Incluso la izquierda populista de Barcelona la homenajea
Muere con 91 años Sor Genoveva Masip, pionera en la acogida a enfermos de sida y madre de los pobres
Una Barceloneta apenada por la muerte el día anterior del poeta Paco Jover, muy querido en el barrio, acogió ayer con tristeza la noticia del fallecimiento, a los 91 años, de Genoveva Masip, monja fundadora de la Obra Social Santa Lluïsa de Marillac (www.osmarillac.org), muy conocida y respetada en el barrio.
Voces del vecindario incluso poco o nada religiosas recibieron la noticia con gran pena. «En el barrio era toda una institución. Todos la conocían y apreciaban. Si existen personas buenas en el mundo, ella era una ellas», apunta Manel Moscats, expresidente de la asociación de vecinos del eje marinero.
«Lo daba todo por los más desfavorecidos. Siempre iba a visitar a los mayores y a los enfermos; ayudaba a las personas que acaban de salir de la cárcel y no tenía dónde ir y a los alcohólicos y drogadictos», prosigue el vecino.
La actual concejala de Ciutat Vella, Gala Pin, durante muchos años portavoz de la asociación L´Òstia de la Barceloneta -el ala dura del movimiento vecinal de la zona-, destaca el trabajo de Masip «por la educación, la alimentación y la mejora de la higiene en el Somorrostro, y su tarea en toda la Barceloneta, que logró que Santa Lluïsa tenga un fuerte arraigo en el barrio».
Antes de instalarse en la Barcelona que ayer la lloraba y recordaba, Sor Genoveva, nacida en Sabadell en noviembre de 1923, había ayudado a las familias de las barracas de Montjuïc, Can Tunis y La Mina.
Masip era religiosa Hija de la Caridad y comenzó ejerciendo de maestra en Barcelona y Sabadell, aunque pronto despertó su vocación social. La gente que la conocía la define como una persona que «siempre atendía a todo el mundo, sin prejuicios, totalmente entregada a los demás, vinieran de donde vinieran».
Se ha llegado ha escribir de ella -Creu de Sant Jordi en 1992- que era la Teresa de Calcuta de la Barceloneta.
En su Barceloneta adoptiva recuerdan también cómo Masip fue pionera en la atención social a drogadictos, presos y enfermos de sida. Desde los años 70 se acercó a los presos de la Modelo y a las familias de las barracas y cuevas de Montjuïc, de Can Tunis, y de la Mina.
Más adelante, en los años 80, con la aparición de la heroína y del sida, Sor Genoveva recorría las calles del centro de Barcelona, del Somorrostro y de la Barceloneta para ofrecer un cobijo a los enfermos de sida que no tenían a dónde ir.
Quienes la trataron aseguran también que «les ayudaba a morir con dignidad», una aún pionera labor que llevaba a cabo junto al hermano de La Salle Adrià Trescents.
(ReL toma este artículo elogioso del diario pro-socialista y habitualmente anticlerical El Periódico de Catalunya, para mostrar la fuerza del testimonio de Sor Genoveva. Ella colaboró también en campañas de distintas entidades pro-vida y pro-familia, como la de la Plataforma Pacto por la Vida y la Dignidad).
Voces del vecindario incluso poco o nada religiosas recibieron la noticia con gran pena. «En el barrio era toda una institución. Todos la conocían y apreciaban. Si existen personas buenas en el mundo, ella era una ellas», apunta Manel Moscats, expresidente de la asociación de vecinos del eje marinero.
«Lo daba todo por los más desfavorecidos. Siempre iba a visitar a los mayores y a los enfermos; ayudaba a las personas que acaban de salir de la cárcel y no tenía dónde ir y a los alcohólicos y drogadictos», prosigue el vecino.
La actual concejala de Ciutat Vella, Gala Pin, durante muchos años portavoz de la asociación L´Òstia de la Barceloneta -el ala dura del movimiento vecinal de la zona-, destaca el trabajo de Masip «por la educación, la alimentación y la mejora de la higiene en el Somorrostro, y su tarea en toda la Barceloneta, que logró que Santa Lluïsa tenga un fuerte arraigo en el barrio».
Antes de instalarse en la Barcelona que ayer la lloraba y recordaba, Sor Genoveva, nacida en Sabadell en noviembre de 1923, había ayudado a las familias de las barracas de Montjuïc, Can Tunis y La Mina.
Masip era religiosa Hija de la Caridad y comenzó ejerciendo de maestra en Barcelona y Sabadell, aunque pronto despertó su vocación social. La gente que la conocía la define como una persona que «siempre atendía a todo el mundo, sin prejuicios, totalmente entregada a los demás, vinieran de donde vinieran».
Se ha llegado ha escribir de ella -Creu de Sant Jordi en 1992- que era la Teresa de Calcuta de la Barceloneta.
En su Barceloneta adoptiva recuerdan también cómo Masip fue pionera en la atención social a drogadictos, presos y enfermos de sida. Desde los años 70 se acercó a los presos de la Modelo y a las familias de las barracas y cuevas de Montjuïc, de Can Tunis, y de la Mina.
Más adelante, en los años 80, con la aparición de la heroína y del sida, Sor Genoveva recorría las calles del centro de Barcelona, del Somorrostro y de la Barceloneta para ofrecer un cobijo a los enfermos de sida que no tenían a dónde ir.
Quienes la trataron aseguran también que «les ayudaba a morir con dignidad», una aún pionera labor que llevaba a cabo junto al hermano de La Salle Adrià Trescents.
(ReL toma este artículo elogioso del diario pro-socialista y habitualmente anticlerical El Periódico de Catalunya, para mostrar la fuerza del testimonio de Sor Genoveva. Ella colaboró también en campañas de distintas entidades pro-vida y pro-familia, como la de la Plataforma Pacto por la Vida y la Dignidad).
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