglesia Cuadrangular, una iglesia pentecostal nacida en 1923, hoy con unos 9 millones de miembros por todo el mundo.
Ha estado en comunidades más tranquilas, como los metodistas, y más "marchosas" y entusiastas, como los pentecostales. Pero al final ha vuelto a la fe católica por la misa y el poder de los sacramentos y la liturgia.
Dignidad y reverencia en el culto
Valora del culto católico la dignidad, la reverencia, la liturgia con su respeto reverente... y lo contrasta con el culto "de música pop y después café" que ha vivido en otras iglesias.
"La Iglesia tiene que poner a los adoradores en contacto con lo sobrenatural, no solo darles entretenimiento", afirma. "No basta con sentarse en los bancos y ver; lo que importa es lo que pasa en tu corazón", afirma.
De alguna manera, siempre intuyó que la Iglesia verdadera era la católica, y cree que se sugiere en la misma cultura popular. Incluso en las películas de zombis, dice, si hay que mostrar "lo cristiano", enseguida aparece un cura. "Todos miran a la Iglesia Católica como LA Iglesia", dice él, que ha vivido en varias denominaciones.
Al volver a la Iglesia de su infancia, siente que "recupera" algo de su pasado, pero también que explora un territorio nuevo, que hay una nueva apreciación, un redescubrimiento del tesoro de la tradición católica.
Catequista de confirmación
Sus padres ya murieron y hoy él ayuda a cuidar al padre de su esposa. También disfruta como catequista de chavales, porque dice que siempre quiso ser maestro.
Usa distintas técnica para captar su atención y dice que le escuchan con interés.
Un día pactó con una alumna que trajera un móvil viejo y estropeado. En la sala, la chica fingió que hablaba por él en clase... Keith sacó un martillo y destrozó el móvil delante de todos. "Ya no hubo más móviles en clase ese año", dice.
Otra vez trajo pelotas de pingpong y una honda para poner a los chicos a practicar el tiro con honda antes de explicar la historia de David y Goliath. Objetivo: demostrar que la gente pequeña, con medios pequeños, pueden hacer cosas grandes con Dios.
"Muchos chicos vienen buscando solo cumplir con la confirmación, pero yo quiero que vuelvan después de confirmarse. Quiero mostrarles que puedes ser un católico serio y aún así divertirte mucho. Quiero que sepan que la religión no está separada del resto de la vida. No es solo para el domingo. Les pido ser católicos toda la semana", explica.
Con la fe católica dice que ha ganado también más valentía para hablar de su fe a otras personas. Antes, si alguien criticaba a Jesús o el cristianismo, se mantenía callado (y eso que era un vendedor experto). Ahora responde con amabilidad y considera un honor defender la fe. Explica a sus contertulios que rezará por ellos. Y quiere, sobre todo, que su forma de vivir muestre la bonda de Cristo y su iglesia.
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