Diez propuestas para recuperar la auténtica Navidad
Desde EEUU llega la corriente del "BuyNothing", que invita a reducir el consumismo y recuperar el sentido verdadero de la festividad.
Dicen las encuestas que la Navidad de los recortes y los desahucios se afronta con ánimo de gastar menos, pero que, a pesar de todo, cada español se gastará 412 euros en regalos y Papá Noel, los Reyes y sus pajes dedicarán de media unos 113 euros por familia.
Aun así el 45 por ciento de los encuestados asegura que gastará menos que en años anteriores. Pero todavía se puede hacer mucho más. ¿Sabían ustedes que en EEUU existe toda una corriente llamada Buy Nothing Christmas (“no compre nada esta Navidad”) que invita a la “rebeldía” de reducir el consumismo y recuperar el sentido auténtico de esta fiesta? No son los únicos.
En un mundo en crisis que empieza a aprender a la fuerza el valor de la austeridad comienzan a abrirse camino toda una serie de alternativas al consumismo feroz que desde hace unas décadas está minando la celebración del nacimiento de Jesús.
“Solo se necesita un poco de pensamiento creativo para encontrar alternativas al consumismo excesivo”, explican desde Buynothingchristmas, donde cuentan con todo un catálogo de ideas y productos de comercio justo para regalar esta Navidad.
“Comprar” y “consumir” no son sinónimos
Existe también quienes alertan de que si, en tiempos de crisis dejamos de comprar, podría resultar contraproducente y que un exceso de cautela podría terminar de hundir la situación del pequeño comercio: “No es una invitación al consumismo desenfrenado, sino la idea de que en una severa recesión como la que estamos viviendo puede ser más ético, en la medida de lo posible, que cada cual gaste el dinero en un producto que tenga tras de sí el trabajo de la gente a que deje drásticamente de comprar”, explica el economista italiano Stefan Zamagni, en el diario Avvenire, desde donde propone una “Navidad sobria, ma non troppo”.
Para Zamagni, el consumo también puede ser ético, y existe, además, una importante diferencia entre “comprar” y “consumir”. Se puede, por ejemplo, comprar alimentos para que los consuman otros que lo necesitan. O vender productos regalados para ayudar a la creación de una escuela en un país subdesarrollado.
“Todos estos conceptos han sido bien analizados y expresados por Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate, donde se habla, por ejemplo, del ‘consumidor socialmente responsable’ o donde se resaltan las virtudes del comercio equitativo y solidario que no excluye el propio provecho, pero lo considera como instrumento para llevar a cabo fines humanitarios y sociales, de humanización del mercado y de la sociedad”, explica Zamagni.
Los mejores regalos nunca vienen envueltos
Una opinión compartida por la periodista católica Heidi Schlumpf del National Catholic Reporter, que ha elaborado una lista con diez propuestas para recuperar la auténtica Navidad a la hora de comprar: “Irónicamente, la Navidad se ha convertido en un tiempo de comprar hasta la extenuación, lo cual es algo lamentable, pero tampoco estoy sugiriendo que todos tengamos que renunciar a hacer regalos o exclusivamente dedicarnos a hacer obras de caridad durante este tiempo. Lo que sí convendría es dejar el consumo desenfrenado y buscar maneras de que los regalos sean menos costosos y más significativos”, explica Schlumpf.
Diez propuestas para que los regalos sean un reflejo de tus valores
1. Compra menos: un regalo por persona es más que suficiente.
2. Compra en pequeñas empresas y en pequeño comercio local. Los precios pueden ser un poco más altos, pero estarás ayudando al comerciante y a reavivar la economía.
3. Regala experiencias, no cosas. ¿Qué se le puede regalar a una persona que, literalmente, ya tiene todo lo que quiere o todo lo que necesita? No añadas gadgets inútiles que acabarán en la basura: regala unas entradas para una buena obra de teatro, unas clases de baile que sacarán de casa a una persona deprimida, un taller de pintura o escritura a alguien demasiado absorbido por su trabajo, un masaje relajante a una persona dedicada al cuidado de un enfermo… ¡Y mejor aún si esa experiencia es compartida!
4. Regala algo hecho por ti. ¡No tiene precio! Puedes siempre dar algo de ti mismo en un regalo creativo, desde una canción grabada, un texto escrito a mano, un vídeo de recuerdos de creación propia, productos de tu propia huerta, pañuelos de seda pintados a mano, artesanía… Y si son los propios niños los que hacen los regalos para sus familiares “porque a los mayores los Reyes nos traen menos cosas”, ¡mejor que mejor!
5. Compra y regala artesanía. Si no tienes el don de la creatividad, regala el de otros. La calle en estas fechas se llena de mercadillos de artesanía, donde se pueden encontrar maravillosos regalos a buen precio a la vez que apoyas a los pequeños comerciantes y artesanos. También puedes comprar a aquellos que trabajan desde casa y tienen sus pequeñas tiendas online.
6. Compra libros y suscripciones. ¿Por qué no apoyar a una pequeña editorial emergente, comprar ese e-book de cocina de tu amigo que quizá nunca llegue a una librería, editar por sorpresa esa novela que tu padre guarda en el cajón o mostrar tu apoyo a medios de comunicación católicos a través de suscripciones a revistas? ¡Algunas incluso son gratuitas!
7. Compra productos seminuevos. Si crees que el mundo no necesita más plástico, considera la compra de juguetes de segunda mano, ¡hay miles de ofertas online de productos en perfecto estado y muy buen precio!
8. Dona dinero o colabora con entidades católicas y ONG’s. Hay muchas organizaciones sin fines de lucro con catálogos para recaudar fondos para obras sociales mediante la venta de productos propios o productos de comercio justo.
9. Regala imágenes propias. Una tarjeta navideña con la foto de tu familia puede acabar en la basura, pero si esa foto la regalas debidamente enmarcada, o añades varias en forma de libro o calendario, puede ser un fabuloso regalo para verlo durante todo el año.
10. Regala tiempo: el tuyo. Un regalo no tiene que ser necesariamente algo que se puede envolver y poner bajo el árbol. En su lugar, crear vales de regalo con ayudas en forma de tiempo dedicado a los tuyos (vale por una mañana en el zoo, una tarde de plancha, un fin de semana de voluntariado, de ayuda para pintar el piso, de llevar a los abuelos a un concierto, de quedarme con los niños…) ¡pueden ser el regalo más valioso!
Aun así el 45 por ciento de los encuestados asegura que gastará menos que en años anteriores. Pero todavía se puede hacer mucho más. ¿Sabían ustedes que en EEUU existe toda una corriente llamada Buy Nothing Christmas (“no compre nada esta Navidad”) que invita a la “rebeldía” de reducir el consumismo y recuperar el sentido auténtico de esta fiesta? No son los únicos.
En un mundo en crisis que empieza a aprender a la fuerza el valor de la austeridad comienzan a abrirse camino toda una serie de alternativas al consumismo feroz que desde hace unas décadas está minando la celebración del nacimiento de Jesús.
“Solo se necesita un poco de pensamiento creativo para encontrar alternativas al consumismo excesivo”, explican desde Buynothingchristmas, donde cuentan con todo un catálogo de ideas y productos de comercio justo para regalar esta Navidad.
“Comprar” y “consumir” no son sinónimos
Existe también quienes alertan de que si, en tiempos de crisis dejamos de comprar, podría resultar contraproducente y que un exceso de cautela podría terminar de hundir la situación del pequeño comercio: “No es una invitación al consumismo desenfrenado, sino la idea de que en una severa recesión como la que estamos viviendo puede ser más ético, en la medida de lo posible, que cada cual gaste el dinero en un producto que tenga tras de sí el trabajo de la gente a que deje drásticamente de comprar”, explica el economista italiano Stefan Zamagni, en el diario Avvenire, desde donde propone una “Navidad sobria, ma non troppo”.
Para Zamagni, el consumo también puede ser ético, y existe, además, una importante diferencia entre “comprar” y “consumir”. Se puede, por ejemplo, comprar alimentos para que los consuman otros que lo necesitan. O vender productos regalados para ayudar a la creación de una escuela en un país subdesarrollado.
“Todos estos conceptos han sido bien analizados y expresados por Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate, donde se habla, por ejemplo, del ‘consumidor socialmente responsable’ o donde se resaltan las virtudes del comercio equitativo y solidario que no excluye el propio provecho, pero lo considera como instrumento para llevar a cabo fines humanitarios y sociales, de humanización del mercado y de la sociedad”, explica Zamagni.
Los mejores regalos nunca vienen envueltos
Una opinión compartida por la periodista católica Heidi Schlumpf del National Catholic Reporter, que ha elaborado una lista con diez propuestas para recuperar la auténtica Navidad a la hora de comprar: “Irónicamente, la Navidad se ha convertido en un tiempo de comprar hasta la extenuación, lo cual es algo lamentable, pero tampoco estoy sugiriendo que todos tengamos que renunciar a hacer regalos o exclusivamente dedicarnos a hacer obras de caridad durante este tiempo. Lo que sí convendría es dejar el consumo desenfrenado y buscar maneras de que los regalos sean menos costosos y más significativos”, explica Schlumpf.
Diez propuestas para que los regalos sean un reflejo de tus valores
1. Compra menos: un regalo por persona es más que suficiente.
2. Compra en pequeñas empresas y en pequeño comercio local. Los precios pueden ser un poco más altos, pero estarás ayudando al comerciante y a reavivar la economía.
3. Regala experiencias, no cosas. ¿Qué se le puede regalar a una persona que, literalmente, ya tiene todo lo que quiere o todo lo que necesita? No añadas gadgets inútiles que acabarán en la basura: regala unas entradas para una buena obra de teatro, unas clases de baile que sacarán de casa a una persona deprimida, un taller de pintura o escritura a alguien demasiado absorbido por su trabajo, un masaje relajante a una persona dedicada al cuidado de un enfermo… ¡Y mejor aún si esa experiencia es compartida!
4. Regala algo hecho por ti. ¡No tiene precio! Puedes siempre dar algo de ti mismo en un regalo creativo, desde una canción grabada, un texto escrito a mano, un vídeo de recuerdos de creación propia, productos de tu propia huerta, pañuelos de seda pintados a mano, artesanía… Y si son los propios niños los que hacen los regalos para sus familiares “porque a los mayores los Reyes nos traen menos cosas”, ¡mejor que mejor!
5. Compra y regala artesanía. Si no tienes el don de la creatividad, regala el de otros. La calle en estas fechas se llena de mercadillos de artesanía, donde se pueden encontrar maravillosos regalos a buen precio a la vez que apoyas a los pequeños comerciantes y artesanos. También puedes comprar a aquellos que trabajan desde casa y tienen sus pequeñas tiendas online.
6. Compra libros y suscripciones. ¿Por qué no apoyar a una pequeña editorial emergente, comprar ese e-book de cocina de tu amigo que quizá nunca llegue a una librería, editar por sorpresa esa novela que tu padre guarda en el cajón o mostrar tu apoyo a medios de comunicación católicos a través de suscripciones a revistas? ¡Algunas incluso son gratuitas!
7. Compra productos seminuevos. Si crees que el mundo no necesita más plástico, considera la compra de juguetes de segunda mano, ¡hay miles de ofertas online de productos en perfecto estado y muy buen precio!
8. Dona dinero o colabora con entidades católicas y ONG’s. Hay muchas organizaciones sin fines de lucro con catálogos para recaudar fondos para obras sociales mediante la venta de productos propios o productos de comercio justo.
9. Regala imágenes propias. Una tarjeta navideña con la foto de tu familia puede acabar en la basura, pero si esa foto la regalas debidamente enmarcada, o añades varias en forma de libro o calendario, puede ser un fabuloso regalo para verlo durante todo el año.
10. Regala tiempo: el tuyo. Un regalo no tiene que ser necesariamente algo que se puede envolver y poner bajo el árbol. En su lugar, crear vales de regalo con ayudas en forma de tiempo dedicado a los tuyos (vale por una mañana en el zoo, una tarde de plancha, un fin de semana de voluntariado, de ayuda para pintar el piso, de llevar a los abuelos a un concierto, de quedarme con los niños…) ¡pueden ser el regalo más valioso!
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