Rouco relaciona el sentido de la JMJ con que nunca se repitan el Muro de Berlín ni el Telón de Acero

Este domingo ha sido de una intensa presencia mediática del cardenal Antonio María Rouco Varela, único obispo del mundo que ha organizado dos JMJ, la de 1989 en Santiago de Compostela y la presente de 2011.

En el último fin de semana antes del arranque de la Jornada el martes, y de la visita del Papa el jueves, los diarios ABC y El Mundo incluían sendas entrevistas con el arzobispo de Madrid.

En la concedida al diario de Vocento, Rouco recordaba que "la mayoría de los jóvenes que participan en la JMJ son universitarios. Para las jóvenes generaciones resulta fundamental poder encontrar una orientación clara y luminosa de lo que tiene que ser su formación intelectual, inseparable de la búsqueda sincera de la verdad y de la voluntad firme de difusión de la misma. Una formación universitaria bien lograda, intelectual y espiritualmente, da inmediatamente frutos muy fecundos en la vida política, social, cultural y familiar".

Y éstas han sido precisamente las conclusiones del congreso de universidades católicas que ha tenido lugar entre el 12 y el 14 de agosto en la Universidad Católica de Ávila (UCAV), al que acudieron 900 personas de 40 países en representación de una quinta parte de las universidades católicas del mundo.

Lydia Jiménez, presidenta del consejo directivo de la UCAV, leyó esas conclusiones, en las que se reconoce que “la universidad católica del siglo XXI ha de convertir en realidad el gran reto de ofrecer una educación integral e integradora en la que se promueva el deseo de ser santos a través de la defensa y promoción de valores" como, entre otros, el “compromiso ético y moral”.

El cardenal Rouco se refirió a las universidades católicas y a su proliferación reciente. A finales de los años 50, explicó, cambió la idea de la necesidad de las universidades católicas y seguir los pasos de la formación ofrecida por las universidades católicas y/o pontificias como Navarra, Deusto, Comillas y Salamanca: “El gran momento de las universidades católicas son las cuatro últimas décadas”.

Rouco recordó ante los medios de comunicación la caída del muro de Berlín, de cuya construcción se han cumplido estos días cincuenta años. “Para que nunca más haya muros de Berlín ni telones de acero”, concluyó el cardenal, es “muy bueno que las jóvenes generaciones que vienen a Madrid vuelvan a sus casas de tal forma que el corazón y el alma se les ensanchen” y “se abran a ese gran horizonte al que tiene que servir la universidad católica”.