Jill y James Sherk se casaron, ya católicos, en abril
Ella era atea y él era luterano...hasta conocer la visión católica del sexo y algo de Patrística
Jill, de familia de origen chino, y James Sherk, educado en una familia luterana en Canadá, tenían pocas posibilidades de conocerse, casarse como católicos y acudir a la Plaza de San Pedro vestidos de novios a recibir una bendición del Papa. Pero exactamente eso es lo que sucedió.
El viaje de Jill
Jill fue educada sin religión en su infancia en el sur de China por una tía y una abuela, hasta que pudo reunirse con sus padres en Nueva York en 1994 a los 11 años.
Su padre era escéptico hacia lo cristiano. Su madre, en cambio, vivió una especie de conversión relámpago en apenas dos meses y se hizo cristiana evangélica. Sin embargo, unos pocos meses después de bautizarse se suicidó. Su padre le echó la culpa al cristianismo.
“Independientemente de eso, me hice atea secularista. Y por el discurso de mi padre, estaba además especialmente enfadada con el cristianismo en particular”, explica Jill al Catholic Herald de Arlington.
En la clase de Historia del instituto le hablaron del ateísmo humanista, que anima a llevar una vida virtuosa sin apoyarse en la religión. “El humanismo era lo bueno de la vida. Pero mi rabia adolescente se filtraba en mi ateísmo. Acudía a iglesias protestantes a buscar pelea”, recuerda, comentando las discusiones que iniciaba en las noches de fraternidad o compañerismo de esas iglesias.
“Yo estaba muy enfadada y no escondía a nadie que los cristianos mataron a mi mamá”, explica.
Un amigo que invita, una mujer paciente...
Pero hacia 2007 las cosas cambiaron. Un amigo la invitó a una iglesia baptista y en este caso la predicación le que era “intuitivamente cierta”. Empezó a hablar con su amigo de las enseñanzas cristianas.
Había además una mujer en aquella iglesia llamada Laura que siempre respondía con paciencia y amor a sus ataques más groseros. “Probé mis viejos hábitos con ella, machacando su religión, machacando al Dios que ella ama… y ella simplemente ponía la otra mejilla y lloraba conmigo”, explica.
¿Si existe Lo Divino, cómo es?
Jill se abrió a la idea de que quizá sí existía algo que podía llamarse Dios.
Se planteó no dejarse llevar por lo emocional, sino analizar racionalmente las posibilidades.
¿Qué forma podía tener lo divino? Paso a paso fue examinando y descartando el panteísmo (que todo es Dios), el politeísmo (que hay muchos dioses), el taoísmo (que es más bien una filosofía antes que una enseñanza sobre lo divino), el dualismo (que da igual fuerza al bien y al mal) y el mero deísmo (con un dios lejano, desentendido y que no se muestra).
Llegó a la conclusión de que Dios se podía conocer, al menos en parte, que era personal (es Alguien, no algo) y monista (sólo puede ser Uno).
Al cabo de un año de investigación entendió que ella era ya monoteísta pero ¿debía ser cristiana, musulmana o judía? Estudió las tres religiones pero se dio cuenta que se sentía llamada a dar un salto de fe al cristianismo.
Además, se sintió fascinada por los antiguos Padres de la Iglesia y reconocía que lo que enseñaban encajaba con las enseñanzas en concreto de la Iglesia Católica. Ese sería su camino.
El proceso de James
James era de familia estadounidense pero se educó en Canadá, en el cristianismo luterano. En realidad, los temas religiosos no le interesaron hasta 2006, cuando se instaló en Washington y empezó a leer la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II. Quería entender cuál era la visión cristiana sobre la sexualidad.
[Lea aquí la historia de otro luterano convencido por la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II, que asusta a los puritanos]
Descubrió que hasta que los anglicanos aceptaron la anticoncepción en 1930 (el historiador luterano Allan C. Carlson explica aquí cómo fue eso) todas las iglesias cristianas habían estado en contra de limitar artificialmente la fecundidad y habían visto a los hijos y la fecundidad siempre como una riqueza y una bendición.
Defender la familia e ir contracorriente atrae
En pleno siglo XXI la Iglesia Católica se mantenía prácticamente sola en su oposición a la mentalidad contraceptiva, lo que hacía pensar a James en su fortaleza para ir contracorriente y en el papel del papado en el cristianismo. Si la Iglesia se mantenía firme pese a tantas presiones, quizá era cierto que su enseñanza era infalible y que había una infalibilidad papal, se planteó.
Esta composición junta varios iconos clásicos de los Padres de la Iglesia griega y latina
Durante un año y medio James se sumergió en la lectura de los antiguos Padres de la Iglesia, y sus investigaciones en Patrística le llevaron al convencimiento de que la Iglesia antigua, la de los primeros siglos, la que Cristo fundó, se parecía a la católica, no a ninguna iglesia protestante. En la vigilia de Pascua de 2009 James entró en la Iglesia Católica.
Un romance acelerado
Jill y James eran católicos conversos cuando se conocieron en 2014 y después de “un noviazgo-remolino” se casaron en Baltimore el 25 de abril de 2015. Por su luna de miel viajaron a Roma y el Papa bendijo a estos novios como suele hacer durante las audiencias de los miércoles. Esperan una niña para enero de 2016.
Asisten a la parroquia de Santa Elizabeth Ann Seton en Lake Ridge, una población de 40.000 habitantes en Virginia (EEUU) y consideran que es una bendición haber llegado a una misma fe y comunidad cada uno por su camino.
(Sobre sexo en clave católica lea también: 10 verdades sobre sexo políticamente incorrectas, explicadas por el obispo Munilla)
En el vídeo, Dawn Eden, que vivio una época de promiscuidad sexual cerca de grandes estrellas de la música rock y pop, explica cómo hoy defiende la castidad