Julián Carrón dimite como presidente de Comunión y Liberación: Don Giussani le eligió como sucesor
El sacerdote español Julián Carrón, de 71 años, ha anunciado su dimisión como presidente de la Fraternidad Comunión y Liberación, una de las realidades eclesiales más influyentes, a pesar de haber sido reelegido para este cargo en 2020 y para un periodo de seis años.
En una carta enviada a los miembros de este movimiento fundado por Don Luigi Giussani y presente en noventa países, Carrón explica que ha tomado esta decisión para “favorecer que el cambio de liderazgo al que estamos llamados por el Santo Padre se produzca con la libertad que requiere este proceso”.
El pasado mes de septiembre el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida publicó un decreto que regulaba el ejercicio del gobierno en las asociaciones internacionales de fieles y movimientos. En él se establecía que “los mandatos en el órgano central de gobierno a nivel internacional podrá tener una duración máxima de cinco años cada una” y que no podrá superar “un periodo máximo de diez años”.
En este caso, Carrón llevaba ya más de una década al frente de Comunión y Liberación, y además no puede acogerse a la excepción de los fundadores, puesto que no lo es. En 2004 fue nombrado sucesor por Don Giussani, precisamente un año antes de que falleciera.
En este decreto del dicasterio vaticano se pedía que en las asociaciones en las que una vez entrado en vigor el decreto estén en una situación en la que no se cumplan los artículos anteriormente citados sobre el gobierno internacional deberían convocar elecciones no más allá del 11 de septiembre de 2023.
En la nota emitida por este movimiento se explica que “habiendo sido presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación durante más de diez años, el P. Julián Carrón ha decidido dimitir de este cargo, para favorecer de inmediato el proceso de cambio exigido a las asociaciones internacionales de fieles reconocidas por la Santa Sede”.
En una carta fechada en Milán este mismo lunes, Carrón se dirige a los miembros de la fraternidad y reconoce que “ha sido un honor para mí realizar este servicio durante años, un honor que me llena de humillación por mis limitaciones” y por si ha podido fallar algunos de los miembros.
“Deseo que viváis esta ocasión como una oportunidad para el crecimiento de la autoconciencia eclesial, para seguir dando testimonio de la gracia del carisma dado por el Espíritu Santo a don Giussani, que hace de Cristo una presencia real, persuasiva y decisiva, que nos ha investido y arrastrado dentro de un fluir de vida nueva, para nosotros y para el mundo entero”, concluye.