Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El exrector de la Universidad de la Suiza Italiana admite que la fe «siempre estuvo ahí»

Boas Erez, eminencia matemática criado como judío, anuncia su conversión: «Dejé de resistir a Dios»

Boas Erez.
"Para mí la vida tenía mucho sentido, mis relaciones tenían sentido, es decir, no era un vacío que tuviera que llenar. Agregué un componente a mi vida", confiesa el matemático.

ReL

Boas Erez es una celebridad en la ciencia y la vida pública suiza. Como licenciado en Ciencias y Matemáticas y doctor en esta última, sus apariciones mediáticas han sido durante años relativas a su labor académica, especialmente como rector de la Universidad de la Suiza Italiana. Pero desde hace unos días, el científico también es conocido por su fe: a principios de mes fue entrevistado en el programa Strada Regina, de la cadena RSI, relatando el instante de 2021 en que dejó "de resistirse a Dios" e inició su vida como católico.

Entrevistado por la cadena suiza de habla italiana, comenzó detallando sus orígenes judíos, criado por un padre nacido en el actual Israel.  

"Cuando era joven, mi padre tuvo un momento en el que era muy creyente. Vino a Suiza a estudiar y conoció a una mujer protestante. En la boda, mi madre se convirtió [al judaísmo]", cuenta. Poco después nació Erez, en la ciudad suiza de Chur, en 1962.

Una infancia judía, pero muy cerca de la Iglesia

"Fue mi madre quien se encargó de nuestra educación espiritual, pero siempre tuve la impresión de que lo hacía leyendo el manual, ya que no era algo que ella hubiera experimentado, por lo cual me pareció un poco abstracto, un poco forzado, no natural", confiesa.

Entre los recuerdos de su infancia, también estaba el de "amigos que tenían que ir a misa los sábados por la noche, e íbamos del campo al Sagrado Corazón, yo los acompañaba, así que también vivía la religión de esta manera".

Con el comienzo de sus estudios de Ciencias en el Instituto de Lugano en 1981 comenzó una profusa carrera académica.

En 1985 se licenció en Matemáticas en la Universidad de Ginebra y solo dos años después se doctoró en la misma universidad.

Después fue profesor asistente en Universidad de Ginebra, entre 1985 y 1990, y profesor en la Universidad de Harvard de 1990 a 1993. Desde 1993, fue catedrático de Matemáticas en la Universidad de Burdeos, donde ocupó varios puestos ejecutivos en institutos, facultades, comités y programas. La cima de su carrera se tradujo en el ascenso al rectorado de la Universidad Suiza Italiana en 2016, cargo que concluyó en 2022 con una interminable ovación.

Boas Erez.

El matemático converso Boas Erez. 

La fe, algo que "siempre estuvo ahí"

Mirando la fe con perspectiva, afirma que, en cierto modo, "fue algo que siempre ha estado ahí, en mi vida. Habría sido muy cercano si hubiera escuchado o prestado atención a lo que sucedía a mi alrededor".

Recuerda que uno de los momentos clave de su camino hacia la fe estuvo estrechamente ligado a la promesa que le hizo un amigo de interceder por su conversión después de su muerte.

Pasaban los años y, aunque no daba muchas muestras en público, podía observarse un indudable acercamiento del científico a la fe, como muestra su discurso de 2018, ¿Una Facultad de Teología en una universidad del siglo XXI?.

Para el matemático, el resumen de aquel viaje se sintetiza en un momento: "Cuando dejé de resistirme". Y aquel momento llegó en una librería de Padua, tras ver un libro, Notas sobre el Catecismo para los ignorantes educados de Pierre Riches. En la contraportada decía: Dios es amor. Esa fue una de las tesis. Y es lo que quería verificar, porque me pareció una definición sorprendente".

Bautizado a los 60 años

La siguiente parada de aquel viaje fue en la catedral de San Lorenzo de Lugano, el 8 de mayo de 2021, el día de su bautismo. Tenía 60 años.

"Para mí la vida tenía mucho sentido, mis relaciones tenían sentido, es decir, no era un vacío que tuviera que llenar. Agregué un componente a mi vida", explicó más tarde sobre su conversión.

Preguntado por la reacción a su bautismo, recuerda que fue una decisión poco esperada. "Algunos de mis amigos judíos se sintieron traicionados y los que me querían, al ver la serenidad con mi decisión, me acompañaron y apoyaron. Fue un día especial en el que también me sentí un poco avergonzado por toda la atención que disfruté. Me sentí cuidado. En cierto sentido, alguien se hizo cargo de mí"; concluyó.

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