Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Jim Murphy habla a ReL de la nueva evangelización

Una experiencia mística radical, 6.300 km a pie con una cruz y 43 años como predicador laico

Durante un tiempo buscó tesoros bajo el mar, pero Dios le hizo buscarlos en los corazones. Ha presidido a 9 millones de católicos carismáticos en EEUU. Predicó en Madrid el pasado fin de semana en el colegio Virgen del Recuerdo.

Pablo J. Ginés/ReL

Jim Murphy nació en 1952 en una familia católica en Detroit, Michigan. Estudió en un colegio católico, y con sus dos hermanos acompañaba a sus padres a misa cada domingo. En casa, solían rezar juntos por la noche. Como es común, a los 16 años empezó a cuestionarse su relación con la fe. "¿Creo en esto por mí mismo?", se preguntaba. Y ¿qué sentido tenía vivir? ¿Para qué? Inició una búsqueda y "pronto me di cuenta de que buscaba algo que el mundo no podía darme". Pero eso no era ningún consuelo.

Una experiencia mística en la noche
Y en la noche de Pascua de 1969, con 17 años, Jim tuvo una experiencia mística que cambió su vida para siempre.

"Era de noche. Yo estaba en mi habitación, con la puerta cerrada, y lloraba, porque no veía qué sentido tenía la vida. Entonces sentí una presencia, real. Supe que alguien estaba allí, conmigo. Era una presencia de gran poder y de gran amor. No vi luces, no hubo sonidos, pero en mi interior sentí paz y amor."

"Y entonces noté en mi corazón una voz que me hablaba. No era una imagen o una sensación. Eran palabras. Era un mensaje con palabras, muy claras, precisas. Me decían: "Has intentado encontrar la forma de ser feliz, pleno. Siempre tú, tú, tú. Nunca me dejaste ser parte de tu vida".

"Supe que era Jesús. Tuve la sensación de que Dios me estaba ofreciendo su ayuda para mi vida. Y tuve una visión, muy clara. Era como ver un vídeo. Veía a Jesús en la Cruz. Estaba vivo en la Cruz, sufría de forma horrible, yo veía la sangre y las heridas, era terrible. Y me dijo: "cuando pasé por esto, no pensaba que tu respuesta sería, simplemente, ir a misa o ayudar en la parrroquia. No pasé esto sólo para que vayas a misa. Pasé esto para que seamos amigos y para ser parte de tu vida".

"Y toda mi comprensión de lo que era ser cristiano cambió. Entendí que ser cristiano no es hacer cosas. Entendí que es una actitud. Que Jesús quería más. Sí, claro que es bueno ir a misa. Él no estaba criticando la misa o la Iglesia: me estaba reclamando a mí."

Predicador desde los 17 años
Jim pudo hablar de su experiencia con su hermana, dos años mayor que él. "Ella había tenido una experiencia de conversión en la Renovación Carismática, que acababa de nacer en 1967 y se extendía por Michigan, y me la había contado, pero yo no entendí nada de lo que me contaba ella ni le presté ninguna atención. Hasta que me pasó a mí", explica Murphy. A través de su hermana, empezó a tratar con grupos carismáticos. "Ella aún es responsable en una comunidad de Ann Arbor, en Michigan", explica. Ese mismo año, invitaron a Jim a dar una charla en la parroquia, a cinco adolescentes. Desde entonces, no ha dejado de predicar.

Durante mucho tiempo intentó compaginar su llamado a la predicación y evangelización con sus otras pasiones. "Mi padre era capitán de barco. Yo quería dedicarme a rescatar tesoros submarinos, hacer arqueología... ¡Conocí España leyendo de sus galeones! Yo tenía barco para practicar". Se sacó un título de graduado social, pero trabajó en mil cosas asombrosas: prospecciones en Alaska, investigación arqueológica en Hispanoamérica, guitarrista en una banda, conductor de camión, conductor de barco en viajes charter, trabajó en una tienda de verduras... y una vez fue guardaspaldas de la Madre Teresa de Calcuta. Y sin dejar de predicar.

Pero llegó un momento en que decidió dedicarse al Evangelio a tiempo completo. "Sentí que Dios me decía que hay muchos tesoros que rescatar, que no están bajo el mar sino en los corazones de la gente", explica.

Cruzando EEUU a pie con la cruz
En 1992, con 40 años, después de leer una carta de la Conferencia Episcopal de EEUU titulada "Herencia y esperanza", Jim tomó una cruz de madera de 1,8 metros y se puso a caminar por Estados Unidos, de Florida a California, viviendo de la Providencia y la caridad, y durmiendo en cualquier sitio. "A menudo venía gente a pedirme que rezara por ellos, por sus parientes enfermos, etc...", explica. "El hombre que camina con la cruz", titulaba la prensa. Caminó 6.300 kilómetros: el equivalente a 8 veces el Camino de Santiago desde Roncesvalles. Le costó 18 meses y gastó 14 pares de zapatos.

Poco después de acabar su gran viaje evangelizador, con 42 años, se casó. "Tenemos un hijo de 16 años, y vivimos de la providencia de Dios. Yo voy a donde me invitan a predicar y predico. Si me pagan, ¡gloria a Dios!, puedo pagar mis facturas. Pero no siempre me pagan. Mi mujer, Susan, lleva la casa y atiende a nuestro hijo. Yo viajo mucho. Yo ya se lo dije: mira, Susan, mi vida es así, este soy yo, y ella dijo, OK, quiero sumarme. A veces ha sido duro, claro, pero ya lo sabíamos".

Perspectiva para evangelizar
Jim tiene ahora 60 años recién cumplidos y 43 años de experiencia como predicador itinerante. Fue presidente durante un tiempo de la Renovación Carismática Católica en EEUU (que implica a unos 9 millones de personas), presidente de una asociación ecuménica de evangelización de jóvenes y, actualmente, un miembro de ICCRS (www.iccrs.org), la coordinadora central de la Renovación Carismática, con oficinas en el Vaticano. Eso le da cierta perspectiva para hablar de la Nueva Evangelización. Acudió a Madrid para predicar en la asamblea anual de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu, en el colegio Virgen del Recuerdo, y nos explicó su visión del Sínodo y la evangelización.

"Me gustaría que el Sínodo de Nueva Evangelización no se quede sólo en documentos para que lea la gente", comenta Jim. "Le pido a Dios que haya un gran movimiento del Espíritu Santo y que la Iglesia salga a la calle, al mundo".

El papel de los nuevos métodos
Recupera la definición de Juan Pablo II de la nueva evangelización como "nuevo ardor, nuevos métodos y nueva expresión" y la desarrolla.

"Claro que necesitamos nuevos métodos, cursos, programas, seminarios... todo eso es bueno y llega a mucha gente. Pero ¿cuál es su objeto? Por ejemplo, el Seminario de Vida en el Espíritu, el método tradicional carismático para evangelizar, ¿lo queremos para dar un "toque momentáneo" del Espíritu? No. Lo queremos para cambiar toda una vida. A veces la gente emplea programas o convoca a seminarios, etc... y no sabe para qué, qué es lo que buscan. Cada objetivo necesita su método. Una cosa es invitar al alejado de la Iglesia y otra formar al que ya cree y practica", explica.

Jim piensa que hay varios objetivos: uno es sanar a la gente herida por las fatigas de la vida o el pecado; otro es convertir, que se giren hacia el Señor. Por último, gente que se ha convertido en un primer momento no persevera en la exigente vida cristiana porque le falta una comunidad que ayude, forme y apoye con un nuevo estilo de vida.

Escuchar mucho antes de hablar
Hay elementos comunes a todos los métodos de evangelización que funcionan, señala. Por ejemplo, antes de predicar, hay que escuchar. "Tenemos dos orejas y sólo una lengua: escuchemos el doble que hablamos", propone. "Además, es psicología básica: cuando la gente se sabe escuchada, tiene más confianza en su interlocutor y se abre más".

Por otra parte, añade, "hay que dejar espacio al Espíritu Santo, dejar que Jesús actúe, confiar en Él más que en el método, por bueno que sea".

Es bueno invitar a retiros, charlas, encuentros, afirma,  pero para eso antes hay que hacer una conexión personal. "Sin la conexión personal, sólo los que ya son creyentes vienen a nuestros programas o encuentros. Está bien encontrarse, pero si no vienen alejados, no es evangelizador".

¿Laicos evangelizadores con sueldo?
¿Y qué dice él, predicador laico por cuatro décadas, de la necesidad de contratar laicos para evangelizar?

"Por un lado, si se quiere calidad y eficacia, es necesaria cierta profesionalización. Es cierto que para evangelizar es mejor un buen cristiano con algo de habilidad musical, que un magnífico músico con sólo un poco de cristianismo. Yo mismo toco la guitarra y muchas veces he pensado: me da igual como suene mientras la gente se acerque al Señor y lo ame. Pero si me oyes cantar horriblemente Vive Jesús El Señor, no te atraerá. Quizá necesitamos un Hillsong católico", plantea, refiriéndose al grupo evangélico profesional de música cristiana que mueve masas y vende cientos de miles de discos.

"Quizá ha llegado el momento de rezar y ayunar y pedir al Señor un Hillsong católico. La música es poderosa, toca el corazón de la gente. Los católicos tenemos buenos músicos. Ellos saben que son buenos, pero se dedican sólo a tiempo parcial al evangelio. La profesionalización tiene un cierto riesgo de engendrar soberbia y, con el orgullo, Dios puede retirar tu don. Por eso hay que formar para la humildad."

Invertir para mejorar
"Muchos no entienden lo de pagar a los músicos, pero es necesario dedicar tiempo para mejorar. Si a unos músicos que aman al Señor les dices que durante un año les cubres todos sus gastos, su sostenimiento, y que se dedicarán a evangelizar con la música a tiempo completo, lo harán encantados. Y lo mismo a jóvenes que se dediquen a la evangelización de otros jóvenes. ¿Vamos a invertir en esto? Si la gente pagara diezmos, esto sería factible. ¿Cuánto lo deseamos? ¿Podemos imaginar lo que puede hacer un joven evangelizador, bien formado, dedicado un año a tiempo completo?"
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