SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS
Cardenal Amigo: «Es injusto que se tomen los tropiezos de la Iglesia como trofeos»
El cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, fue el encargado de la predicación del tradicional Sermón de las siete palabras ante una abarrotada plaza mayor de Valladolid, que atendió con fervor su prédica.
Miles de ciudadanos abarrotaron la Plaza Mayor de Valladolid para escuchar el tradicional y singular Sermón de las Siete Palabras pronunciado en esta ocasión por el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, quien se refirió en su predica a la importancia actual de la Iglesia, sobre la que señaló que si está «sucia» no hay que culpar a la institución «sino a la incuria de quienes no se purificaron de sus pecados».
Amigo hizo referencia a la situación actual de la Iglesia al llegar a la Séptima Palabra «En tus manos pongo mi espíritu» donde utilizó el símil del cardenal Marcelo González Martín en el que comparaba la Iglesia con «un mantel que se pone sobre el altar, que es Cristo, para ofrecer el sacrificio a Dios», informa Ep.
«Si los manteles están sucios, no eches la culpa de las manchas a los manteles sino a la incuria de quienes los pusieron que no se purificaron de sus pecado», señaló.
Durante su alocución, el arzobispo emérito de Sevilla consideró que «no es justo exhibir algunos tropiezos de los cristianos como trofeos a una batalla ganada a la Iglesia», una institución que está «viva», es «valiente» y «joven» y que, además, «mira con serenidad al pasado y no tiene miedo al futuro».
Amigo hizo referencia a la situación actual de la Iglesia al llegar a la Séptima Palabra «En tus manos pongo mi espíritu» donde utilizó el símil del cardenal Marcelo González Martín en el que comparaba la Iglesia con «un mantel que se pone sobre el altar, que es Cristo, para ofrecer el sacrificio a Dios», informa Ep.
«Si los manteles están sucios, no eches la culpa de las manchas a los manteles sino a la incuria de quienes los pusieron que no se purificaron de sus pecado», señaló.
Durante su alocución, el arzobispo emérito de Sevilla consideró que «no es justo exhibir algunos tropiezos de los cristianos como trofeos a una batalla ganada a la Iglesia», una institución que está «viva», es «valiente» y «joven» y que, además, «mira con serenidad al pasado y no tiene miedo al futuro».
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