Sor Dorothy acompaña espiritualmente a los artistas de circo y educa en la fe a sus hijos
Desde hace 18 años, la hermana Dorothy Fabritze, religiosa de las Misioneras del Sacratísimo Corazón de Jesús, ejerce su labor evangelizador aen el mundo del circo, donde ya es toda una institución.
"Tengo lo mejor de los dos mundos”, confiesa en un reportaje de National Public Radio, en referencia a la vida nómada circense y a la estabilidad del convento al que pertenece, en Pennsylvania (Estados Unidos).
Sor Dorothy vive y viaja con payasos, domadores, funambulistas, trapecistas y acróbatas para velar por su instrucción religiosa y acompañarles espiritualmente, una labor evangelizadora que se completa con la presencia de un sacerdote para celebrar misa algunos domingos.
Reportaje sobre el ministerio especial del circo que llevan a cabo sacerdotes y religiosas en Estados Unidos, el que vemos diversos aspectos del apostolado de la hermana Dorothy.
“Para eso estoy aquí, solo quiero vivir el mensaje del Evangelio”, explica. Aunque en ocasiones echa una mano con labores más prosaicas, como hizo recientemente en Palmdale (California), cuando salió a pista a saludar antes de un número en el que una pareja de artistas demuestra puntería y sangre fría con el arco y las flechas: “Son un matrimonio excelente. Él le dispara y ella se quieta. ¡Yo no lo haría!”, bromea.
La hermana Dorothy junto a un grupo de monjas de Palmdale a las que invitó en noviembre a un espectáculo. Fotos de este artículo: Gloria Hillard (National Public Radio).
Sor Dorothy cuenta que al principio los miembros del circo la rehuían un poco, pero ya no es así: “No les pongo nerviosos, aunque delante de mí que son más cuidadosos en su forma de comportarse o hablar”.
La religiosa va cambiando de circo. Los últimos meses ha acompañado al Circo Vargas donde fue muy bien recibida, sobre todo por Ingrid Silva, de 23 años, una trapecista a quien preparó para la Primera Comunión y con quien había perdido el contacto. “Estaba en la taquilla vendiendo entradas cuando vi venir a la hermana Dorothy, y me llenó de paz verla”, cuenta Ingrid, quien se declara “muy feliz” de su regreso.
Katya Quiroga, co-propietaria del circo, afirma que trae serenidad a la troupe: “Se ha convertido en parte de nuestra familia, nos sentimos muy honrados de tenerla aquí”.
Cuando le preguntan durante cuánto tiempo continuará en este ministerio, Sor Dorothy lo tiene claro: “Dios me pidió empezar y Dios me dirá cuándo parar”. Mientras tanto, dice, cada vez que regresa a su convento tiene mucho que contar: “Las hermanas se interesan mucho en cada una de mis pequeñas historias”… y ella no las defrauda.
"Tengo lo mejor de los dos mundos”, confiesa en un reportaje de National Public Radio, en referencia a la vida nómada circense y a la estabilidad del convento al que pertenece, en Pennsylvania (Estados Unidos).
Sor Dorothy vive y viaja con payasos, domadores, funambulistas, trapecistas y acróbatas para velar por su instrucción religiosa y acompañarles espiritualmente, una labor evangelizadora que se completa con la presencia de un sacerdote para celebrar misa algunos domingos.
Reportaje sobre el ministerio especial del circo que llevan a cabo sacerdotes y religiosas en Estados Unidos, el que vemos diversos aspectos del apostolado de la hermana Dorothy.
“Para eso estoy aquí, solo quiero vivir el mensaje del Evangelio”, explica. Aunque en ocasiones echa una mano con labores más prosaicas, como hizo recientemente en Palmdale (California), cuando salió a pista a saludar antes de un número en el que una pareja de artistas demuestra puntería y sangre fría con el arco y las flechas: “Son un matrimonio excelente. Él le dispara y ella se quieta. ¡Yo no lo haría!”, bromea.
La hermana Dorothy junto a un grupo de monjas de Palmdale a las que invitó en noviembre a un espectáculo. Fotos de este artículo: Gloria Hillard (National Public Radio).
Sor Dorothy cuenta que al principio los miembros del circo la rehuían un poco, pero ya no es así: “No les pongo nerviosos, aunque delante de mí que son más cuidadosos en su forma de comportarse o hablar”.
La religiosa va cambiando de circo. Los últimos meses ha acompañado al Circo Vargas donde fue muy bien recibida, sobre todo por Ingrid Silva, de 23 años, una trapecista a quien preparó para la Primera Comunión y con quien había perdido el contacto. “Estaba en la taquilla vendiendo entradas cuando vi venir a la hermana Dorothy, y me llenó de paz verla”, cuenta Ingrid, quien se declara “muy feliz” de su regreso.
Katya Quiroga, co-propietaria del circo, afirma que trae serenidad a la troupe: “Se ha convertido en parte de nuestra familia, nos sentimos muy honrados de tenerla aquí”.
Cuando le preguntan durante cuánto tiempo continuará en este ministerio, Sor Dorothy lo tiene claro: “Dios me pidió empezar y Dios me dirá cuándo parar”. Mientras tanto, dice, cada vez que regresa a su convento tiene mucho que contar: “Las hermanas se interesan mucho en cada una de mis pequeñas historias”… y ella no las defrauda.
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