Secuestrado en 1999, firme frente al ébola en 2014: el padre Luis Pérez, Hijo Predilecto de Toledo
“Con sencillez, con humildad y con alegría”, explica Jesús López Muñoz, Delegado Diocesano de Misiones de Toledo, “ha recibido el Padre Luis Pérez s.x. la noticia de su nombramiento como Hijo Predilecto de Toledo”.
Una noticia que fuera transmitida por la Alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón Jaime, a la Delegación Diocesana de Misiones de Toledo, a la par que reconocía el compromiso del misionero javeriano en las dificultades que Sierra Leona ha vivido con el ébola y en otras épocas de la acción misionera del Padre Luis Pérez en África.
Con este nombramiento de Hijo Predilecto de Toledo se reconoce la vida misionera del Padre Luis Pérez, natural de Toledo, que siempre ha sido humilde, con el servicio y la entrega como sus pilares de acción, haciéndose uno más junto a los africanos.
El mismo Padre Luis Pérez ha afirmado que en la misión ha estado “a las duras y a las maduras, al que le tocan las maduras, muy bien, al que le tocan las duras… pues también bien”.
Luis Pérez s.x. es misionero en uno de los países más pobres del mundo, a pesar de sus riquezas naturales. En este país permaneció de 1996 a 2002, regresando en el año 2014, en el momento inicial y culmen de la epidemia del ébola.
Siempre ha entendido este misionero toledano que su vida estaba junto con su pueblo, con los más débiles y sufrientes, como el Buen Pastor.
Este misionero javeriano en el año 1999 vivió un secuestro por grupos militares rebeldes en Sierra Leona, lo que le hace recordar a muchas de las personas que sufrieron y murieron en el conflicto, en una guerra civil que asoló este país africano y que le podría haber costado también a él la vida.
Sobre Toledo, y su vinculación con esta ciudad, el Padre Luis Pérez recuerda que su “vocación misionera surgió a partir de mi vocación sacerdotal”, destacando que “yo soy toledano” y ha estado siempre vinculado a la Parroquia El Buen Pastor de Toledo.
En esta parroquia toledana encontró el boletín Misioneros Javerianos, donde le llamó la atención como “los javerianos utilizaban mucho la palabra familia, mucho más que la palabra comunidad, que era la palabra, en parte más canónica, pero también más de moda entonces. Claro, a los dieciséis años, ese carácter de trabajo familiar, en grupo, me llamaba mucho. Esa fue una de las razones que hizo que me decantara por los javerianos”.
De lo vivido en Sierra Leona señala que “once años de guerra son tremendos para un país tan pequeño. Toda Sierra Leona, de norte a sur y de este a oeste, se vio afectada, y no es exagerado decir que el 95% de las familias sierraleonesas se vieron afectadas por la guerra, con todas sus terribles secuelas: muerte, amputación de miembros, refugiados, destrucción de aldeas y de posesiones, hambre, pillaje…”.
De esta presencia recuerda que “a los seis días de la entrada de los rebeldes en la capital, esto es, 12 de enero de 1999, los rebeldes entraron en nuestra misión y nos secuestraron a todos: cinco javerianos y seis Hermanas de la Caridad, las de la Madre Teresa. Nos llevaron a otro lugar y allí, recién llegados, nos encontramos con que uno de los secuestradores lucía en el pecho una cruz pectoral. Así supimos que también estaba secuestrado el arzobispo de Freetown, Monseñor Ganda”.
Una vez liberado contribuyó trabajando pastoralmente en el país, “echando una mano”, de manera especial ayudando a niños soldados, golpeados por constantes conflictos.
En su última presencia misionera, en 2014, el Padre Luis Pérez se encontró con otra realidad compleja y difícil en Sierra Leona, el ébola. El misionero javeriano hizo real la afirmación “cuando todos se van, ellos – los misioneros – se quedan”.
Quiso quedarse para ayudar en las máximas dificultades de la epidemia del ébola, haciéndose uno más junto a sus hermanos africanos, no estando de paso, sino estando y viviendo, siempre desde el Evangelio y la especial significación del trabajo misionero y el compromiso de los misioneros javerianos.
Para Toledo, para la Delegación Diocesana de Misiones de Toledo, es un orgullo contar con el Padre Luis Pérez en sus actividades de animación misionera, pero especialmente en la renovación constante del compromiso misionero que nos pone y posiciona a todos en permanente estado de misión.
Cuando el Papa Francisco estaba aterrizando en África, para iniciar su viaje misionero a Kenia, Uganda y República Centroafricana, debemos recordar la palabra “gratitud”, porque justo en ese momento se daba a conocer que el Padre Luis Pérez era nombrado Hijo Predilecto de Toledo.
Como el Papa Francisco ha afirmado en Kenia, “seamos discípulos misioneros, hombres y mujeres que irradien la verdad, la belleza y el poder del Evangelio, que transforma la vida. Hombres y mujeres que sean canales de la gracia de Dios, que permitan que la misericordia, la bondad y la verdad divinas sean los elementos para construir una casa sólida. Una casa que sea hogar, en la que los hermanos y hermanas puedan, por fin, vivir en armonía y respeto mutuo, en obediencia a la voluntad del verdadero Dios, que nos ha mostrado en Jesús el camino hacia la libertad y la paz que todo corazón ansía”.
Palabras del Papa Francisco en las que se reflejan todos los misioneros de la Archidiócesis de Toledo, el Padre Luis Pérez y los 144 misioneros toledanos que llevan el Evangelio a las periferias del mundo.
Una noticia que fuera transmitida por la Alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón Jaime, a la Delegación Diocesana de Misiones de Toledo, a la par que reconocía el compromiso del misionero javeriano en las dificultades que Sierra Leona ha vivido con el ébola y en otras épocas de la acción misionera del Padre Luis Pérez en África.
Con este nombramiento de Hijo Predilecto de Toledo se reconoce la vida misionera del Padre Luis Pérez, natural de Toledo, que siempre ha sido humilde, con el servicio y la entrega como sus pilares de acción, haciéndose uno más junto a los africanos.
El mismo Padre Luis Pérez ha afirmado que en la misión ha estado “a las duras y a las maduras, al que le tocan las maduras, muy bien, al que le tocan las duras… pues también bien”.
Luis Pérez s.x. es misionero en uno de los países más pobres del mundo, a pesar de sus riquezas naturales. En este país permaneció de 1996 a 2002, regresando en el año 2014, en el momento inicial y culmen de la epidemia del ébola.
Siempre ha entendido este misionero toledano que su vida estaba junto con su pueblo, con los más débiles y sufrientes, como el Buen Pastor.
Este misionero javeriano en el año 1999 vivió un secuestro por grupos militares rebeldes en Sierra Leona, lo que le hace recordar a muchas de las personas que sufrieron y murieron en el conflicto, en una guerra civil que asoló este país africano y que le podría haber costado también a él la vida.
Sobre Toledo, y su vinculación con esta ciudad, el Padre Luis Pérez recuerda que su “vocación misionera surgió a partir de mi vocación sacerdotal”, destacando que “yo soy toledano” y ha estado siempre vinculado a la Parroquia El Buen Pastor de Toledo.
En esta parroquia toledana encontró el boletín Misioneros Javerianos, donde le llamó la atención como “los javerianos utilizaban mucho la palabra familia, mucho más que la palabra comunidad, que era la palabra, en parte más canónica, pero también más de moda entonces. Claro, a los dieciséis años, ese carácter de trabajo familiar, en grupo, me llamaba mucho. Esa fue una de las razones que hizo que me decantara por los javerianos”.
De lo vivido en Sierra Leona señala que “once años de guerra son tremendos para un país tan pequeño. Toda Sierra Leona, de norte a sur y de este a oeste, se vio afectada, y no es exagerado decir que el 95% de las familias sierraleonesas se vieron afectadas por la guerra, con todas sus terribles secuelas: muerte, amputación de miembros, refugiados, destrucción de aldeas y de posesiones, hambre, pillaje…”.
De esta presencia recuerda que “a los seis días de la entrada de los rebeldes en la capital, esto es, 12 de enero de 1999, los rebeldes entraron en nuestra misión y nos secuestraron a todos: cinco javerianos y seis Hermanas de la Caridad, las de la Madre Teresa. Nos llevaron a otro lugar y allí, recién llegados, nos encontramos con que uno de los secuestradores lucía en el pecho una cruz pectoral. Así supimos que también estaba secuestrado el arzobispo de Freetown, Monseñor Ganda”.
Una vez liberado contribuyó trabajando pastoralmente en el país, “echando una mano”, de manera especial ayudando a niños soldados, golpeados por constantes conflictos.
En su última presencia misionera, en 2014, el Padre Luis Pérez se encontró con otra realidad compleja y difícil en Sierra Leona, el ébola. El misionero javeriano hizo real la afirmación “cuando todos se van, ellos – los misioneros – se quedan”.
Quiso quedarse para ayudar en las máximas dificultades de la epidemia del ébola, haciéndose uno más junto a sus hermanos africanos, no estando de paso, sino estando y viviendo, siempre desde el Evangelio y la especial significación del trabajo misionero y el compromiso de los misioneros javerianos.
Para Toledo, para la Delegación Diocesana de Misiones de Toledo, es un orgullo contar con el Padre Luis Pérez en sus actividades de animación misionera, pero especialmente en la renovación constante del compromiso misionero que nos pone y posiciona a todos en permanente estado de misión.
Cuando el Papa Francisco estaba aterrizando en África, para iniciar su viaje misionero a Kenia, Uganda y República Centroafricana, debemos recordar la palabra “gratitud”, porque justo en ese momento se daba a conocer que el Padre Luis Pérez era nombrado Hijo Predilecto de Toledo.
Como el Papa Francisco ha afirmado en Kenia, “seamos discípulos misioneros, hombres y mujeres que irradien la verdad, la belleza y el poder del Evangelio, que transforma la vida. Hombres y mujeres que sean canales de la gracia de Dios, que permitan que la misericordia, la bondad y la verdad divinas sean los elementos para construir una casa sólida. Una casa que sea hogar, en la que los hermanos y hermanas puedan, por fin, vivir en armonía y respeto mutuo, en obediencia a la voluntad del verdadero Dios, que nos ha mostrado en Jesús el camino hacia la libertad y la paz que todo corazón ansía”.
Palabras del Papa Francisco en las que se reflejan todos los misioneros de la Archidiócesis de Toledo, el Padre Luis Pérez y los 144 misioneros toledanos que llevan el Evangelio a las periferias del mundo.
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