El Rosario, la Biblia, el Via Crucis... puedes sacar hasta 40 difuntos del Purgatorio esta Cuaresma
Los que mueren en amistad de Dios pero no están suficientemente preparados para entrar inmediatamente en el Cielo (lo que, según parece probable, incluiría a casi todos los creyentes que mueren confesados) pasan tras la muerte un proceso de purificación ("probados como por fuego", dice la Biblia) que la tradición latina llama Purgatorio. Los vivos pueden ayudar a sus seres queridos difuntos con un "empujón final" para ayudarles a llegar al Cielo mediante el poder que Cristo dio a la Iglesia a través de las indulgencias: actos de oración y devoción que ayudan a los difuntos.
Cuaresma: una época especial
Durante los 40 días de Cuaresma, cada fiel puede lograr cada día una indulgencia (y sólo una), y ofrecerla por un difunto, bien uno concreto que conozca, o bien uno cualquiera, desconocido, que lo necesite. Así, a los largo de 40 días es posible ayudar a 40 difuntos. También se puede aplicar la indulgencia por uno mismo.
En la Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina, San Pablo VI aseguró que “cuando los fieles ganan las indulgencias en sufragio de los difuntos, realizan la caridad de la forma más eximia, y al pensar en las cosas sobrenaturales trabajan con más rectitud en las cosas de la tierra”.
Siempre que se busca obtener indulgencias la Iglesia exige tres cosas:
- confesarse (puede ser hasta 20 días antes o después del acto piadoso que da la indulgencia; una confesión basta para muchas indulgencias)
- recibir la Sagrada Comunión (una vez por indulgencia)
- orar por las intenciones del Papa (una vez por indulgencia; la oración concreta “queda a elección de los fieles, pero se sugiere un ‘Padrenuestro’ y un ‘Avemaría’”)
Cuatro posibilidades de indulgencia en Cuaresma
En Cuaresma, los actos piadosos que se pueden realizar para obtener la indulgencia son:
1) Leer o escuchar piadosamente las Sagradas Escrituras durante al menos media hora (así, si se lee en voz alta en familia o en grupo, más personas pueden aplicar la indulgencia)
2) Hacer adoración eucarística (ante el Señor, expuesto o en sagrario) durante al menos media hora
3) Rezar el Rosario en grupo: el Manual de Indulgencias vaticano detalla que ha de ser en grupo, con devoción, en una iglesia, oratorio, en familia, en una comunidad religiosa, en una asociación de fieles, o "cuando varios de los fieles se reúnen con algún propósito honesto”
4) Participar en un ejercicio del Via Crucis; lo más común es hacerlo en la Parroquia, con otros fieles. Pero para los que están físicamente impedidos la norma establece que "los impedidos legítimamente pueden adquirir la misma indulgencia, si pasan algún tiempo, por ejemplo, al menos un cuarto de hora, leyendo y meditando sobre la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo". Para estos impedidos no es necesario meditar cada estación del Via Crucis, basta con reflexionar sobre la Pasión y Muerte en general.
El Manual de Indulgencias precisa además que “es conveniente, pero no necesario, que la confesión sacramental, y especialmente la sagrada Comunión y la oración por las intenciones del Papa, se hagan el mismo día en que se realiza la obra indulgenciada; pero es suficiente que estos sagrados ritos y oraciones se realicen dentro de algunos días (unos veinte) antes o después del acto indulgenciado”.
“Para varias indulgencias plenarias basta una confesión sacramental, pero para cada indulgencia plenaria se requiere una distinta Sagrada Comunión y una distinta oración por las intenciones del Papa”, añade el texto.
Definición técnica de indulgencia
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que la indulgencia “es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”. Las indulgencias, que pueden ser parciales o plenarias, pueden obtenerse para uno mismo o para el alma de un difunto. No se puede ganar una para otra persona viva.