SALVADOR ROCA, EXORCISTA DE VALENCIA
«Un creyente no puede poner en duda la existencia del demonio», advierte un exorcista
¿Casos de posesiones diabólicas? «Fue una experiencia tremenda y prefiero no contarla», dice el canónigo penitenciario y exorcista de Valencia, Salvador Roca Gramage. Asegura haber «visto» al demonio.
Salvador Roca Gramage es canónigo penitenciario de la catedral de Valencia y exorcista, desde hace diez años, de la archidiócesis de Valencia. Como tal tiene en su haber una docena de exorcismos aunque aclara que «de posesión diabólica, tal y como se refleja en la historia de las posesiones diabólicas, yo no he tenido más que uno. Fue una experiencia tremenda y prefiero no contarla».
Lo primero que apunta el sacerdote en una entrevista concedida a la publicación de la archidiócesis de Valencia Paraula, es que el demonio realmente existe.
Enseñado quizás por aquella enseñanza espiritual que dice que «la primera gran victoria del demonio es hacernos creer que no existe», el penitenciario es enfático: «En cuanto a la existencia del demonio, un creyente no puede ponerla en duda. Está en la Biblia. En toda la historia y tradición cristiana se habla del demonio e igualmente de posesiones diabólicas».
Al respecto, preguntado sobre si estaba de acuerdo con algunos que sostienen que muchos obispos y sacerdotes no creen en su existencia, el padre Roca admite que es «cierto que hoy entre el clero existe un cierto pudor, que evita hablar sobre este tema».
Enseñado quizás por aquella enseñanza espiritual que dice que «la primera gran victoria del demonio es hacernos creer que no existe», el penitenciario es enfático: «En cuanto a la existencia del demonio, un creyente no puede ponerla en duda. Está en la Biblia. En toda la historia y tradición cristiana se habla del demonio e igualmente de posesiones diabólicas».
Al respecto, preguntado sobre si estaba de acuerdo con algunos que sostienen que muchos obispos y sacerdotes no creen en su existencia, el padre Roca admite que es «cierto que hoy entre el clero existe un cierto pudor, que evita hablar sobre este tema».
Yo no he visto al demonio, pero...
El canónigo recordó que un periodista le preguntó si había visto al demonio. «Yo le respondí que sí lo había visto: él se sorprendió porque pensó que le decía que lo había visto cara a cara. Yo no he visto al demonio cara a cara… (sonríe) no tengo ganas de verle ni siquiera por la espalda».
«Pero le expliqué al periodista que si yo voy a la playa y veo pisadas y excrementos de caballo en la arena, aunque no haya visto los caballos en la playa, he visto sus huellas. Yo no he visto al demonio, pero he visto los efectos del demonio en algunas personas. No muchas, afortunadamente».
El canónigo recordó que un periodista le preguntó si había visto al demonio. «Yo le respondí que sí lo había visto: él se sorprendió porque pensó que le decía que lo había visto cara a cara. Yo no he visto al demonio cara a cara… (sonríe) no tengo ganas de verle ni siquiera por la espalda».
«Pero le expliqué al periodista que si yo voy a la playa y veo pisadas y excrementos de caballo en la arena, aunque no haya visto los caballos en la playa, he visto sus huellas. Yo no he visto al demonio, pero he visto los efectos del demonio en algunas personas. No muchas, afortunadamente».
Esoterismo y nostalgia de Dios
Durante la entrevista con la publicación valenciana, el sacerdote abordó la relación entre el tan difundido esoterismo en nuestros tiempos y el hambre por lo divino.
Para Roca «el hecho de que hoy la gente esté con predisposición a considerar lo esotérico, lo que se sale de lo normal, se puede explicar porque aparte de ciertas actitudes morbosas, la negación de Dios produce a veces cierta nostalgia de Dios y, paradójicamente, se busca al demonio, que no podría existir si no existiera Dios».
Durante la entrevista con la publicación valenciana, el sacerdote abordó la relación entre el tan difundido esoterismo en nuestros tiempos y el hambre por lo divino.
Para Roca «el hecho de que hoy la gente esté con predisposición a considerar lo esotérico, lo que se sale de lo normal, se puede explicar porque aparte de ciertas actitudes morbosas, la negación de Dios produce a veces cierta nostalgia de Dios y, paradójicamente, se busca al demonio, que no podría existir si no existiera Dios».
«Si existe el demonio, es porque existe Dios que es a quien él se niega a adorar. Y si consideramos al demonio como una especie de personificación del mal, evidentemente, el mal sin el bien no tiene sentido, debemos pensar en alguien que es el bueno, Dios».
La tragedia del demonio: no poder amar a Dios
Asimismo apunta una paradoja: «Cuando se está creyendo en el demonio, en realidad lo que se está haciendo es una afirmación de Dios».
«Y cuando se habla del odio a Dios en ciertas sectas satánicas, continúa, lo que se hace es seguir la misma actitud del demonio, alejarse de Dios, ser incapaz de amar a Dios. El demonio conoce a Dios pero hay algo en lo que consiste su gran tragedia: la incapacidad de amar a Dios».
La tragedia del demonio: no poder amar a Dios
Asimismo apunta una paradoja: «Cuando se está creyendo en el demonio, en realidad lo que se está haciendo es una afirmación de Dios».
«Y cuando se habla del odio a Dios en ciertas sectas satánicas, continúa, lo que se hace es seguir la misma actitud del demonio, alejarse de Dios, ser incapaz de amar a Dios. El demonio conoce a Dios pero hay algo en lo que consiste su gran tragedia: la incapacidad de amar a Dios».
Ouija
El canónigo penitenciario se refiere también a ciertos ritos y «juegos» que podrían tener serias consecuencias. «Estos ritos no son necesariamente satánicos, por ejemplo, la ouija no deja de ser un “juego de niños”, pero cuando se mete en el terreno de las invocaciones satánicas, la cosa cambia».
«La posesión diabólica es muy, muy rara»
Su experiencia como exorcista le permite asegurar que «la posesión diabólica es muy, muy rara», sin embargo, matiza, «a veces Dios permite, cuando se invoca al demonio, la “obsesión diabólica”, utilizando el sustantivo en su sentido etimológico latino “obsedere: sitiar” que es como si el demonio tuviera a aquella persona en estado de sitio».
Su experiencia como exorcista le permite asegurar que «la posesión diabólica es muy, muy rara», sin embargo, matiza, «a veces Dios permite, cuando se invoca al demonio, la “obsesión diabólica”, utilizando el sustantivo en su sentido etimológico latino “obsedere: sitiar” que es como si el demonio tuviera a aquella persona en estado de sitio».
Finalmente, el sacerdote señala que «exorcismos habré practicado, como mucho 10 ó 12 desde que soy penitenciario de la Catedral de Valencia, hace algo más de diez años» y que «de posesión diabólica, tal y como se refleja en la historia de las posesiones diabólicas, yo no he tenido más que uno. Fue una experiencia tremenda y prefiero no contarla».
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