El padre Shroff conoció el cristianismo en la universidad en Canadá
Del zoroastrismo a sacerdote católico tras enamorarse de la Liturgia, en Pascua bautizará a su madre
No es muy frecuente que un sacerdote tenga la oportunidad de bautizar a su propia madre pero hay ocasiones en las que ocurre. Y esta bendición la podrá cumplir el padre Hezuk Shroff cuando introduzca a su madre en la Iglesia a través del bautismo en la ya cercana Vigilia Pascual.
El padre Shroff es también un converso y descubrió la fe de adulto pues él es de origen parsi, una minoría ubicada principalmente en la India que practica la religión zoroástrica, que era la mayoritaria en Persia antes de la conquista islámica. De hecho, parsi significa persa.
Una religión antigua y perseguida
El zoroastrismo es una fe antigua, de la que muchos estudiosos creen que procedían los magos de oriente. Y los parsis empezaron a emigrar a lo que hoy es India huyendo de la persecución islámica hace ya casi 1.000 años, representando esta comunidad la más numerosa de los seguidores de Zoroastro.
Shroff nació en esta comunidad zoroástrica en la India en 1971 pero emigró junto a toda su familia a Canadá, involucrándose en un grupo de esta pequeña religión aunque en realidad su familia no era especialmente religiosa.
En declaraciones a Crux, el padre Shroff cuenta que fue educado en las enseñanzas de esta religión mientras crecía siendo un niño introvertido y reservado.
Conoció el cristianismo en la universidad
Este joven no conoció personalmente el cristianismo y a sus seguidores hasta que empezó sus estudios de Bioquímica en la Universidad McGill de Montreal. Su compañero de cuarto era un “ferviente cristiano pentecostal, que me presentó la iglesia evangélica local y el Evangelio, el mensaje de la fe cristiana y de la persona de Jesús”.
Sin embargo, Hezuk pronto comenzó a interesarse por el catolicismo y a leer libros sobre la Iglesia Católica y en 1994 acompañó a uno de sus compañeros de la universidad a misa en la basílica de San Patricio, en Montreal.
Fascinado por la misa
“La liturgia de la misa me fascinó, yo sabía en mi interior que este era un momento sagrado. Me enamoré de la belleza y la verdad de la fe católica. Como había oído sobre sobre la gracia de Dios, la Santa Eucaristía y la devoción de los fieles a la Virgen María y a los santos…me dije a mí mismo: “aquí es donde tenía que estar”.
Un año después, en 1995, Hozuk fue recibido en la Iglesia Católica en la Vigilia Pascual en la misma basílica a la que asistió a misa por primera vez.
Tras bautizarse, este joven de origen indio sintió una fuerte llamada a la vida religiosa. Estuvo tres años en Quebec y luego estuvo en Francia con los monjes benedictinos antes de darse cuenta de que no estaba hecho para la vida monástica. Y es que pasó seis años en la Comunidad de San Juan, donde estudió Filosofía y Teología.
En busqueda de su verdadera vocación
Mientras realizaba estos estudios el superior de la comunidad decidió enviar a Hozuk a la ciudad filipina de Cebu para pasar un tiempo en la misión. “Fue aquí en Filipinas tras trabajar en el ministerio juvenil, donde finalmente entendí que Dios me estaba llamando para servir como sacerdote diocesano”, afirma.
Y en particular descubrió que quería dedicarse a atender a los jóvenes, que se encontraban como ovejas sin pastor. Recuerda que en Filipinas, “los jóvenes me decían que su pastor no tenía tiempo para ellos porque estaba demasiado ocupado dirigiendo la parroquia. Pensé, ¡qué triste! Después de todo, ¿no es la misión principal de un cura el cuidado de las almas confiadas a él?”.
Ordenado en la festividad de la Virgen de Fátima
Con esta inquietud volvió a Canadá en 2006 donde ingresó en el seminario diocesano para ser sacerdote par la Archidiócesis de Ottawa. El 13 de mayo de 2011, festividad de la Virgen de Fátima, fue ordenado sacerdote.
Su familia, todos zoroastristas, no se opuso a su conversión y tanto su padre, su madre, su hermana como familiares suyos llegados en coche desde Chicago decidieron acompañarle en su ordenación.
Su madre oraba para que fuera sacerdote
“Mi madre estaba muy feliz con mi conversión, e incluso había estado rezando para que yo fuera sacerdote”, cuenta este religioso. Por su parte, para su padre fue más difícil aunque respetó y apoyó su decisión.
Él quiso demostrar a su padre que abrazar el catolicismo no era rechazar su patrimonio cultural y su historia. “Me hice católico no porque despreciara mis raíces o mi infancia, sino porque sentí que Cristo me llamaba a ser uno de los suyos”.
Y así llegó también la conversión de su madre. Ella tenía una relación especial con la Iglesia Católica desde su infancia pues había estado en un internado católico. “Mi madre quiso ser católica durante la mayor parte de su vida, pero no podía a causa de las presiones y circunstancias externas”.
Es ahora cuando su madre cumplirá su sueño y con el ciento por uno. Tras realizar el catecumenado de adultos será bautizada como católica esta Pascua y precisamente a manos de su hijo. “Será bautizada exactamente 22 años después del día en el que yo recibí el bautismo”.
El padre Shroff es también un converso y descubrió la fe de adulto pues él es de origen parsi, una minoría ubicada principalmente en la India que practica la religión zoroástrica, que era la mayoritaria en Persia antes de la conquista islámica. De hecho, parsi significa persa.
Una religión antigua y perseguida
El zoroastrismo es una fe antigua, de la que muchos estudiosos creen que procedían los magos de oriente. Y los parsis empezaron a emigrar a lo que hoy es India huyendo de la persecución islámica hace ya casi 1.000 años, representando esta comunidad la más numerosa de los seguidores de Zoroastro.
Shroff nació en esta comunidad zoroástrica en la India en 1971 pero emigró junto a toda su familia a Canadá, involucrándose en un grupo de esta pequeña religión aunque en realidad su familia no era especialmente religiosa.
En declaraciones a Crux, el padre Shroff cuenta que fue educado en las enseñanzas de esta religión mientras crecía siendo un niño introvertido y reservado.
Conoció el cristianismo en la universidad
Este joven no conoció personalmente el cristianismo y a sus seguidores hasta que empezó sus estudios de Bioquímica en la Universidad McGill de Montreal. Su compañero de cuarto era un “ferviente cristiano pentecostal, que me presentó la iglesia evangélica local y el Evangelio, el mensaje de la fe cristiana y de la persona de Jesús”.
Sin embargo, Hezuk pronto comenzó a interesarse por el catolicismo y a leer libros sobre la Iglesia Católica y en 1994 acompañó a uno de sus compañeros de la universidad a misa en la basílica de San Patricio, en Montreal.
Fascinado por la misa
“La liturgia de la misa me fascinó, yo sabía en mi interior que este era un momento sagrado. Me enamoré de la belleza y la verdad de la fe católica. Como había oído sobre sobre la gracia de Dios, la Santa Eucaristía y la devoción de los fieles a la Virgen María y a los santos…me dije a mí mismo: “aquí es donde tenía que estar”.
Un año después, en 1995, Hozuk fue recibido en la Iglesia Católica en la Vigilia Pascual en la misma basílica a la que asistió a misa por primera vez.
Tras bautizarse, este joven de origen indio sintió una fuerte llamada a la vida religiosa. Estuvo tres años en Quebec y luego estuvo en Francia con los monjes benedictinos antes de darse cuenta de que no estaba hecho para la vida monástica. Y es que pasó seis años en la Comunidad de San Juan, donde estudió Filosofía y Teología.
En busqueda de su verdadera vocación
Mientras realizaba estos estudios el superior de la comunidad decidió enviar a Hozuk a la ciudad filipina de Cebu para pasar un tiempo en la misión. “Fue aquí en Filipinas tras trabajar en el ministerio juvenil, donde finalmente entendí que Dios me estaba llamando para servir como sacerdote diocesano”, afirma.
Y en particular descubrió que quería dedicarse a atender a los jóvenes, que se encontraban como ovejas sin pastor. Recuerda que en Filipinas, “los jóvenes me decían que su pastor no tenía tiempo para ellos porque estaba demasiado ocupado dirigiendo la parroquia. Pensé, ¡qué triste! Después de todo, ¿no es la misión principal de un cura el cuidado de las almas confiadas a él?”.
Ordenado en la festividad de la Virgen de Fátima
Con esta inquietud volvió a Canadá en 2006 donde ingresó en el seminario diocesano para ser sacerdote par la Archidiócesis de Ottawa. El 13 de mayo de 2011, festividad de la Virgen de Fátima, fue ordenado sacerdote.
Su familia, todos zoroastristas, no se opuso a su conversión y tanto su padre, su madre, su hermana como familiares suyos llegados en coche desde Chicago decidieron acompañarle en su ordenación.
Su madre oraba para que fuera sacerdote
“Mi madre estaba muy feliz con mi conversión, e incluso había estado rezando para que yo fuera sacerdote”, cuenta este religioso. Por su parte, para su padre fue más difícil aunque respetó y apoyó su decisión.
Él quiso demostrar a su padre que abrazar el catolicismo no era rechazar su patrimonio cultural y su historia. “Me hice católico no porque despreciara mis raíces o mi infancia, sino porque sentí que Cristo me llamaba a ser uno de los suyos”.
Y así llegó también la conversión de su madre. Ella tenía una relación especial con la Iglesia Católica desde su infancia pues había estado en un internado católico. “Mi madre quiso ser católica durante la mayor parte de su vida, pero no podía a causa de las presiones y circunstancias externas”.
Es ahora cuando su madre cumplirá su sueño y con el ciento por uno. Tras realizar el catecumenado de adultos será bautizada como católica esta Pascua y precisamente a manos de su hijo. “Será bautizada exactamente 22 años después del día en el que yo recibí el bautismo”.
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