Un cartel en su parroquia decía «Jesús sana»... y entró
Dejó el seminario para hacer yoga y seguir gurús hindúes, hasta que Cristo se le mostró en oración
El padre Paresh Parmar es un predicador y sacerdote popular entre los católicos de la India, pero su camino hacia Jesucristo no fue fácil, y pasó por años de búsqueda espiritual en el yoga y el hinduismo. Una experiencia mística en una oración con el Santísimo Expuesto cambió su vida.
Fe rutinaria, inquietud por los demás
La familia Parmar era católica desde tan solo dos generaciones. La iglesia en su región de Gujarat tiene poco más de un siglo de historia. Él creció en Bombay, el menor de seis hermanos. Su padre murió siendo él adolescente. Paresh no tenía una fe firme, iba a misa sólo por rutina.
Pero sí tenía una gran inquietud por los demás. En la universidad, estudiando ingeniería de producción, se implicó mucho en el trabajo social con hospitales y en donaciones de sangre. Hubo una experiencia que le transformó. Se desvivió, junto con otros compañeros, por conseguir sangre para una niña de 11 años que tenía leucemia. Lograron donantes y dinero para su caro tratamiento. Y pese a todo, ella murió después de 6 meses de esfuerzos.
“Mi perspectiva sobre la vida cambió. Mi sueño era tener éxito, ir al extranjero y trabajar, pero de repente vi que nada ni nadie puede impedir la muerte, no importa cuanto dinero tengas”, explica.
Buscar a Dios fuera del mundo
La pregunta sobre el dolor y el sufrimiento llevó a la pregunta por Dios. Leyendo libros filosóficos de Swami Vivekananda llegó a la conclusión de que uno no puede encontrar a Dios “en casa”, que hay que renunciar al mundo. Y aunque tenía “poca o ninguna fe en Jesús” fue a Gujarat y entró en el seminario.
Estuvo allí un año. “Aunque intentaba ser sacerdote no podía experimentar a Dios”, recuerda. Aquello no le llenaba, y dejó el seminario. Sus hermanos y cuñadas intentaban casarle, él probó a poner en marcha una fábrica… pero nada de eso saciaba su deseo de experimentar a Dios, un deseo que crecía.
Fuera de la iglesia, entre el yoga y el hinduismo
Dejando de lado la Iglesia, buscó en el hinduismo. “No sabía que hacer, y empecé a visitar famosos swamis [sabios hindúes] y gurús de toda la India. Visité muchos ashrams [centros de espiritualidad hindú]. Cada lunes iba al templo de Shiva. De martes a viernes iba al templo de Kali y Durga, y los sábados al de Hanuman. Me levantaba a las tres y media de la mañana, me daba un baño frío, hacía yoga kriya”, dice refiriéndose a una variante de yoga especialmente orientada a la búsqueda de la unión con lo divino.
Dejó por completo de ir a misa. Le visitaban swamis famosos y a menudo se iba de retiro a sus ashrams en la jungla durante 10 o 15 días. Un gurú de 108 años le dio un mantra, un cántico repetitivo, para recitar sin cesar.
“Debido a mi práctica en el yoga, empecé a recibir algunos dones psíquicos, pero mis gurús hindúes me repetían que si me quedaba atascado en los dones espirituales, no podría experimentar al Dador de los Dones, es decir, a Dios. Y continué mi búsqueda. Un conocido hatha-yogi de Malad, Bombay, me dijo varias veces que Jesús era mi gurú y que yo debía llegar a ser cura. Mi madre estaba preocupada viéndome correr tras los gurús”.
Pasando ante la parroquia, un cartel
Cuando habían pasado dos años y medio desde que dejó el seminario, el 7 de junio de 1994 sucedió algo que cambió su vida.
Al pasar por delante de la parroquia católica de su barrio (la parroquia de Santa Teresa en Bandra, Mumbai) vio un cartel donde se leía en grandes letras: “Jesús sana”.
“Una fuerza me atrajo a la iglesia. Yo no sabía nada del movimiento carismático en esa época. Cuando entré vi al padre Joe Santiago de la diócesis de Poona dirigiendo una oración. La gente gritaba a pleno pulmón “aleluya” ante el Santísimo expuesto. Me pareció un poco extraño, me sentí fuera de lugar y estaba esperando a que acabasen para salir de esa chaladura”, reconoce.
“A las 9 de la tarde el sacerdote nos pidió que nos levantáramos y orásemos para que el Señor nos tocase. También yo me levanté mirando alrededor con curiosidad. Y he aquí lo que pasó. De repente vi una bola de luz en el altar. La luz entró en mi corazón y caí al suelo. La luz me abrazaba y envolvía. Reconocí la luz al instante. Era Jesús. Jesús estaba justo frente a mí. Podía oir su voz, que me decía: ‘Yo soy el amo que buscas. Tengo un plan para ti, que seas sacerdote. Vete a Gujarat, tengo un plan para ti allí’. Pude experimentar esa luz unos diez minutos. Pude experimentar un poder que entraba en mi cuerpo y otro poder que dejaba mi cuerpo. Estaba siendo transformado, como Saulo al convertirse en Pablo.”
Un cambio radical
“Tras esa oración, me encontré cambiado. Llegué a casa y por primera vez en mi vida empecé a leer la Biblia con devoción. Milagrosamente retomé el contacto con un compañero de instituto, Ralph, que estaba en un ministerio de sanación. Me uní a su grupo de oración, recibí el don de lenguas y el de sanación. Confirmando el llamado de Dios, dejé mi casa de nuevo para ser sacerdote. Fui a Gujarat, hablé con el obispo de Ahmedabad y me aceptó en su diócesis. Yo tenía 28 años”.
Desde entonces, Paresh Parmar ha sido sacerdote, dedicando mucho tiempo a la oración por enfermos, la predicación y la formación de jóvenes católicos. “Si alguno está buscando al verdadero Dios Viviente, que se quede con Jesús. Yo he seguido el sendero complicado y estoy convencido de eso sin duda alguna”, concluye.
(Paresh Parmar fue transformado por una oración carismática de alabanza y sanación con el Santísimo expuesto, que le pareció entonces "una chaladura"; ahora que es sacerdote, él mismo oficia estas oraciones, como se puede ver en este vídeo en YouTube, al estilo de los católicos carismáticos en la India).
Fe rutinaria, inquietud por los demás
La familia Parmar era católica desde tan solo dos generaciones. La iglesia en su región de Gujarat tiene poco más de un siglo de historia. Él creció en Bombay, el menor de seis hermanos. Su padre murió siendo él adolescente. Paresh no tenía una fe firme, iba a misa sólo por rutina.
Pero sí tenía una gran inquietud por los demás. En la universidad, estudiando ingeniería de producción, se implicó mucho en el trabajo social con hospitales y en donaciones de sangre. Hubo una experiencia que le transformó. Se desvivió, junto con otros compañeros, por conseguir sangre para una niña de 11 años que tenía leucemia. Lograron donantes y dinero para su caro tratamiento. Y pese a todo, ella murió después de 6 meses de esfuerzos.
“Mi perspectiva sobre la vida cambió. Mi sueño era tener éxito, ir al extranjero y trabajar, pero de repente vi que nada ni nadie puede impedir la muerte, no importa cuanto dinero tengas”, explica.
Buscar a Dios fuera del mundo
La pregunta sobre el dolor y el sufrimiento llevó a la pregunta por Dios. Leyendo libros filosóficos de Swami Vivekananda llegó a la conclusión de que uno no puede encontrar a Dios “en casa”, que hay que renunciar al mundo. Y aunque tenía “poca o ninguna fe en Jesús” fue a Gujarat y entró en el seminario.
Estuvo allí un año. “Aunque intentaba ser sacerdote no podía experimentar a Dios”, recuerda. Aquello no le llenaba, y dejó el seminario. Sus hermanos y cuñadas intentaban casarle, él probó a poner en marcha una fábrica… pero nada de eso saciaba su deseo de experimentar a Dios, un deseo que crecía.
Fuera de la iglesia, entre el yoga y el hinduismo
Dejando de lado la Iglesia, buscó en el hinduismo. “No sabía que hacer, y empecé a visitar famosos swamis [sabios hindúes] y gurús de toda la India. Visité muchos ashrams [centros de espiritualidad hindú]. Cada lunes iba al templo de Shiva. De martes a viernes iba al templo de Kali y Durga, y los sábados al de Hanuman. Me levantaba a las tres y media de la mañana, me daba un baño frío, hacía yoga kriya”, dice refiriéndose a una variante de yoga especialmente orientada a la búsqueda de la unión con lo divino.
Dejó por completo de ir a misa. Le visitaban swamis famosos y a menudo se iba de retiro a sus ashrams en la jungla durante 10 o 15 días. Un gurú de 108 años le dio un mantra, un cántico repetitivo, para recitar sin cesar.
“Debido a mi práctica en el yoga, empecé a recibir algunos dones psíquicos, pero mis gurús hindúes me repetían que si me quedaba atascado en los dones espirituales, no podría experimentar al Dador de los Dones, es decir, a Dios. Y continué mi búsqueda. Un conocido hatha-yogi de Malad, Bombay, me dijo varias veces que Jesús era mi gurú y que yo debía llegar a ser cura. Mi madre estaba preocupada viéndome correr tras los gurús”.
Pasando ante la parroquia, un cartel
Cuando habían pasado dos años y medio desde que dejó el seminario, el 7 de junio de 1994 sucedió algo que cambió su vida.
Al pasar por delante de la parroquia católica de su barrio (la parroquia de Santa Teresa en Bandra, Mumbai) vio un cartel donde se leía en grandes letras: “Jesús sana”.
“Una fuerza me atrajo a la iglesia. Yo no sabía nada del movimiento carismático en esa época. Cuando entré vi al padre Joe Santiago de la diócesis de Poona dirigiendo una oración. La gente gritaba a pleno pulmón “aleluya” ante el Santísimo expuesto. Me pareció un poco extraño, me sentí fuera de lugar y estaba esperando a que acabasen para salir de esa chaladura”, reconoce.
“A las 9 de la tarde el sacerdote nos pidió que nos levantáramos y orásemos para que el Señor nos tocase. También yo me levanté mirando alrededor con curiosidad. Y he aquí lo que pasó. De repente vi una bola de luz en el altar. La luz entró en mi corazón y caí al suelo. La luz me abrazaba y envolvía. Reconocí la luz al instante. Era Jesús. Jesús estaba justo frente a mí. Podía oir su voz, que me decía: ‘Yo soy el amo que buscas. Tengo un plan para ti, que seas sacerdote. Vete a Gujarat, tengo un plan para ti allí’. Pude experimentar esa luz unos diez minutos. Pude experimentar un poder que entraba en mi cuerpo y otro poder que dejaba mi cuerpo. Estaba siendo transformado, como Saulo al convertirse en Pablo.”
Un cambio radical
“Tras esa oración, me encontré cambiado. Llegué a casa y por primera vez en mi vida empecé a leer la Biblia con devoción. Milagrosamente retomé el contacto con un compañero de instituto, Ralph, que estaba en un ministerio de sanación. Me uní a su grupo de oración, recibí el don de lenguas y el de sanación. Confirmando el llamado de Dios, dejé mi casa de nuevo para ser sacerdote. Fui a Gujarat, hablé con el obispo de Ahmedabad y me aceptó en su diócesis. Yo tenía 28 años”.
Desde entonces, Paresh Parmar ha sido sacerdote, dedicando mucho tiempo a la oración por enfermos, la predicación y la formación de jóvenes católicos. “Si alguno está buscando al verdadero Dios Viviente, que se quede con Jesús. Yo he seguido el sendero complicado y estoy convencido de eso sin duda alguna”, concluye.
(Paresh Parmar fue transformado por una oración carismática de alabanza y sanación con el Santísimo expuesto, que le pareció entonces "una chaladura"; ahora que es sacerdote, él mismo oficia estas oraciones, como se puede ver en este vídeo en YouTube, al estilo de los católicos carismáticos en la India).
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