Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

LLEGÓ A MALTA

La Valletta frena en cinco minutos los intentos por desnaturalizar el nuevo viaje del Papa

Desde hace semanas, no hay intervención, ceremonia o desplazamiento de Benedicto XVI para los que no se trate de crear la expectativa de nuevas declaraciones sobre los casos de pederastia en la Iglesia, para denunciar inmediatamente después su silencio si esos pronunciamientos no han tenido lugar. Pero la estrategia no logra su objetivo.

E.R./ReL

La llegada de Benedicto XVI a Malta.
La llegada de Benedicto XVI a Malta.
No, al menos, en Malta, y no este sábado. El entusiasmo popular se desbordó en cuanto aterrizó en el aeropuerto de La Valletta en Luqa, superando el caos del tráfico aéreo en el que vive Europa por la erupción del volcán islandés, el avión que le trasladaba para una estancia de dos días en la isla.

Nada más ser recibido por el presidente George Abela al descender del avión a las cinco de la tarde, Benedicto XVI subió al papamóvil para dirigirse al Palacio de los Grandes Maestros de la capital maltesa para mantener un encuentro oficial.

Fue entonces cuando el mar de banderas vaticanas que habían acudido a recibirle acalló las críticas que algunos corresponsales estaban apuntando ya, por el hecho de que durante el vuelo, en el breve momento que compartió con ellos, el Papa no mencionase literalmente el tema de los abusos.

Dijo, eso sí, que «la Iglesia estaba herida por nuestros pecados», frase que, según afirmó posteriormente el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, se refería precisamente a los escándalos de pederastia.

La razón fundamental del viaje de Benedicto XVI a Malta es la conmemoración del 1950° aniversario del naufragio de San Pablo en la isla, que propición su evangelización. Hoy Malta es un país católico al 95% de su pequeña población de trescientos mil habitantes, que presume de sus 365 iglesias, una por cada día del año.

«Del naufragio surgió para Malta la suerte de tener la fe», comentó el Papa a los periodistas: «De este modo podemos pensar también nosotros que los naufragios de la vida forman parte del proyecto de Dios para nosotros y pueden ser útiles para nuevos inicios de nuestra vida.»

En la gruta de San Pablo
Posteriormente Benedicto XVI se trasladó a la Gruta de San Pablo en la localidad maltesa de Rabat, donde volvían a esperarle miles de fieles. Allí volvió a recordar el privilegio de la isla de haber tenido en el Apóstol de los Gentiles a su «padre en la fe cristiana».

«Gracias a su presencia entre vosotros», continuó, «el Evangelio de Jesucristo echó profundas raíces y fructificó no sólo en la vida personal, familiar y comunitaria, sino también en la formación de la identidad nacional de Malta, así como en su propia y dinámica cultura». Desde ese lugar quiso hacer un llamamiento a los malteses a «aceptar el desafío apasionante de la nueva evangelización», y lamentó una vez más «tantas amenazas contra el carácter sagrado de la vida humana, y la dignidad del matrimono y la familia».
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