Óscar Rivas hoy evangeliza desde el ministerio Adoremus
Abusaron de él de niño, quiso suicidarse con pastillas: la oración de su hermanita inició su cambio
Óscar "Joe" Rivas, del ministerio católico Adoremus (http://adoremus.com.mx), de México, ha compartido su historia de resurrección gracias a la fe, tras haber sufrido un abuso sexual en su niñez.
“Ahora me asombra mucho lo cercano que Dios ha estado conmigo”, confiesa.
En declaraciones al programa Dios Nunca Duerme, de NET TV, de la Arquidiócesis de Nueva York (Estados Unidos), Óscar Rivas señaló que “esta es mi historia de resurrección. Antes yo era un niño abusado. Profundamente herido. Me sentía solo y deprimido. Hasta intenté terminar con mi vida. Y ahora soy un hombre que Dios ha sanado, lleno de sueños y bendiciones. Dios me ha hecho más que feliz. Estaba muerto (zombie) pero ahora vivo (fe+esperanza+amor)”.
Creció como un niño solitario
Óscar recuerda que creció como un “niño muy solitario, muy abandonado”, a pesar de que parecía tener “una vida regular para cualquier niño a los ojos de las demás personas, iba a una escuela católica, tenía tres hermanas”.
“En mí existía este sentimiento de abandono, como de ‘Dios se equivoco al crearme a mí’”.
Óscar señaló que en esa época “sentía esa sensación de no pertenezco, no encajo en este mundo, no sé qué hago aquí”, y al ir creciendo “había dentro de mí una sensación que ahora entiendo de grande como una depresión interior, yo era un niño deprimido”.
El joven católico recordó que “de niño yo sufrí un abuso sexual, algo que no lo compartí nunca con mi familia, no lo compartí nunca con mis padres” y “estuve mucho tiempos callado”.
“Un niño de ocho años no entiende lo que está viviendo simple y sencillamente lo atraviesa”, señaló, indicando que al ver su vida en retrospectiva “veo que tanta soledad, tanto abandono, tanto desprecio que yo sentía era eso”.
“Un niño confía en un adulto, y cuando un adulto traiciona esa confianza abusando de él las heridas que quedan en el corazón de ese niño son muy fuertes”, dijo.
Antes que el Catecismo: Dios es amor
Óscar indicó en su testimonio que “lidiar con eso solo ha sido de los sentimientos más difíciles de entender y sobre todo, cuando te dicen o te hablan del Catecismo lo primero que te enseñan es Dios es amor, Dios te ama. Para un niño de 8 años que ha pasado por la circunstancia de esa manera lo que menos uno entiende es ese amor de Dios”.
En su adolescencia, una época “muy difícil, para todos”, recordó que “con esta herida en mi corazón, en mi sexualidad, esto comenzó a agravarse de tal manera que yo llegué a la convicción de que a Dios no le importaba yo, que no tenía sentido vivir, y tenía más miedo de seguir viviendo que de morir”.
A continuación, Óscar recordó cómo, tras una discusión con su madre intentó suicidarse ingiriendo barbitúricos, pensando “estoy harto de esta vida y en este momento yo decido terminar”.
"Dios, que mi hermanito no muera"
“Tomé esas 24 pastillas, lo único que recuerdo es desvanecerme, estar en el piso y solo recuerdo la voz de mi hermana, la más pequeña, que tenía en esa época como unos 6, 7 años, decía ‘Dios mío que mi hermanito no se muera’”.
“Hoy yo sé que mi Dios escuchó la oración de mi hermana, porque cuando llegaron los paramédicos estaban sorprendidos, porque inclusive le preguntaban qué fue lo que tomó, ellos vieron las pastillas que había tomado, la caja que estaba sola. Yo estuve inconsciente como una hora, cuando volví en conciencia yo solamente me sentía mareado. Los paramédicos no veían ningún signo de intoxicación, de tal manera que ni siquiera me llevaron”, recordó.
El joven católico señaló que “en ese momento lejos de alegrarme, de ver ahi un milagro”, pensó “ah, soy un fracasado que ni acabar con mi vida puedo hacerlo bien”, sin embargo, está seguro de que “ahí comenzó un proceso que transformó mi vida por completo”.
“Siempre crecí con esta idea de que no tenía un padre, a pesar de que tenía un padre biológico, y la relación con él no ha sido muy cercana. Dios comenzó a ser ese padre que provee”, señaló.
Amor también en la debilidad
Óscar indicó que “me conmueve tanto el amor que Dios tiene hacia mí, porque a pesar de que hay heridas que en mi corazón siguen, hay debilidades que sigo batallando, que sigo luchando”.
“Lo que más que me conmueve es que Dios que la conoce (su debilidad) me ama”, dijo.
Dios, señaló, “me ha dado una vida nueva, me ha llenado el corazón de unos sueños que a mí me aterran pensarlo, y cuando veo estos sueños y estas ideas tan grandes y esta idea que Dios tiene para mí, que ahora soy un hijo que está convencido de que Dios me creó en este propósito”.
En la actualidad, aseguró Óscar, “digo me va a faltar vida. Tengo tantos anhelos de hacer cosas que solo Dios me pudo dar eso, soy un hombre que vive y depende de la gracia de Dios, que sabe que todo lo bueno que hay en mí no soy yo, es Dios”.
“Ahora me asombra mucho lo cercano que Dios ha estado conmigo”, confiesa.
En declaraciones al programa Dios Nunca Duerme, de NET TV, de la Arquidiócesis de Nueva York (Estados Unidos), Óscar Rivas señaló que “esta es mi historia de resurrección. Antes yo era un niño abusado. Profundamente herido. Me sentía solo y deprimido. Hasta intenté terminar con mi vida. Y ahora soy un hombre que Dios ha sanado, lleno de sueños y bendiciones. Dios me ha hecho más que feliz. Estaba muerto (zombie) pero ahora vivo (fe+esperanza+amor)”.
Creció como un niño solitario
Óscar recuerda que creció como un “niño muy solitario, muy abandonado”, a pesar de que parecía tener “una vida regular para cualquier niño a los ojos de las demás personas, iba a una escuela católica, tenía tres hermanas”.
“En mí existía este sentimiento de abandono, como de ‘Dios se equivoco al crearme a mí’”.
Óscar señaló que en esa época “sentía esa sensación de no pertenezco, no encajo en este mundo, no sé qué hago aquí”, y al ir creciendo “había dentro de mí una sensación que ahora entiendo de grande como una depresión interior, yo era un niño deprimido”.
El joven católico recordó que “de niño yo sufrí un abuso sexual, algo que no lo compartí nunca con mi familia, no lo compartí nunca con mis padres” y “estuve mucho tiempos callado”.
“Un niño de ocho años no entiende lo que está viviendo simple y sencillamente lo atraviesa”, señaló, indicando que al ver su vida en retrospectiva “veo que tanta soledad, tanto abandono, tanto desprecio que yo sentía era eso”.
“Un niño confía en un adulto, y cuando un adulto traiciona esa confianza abusando de él las heridas que quedan en el corazón de ese niño son muy fuertes”, dijo.
Antes que el Catecismo: Dios es amor
Óscar indicó en su testimonio que “lidiar con eso solo ha sido de los sentimientos más difíciles de entender y sobre todo, cuando te dicen o te hablan del Catecismo lo primero que te enseñan es Dios es amor, Dios te ama. Para un niño de 8 años que ha pasado por la circunstancia de esa manera lo que menos uno entiende es ese amor de Dios”.
En su adolescencia, una época “muy difícil, para todos”, recordó que “con esta herida en mi corazón, en mi sexualidad, esto comenzó a agravarse de tal manera que yo llegué a la convicción de que a Dios no le importaba yo, que no tenía sentido vivir, y tenía más miedo de seguir viviendo que de morir”.
A continuación, Óscar recordó cómo, tras una discusión con su madre intentó suicidarse ingiriendo barbitúricos, pensando “estoy harto de esta vida y en este momento yo decido terminar”.
"Dios, que mi hermanito no muera"
“Tomé esas 24 pastillas, lo único que recuerdo es desvanecerme, estar en el piso y solo recuerdo la voz de mi hermana, la más pequeña, que tenía en esa época como unos 6, 7 años, decía ‘Dios mío que mi hermanito no se muera’”.
“Hoy yo sé que mi Dios escuchó la oración de mi hermana, porque cuando llegaron los paramédicos estaban sorprendidos, porque inclusive le preguntaban qué fue lo que tomó, ellos vieron las pastillas que había tomado, la caja que estaba sola. Yo estuve inconsciente como una hora, cuando volví en conciencia yo solamente me sentía mareado. Los paramédicos no veían ningún signo de intoxicación, de tal manera que ni siquiera me llevaron”, recordó.
El joven católico señaló que “en ese momento lejos de alegrarme, de ver ahi un milagro”, pensó “ah, soy un fracasado que ni acabar con mi vida puedo hacerlo bien”, sin embargo, está seguro de que “ahí comenzó un proceso que transformó mi vida por completo”.
“Siempre crecí con esta idea de que no tenía un padre, a pesar de que tenía un padre biológico, y la relación con él no ha sido muy cercana. Dios comenzó a ser ese padre que provee”, señaló.
Amor también en la debilidad
Óscar indicó que “me conmueve tanto el amor que Dios tiene hacia mí, porque a pesar de que hay heridas que en mi corazón siguen, hay debilidades que sigo batallando, que sigo luchando”.
“Lo que más que me conmueve es que Dios que la conoce (su debilidad) me ama”, dijo.
Dios, señaló, “me ha dado una vida nueva, me ha llenado el corazón de unos sueños que a mí me aterran pensarlo, y cuando veo estos sueños y estas ideas tan grandes y esta idea que Dios tiene para mí, que ahora soy un hijo que está convencido de que Dios me creó en este propósito”.
En la actualidad, aseguró Óscar, “digo me va a faltar vida. Tengo tantos anhelos de hacer cosas que solo Dios me pudo dar eso, soy un hombre que vive y depende de la gracia de Dios, que sabe que todo lo bueno que hay en mí no soy yo, es Dios”.
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