Viernes, 15 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

LA APORTACIÓN A LA IGLESIA ES LIBRE, LA DE LOS SINDICATOS NO

El Arzobispo de Toledo responde a los socialistas que piden el «tijeretazo» para la Iglesia

Varios líderes de la izquierda pretenden que el recorte social caiga sobre la Iglesia. El prelado responde que, a diferencia de los sindicatos, el dinero que recibe proviene libremente de los contribuyentes.

R.R./ReL

Monseñor Braulio Rodríguez
Monseñor Braulio Rodríguez

Con los recortes económicos de fondo, hay voces que desde la izquierda piden que sea la Iglesia católica la que sufra los tijeretazos.

Hace un par de días uno de los líderes del PSOE de Madrid, Tomás Gómez, pedía a la Igelsia que «voluntariamente» renuncie a lo que, dijo, percibe del Estado.

Ayer fue el diputado socialista gallego Xavier Carro quien dijo que, ahora que está en marcha la campaña de la renta, los anticipos que recibe la Iglesia pueden ayudar a reducir el gasto público. En la misma dirección van el diputado madrileño Rafael Simancas y el valenciano Herick Manuel Campos.

Asignación voluntaria, no impuesto
Sin embargo, el arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza, respondió ayer que «el sistema que tenemos en la Conferencia Episcopal es de asignación voluntaria, no es ningún impuesto. La gestión es del Estado pero son los fieles, o los que no lo son, quienes ponen esa crucecita; por lo tanto la aportación es libre».
 
Al respecto, el primado de la Igelsia en España subrayó que «no es como el dinero que se le da a los sindicatos, que no nos enteramos, pero se les da directamente del Estado».  El prelado afirmó, además, que «somos austeros casi siempre».

La Iglesia le ahorra al Estado
Cuando en su momento presentó la memoria del ejercicio 2007, el «gerente» de los de la Conferencia Episcopal, Fernando Giménez Barriocanal, explicaba que en la Iglesia cada euro rinde como dos y medio.

Por ejemplo, si el Estado sustituyera un párroco, que escucha y atiende a un inmigrante desorientado, por un asistente social con una titulación similar y un sueldo de mercado, el coste se multiplicaría por dos y medio. Lo mismo pasaría pagando profesores en vez de catequistas.

La Iglesia, señalaba, dedica 46 millones de horas anuales a atención en despacho, catequesis o visitas a enfermos. Los 6.000 centros escolares católicos ahorran al contribuyente 3.372 millones: cada alumno en la pública costaría casi el doble. 

 

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