Primera homilía de Benedicto XVI en la JMJ de Sidney
"Acercaos al abrazo amoroso de Cristo y reconoced la Iglesia como vuestra casa"
En el Barangaroo East Darling Harbour, Benedicto XVI, esta mañana, ha pronunciado una hermosa homilía en la Litúrgia de la Palabra que, ante cientos de miles de jóvenes, ha tenido lugar tras bajar del barco que le ha traido a la bahía de Sidney. Una homilía en la que ha hablado de ecología y de derechos humanos, de la Iglesia y de la fe, de la vida y de los más profundos anhelos de los jóvenes, de quienes los adulan y de quienes se han desvivido para transmitirles a Cristo, y con él, el amor por la vida.
(Cope.es) En el Barangaroo East Darling Harbour, Benedicto XVI, esta mañana, ha pronunciado una hermosa homilía en la Litúrgia de la Palabra que, ante cientos de miles de jóvenes, ha tenido lugar tras bajar del barco que le ha traido a la bahía de Sidney. Una homilía en la que ha hablado de ecología y de derechos humanos, de la Iglesia y de la fe, de la vida y de los más profundos anhelos de los jóvenes, de quienes los adulan y de quienes se han desvivido para transmitirles a Cristo, y con él, el amor por la vida. Estas son, en síntesis, las 16 propuestas que Benedicto XVI ha hecho esta mañana a los jóvenes de todo el mundo: 1. LA IGLESIA VUESTRA CASA: Veo ante mí una imagen vibrante de la Iglesia universal (…) A vosotros deseo ofrecer mi llamamiento: acercaos al abrazo amoroso de Cristo; reconoced a la Iglesia como vuestra casa. Nadie está obligado a quedarse fuera, puesto que desde el día de Pentecostés la Iglesia es una y universal. 2. FUISTEIS GUIADOS A LA VERDAD: Pensad también en vuestros abuelos y vuestros padres, vuestros primeros maestros en la fe. También ellos han hecho innumerables sacrificios, de tiempo y energía, movidos por el amor que os tienen. Ellos, con apoyo de los sacerdotes y los enseñantes de vuestra parroquia, tienen la tarea, no siempre fácil pero sumamente gratificante, de guiaros hacia todo lo que es bueno y verdadero, mediante su ejemplo personal y su modo de enseñar y vivir la fe cristiana. 3. ECOLOGÍA HUMANA: No sólo el entorno natural, sino también el social –el hábitat que nos creamos nosotros mismos– tiene sus cicatrices; heridas que indican que algo no está en su sitio. También en nuestra vida personal y en nuestras comunidades podemos encontrar hostilidades a veces peligrosas; un veneno que amenaza corroer lo que es bueno, modificar lo que somos y desviar el objetivo para el que hemos sido creados. 4. LAS TRAGEDIAS NO SON DIVERTIDAS: Los ejemplos abundan, como bien sabéis. Entre los más evidentes están el abuso de alcohol y de drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual, presentados a menudo en la televisión e internet como una diversión. Me pregunto cómo uno que estuviera cara a cara con personas que están sufriendo realmente violencia y explotación sexual podría explicar que estas tragedias, representadas de manera virtual, han de considerarse simplemente como «diversión». 5. SIN VERDAD, NO HAY NI LIBERTAD NI TOLERANCIA: Hay también algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia están frecuentemente separadas de la verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy difundida, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestras vidas. 6. EL RELATIVISMO DE LA MERA EXPERIENCIA: El relativismo, dando en la práctica valor a todo, indiscriminadamente, ha hecho que la «experiencia» sea lo más importante de todo. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación. 7. LA VIDA NO ES AZAR, SINO LIBERTAD: la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. 8. VERDAD, BIEN Y BELLEZA: Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad. 9. EL BAUTISMO NO ES UN LOGRO, SINO UNA GRACIA: Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser la Vía y, por tanto, también la Vida. Así, la «vía» que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia. Y el ingreso en esta vida, en el camino cristiano, es el Bautismo. El Bautismo no es un logro ni una recompensa: es una gracia, es obra de Dios. Por eso, al final del rito del Bautismo el sacerdote se dirigió a vuestros padres y a los participantes y, llamándoos por vuestro nombre, dijo: «Ya eres nueva criatura» (Ritual del Bautismo, 99). 10. SOIS CRIATURAS NUEVAS: Queridos amigos, en casa, en la escuela, en la universidad, en los lugares de trabajo y diversión, recordad que sois criaturas nuevas. No estéis ante el Creador solamente llenos de estupor, alegrándoos por sus obras, sino tened presente que el fundamento seguro de la solidaridad humana está en el origen común de cada persona, el culmen del designio creativo de Dios para el mundo. 11. NO DEJAR LA FE EN EL BANQUILLO: La tarea del testigo no es fácil. Hoy muchos sostienen que a Dios se le debe “dejar en el banquillo”, y que la religión y la fe, aunque convenientes para los individuos, han de ser excluidas de la vida pública, o consideradas sólo para obtener limitados objetivos pragmáticos. Esta visión secularizada intenta explicar la vida humana y plasmar la sociedad con pocas o ninguna referencia al Creador. Se presenta como una fuerza neutral, imparcial y respetuosa de cada uno. 12. IDEOLOGÍA LAICISTA: En realidad, como toda ideología, el laicismo impone una visión global. Si Dios es irrelevante en la vida pública, la sociedad podrá plasmarse según una perspectiva carente de Dios, y el debate y la política sobre el bien común se harán más a la luz de las consecuencias que de los principios enraizados en la verdad. 13. ECLIPSADO DIOS, ECLIPSADO EL BIEN: Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el «bien», empieza a disiparse. Lo que se ha promovido ostentosamente como ingeniosidad humana se ha manifestado bien pronto como locura, avidez y explotación egoísta. Y así nos damos cuenta cada vez más de lo necesaria que es la humildad ante la delicada complejidad del mundo de Dios. 14. DERECHOS HUMANOS: Los derechos humanos son universales, basados en la ley natural, y no algo que depende de negociaciones o concesiones, fruto de un simple compromiso? Esto nos lleva reflexionar sobre el lugar que ocupan en nuestra sociedad los pobres, los ancianos, los emigrantes, los que no tienen voz. ¿Cómo es posible que la violencia doméstica atormente a tantas madres y niños? ¿Cómo es posible que el seno materno, el ámbito humano más admirable y sagrado, se haya convertido en lugar de indecible violencia? 15. DIGNIDAD INNATA DEL HOMBRE: La preocupación por la no violencia, el desarrollo sostenible, la justicia y la paz, el cuidado de nuestro entorno, son de vital importancia para la humanidad. Pero todo esto no se puede comprender prescindiendo de una profunda reflexión sobre la dignidad innata de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, una dignidad otorgada por Dios mismo y, por tanto, inviolable. 16. ANHELO HUMANO Y OBRA DEL ESPÍITU: Nuestro mundo está cansado de la codicia, de la explotación y de la división, del tedio de falsos ídolos y respuestas parciales, y de la pesadumbre de falsas promesas. Nuestro corazón y nuestra mente anhelan una visión de la vida donde reine el amor, donde se compartan los dones, donde se construya la unidad, donde la libertad tenga su propio significado en la verdad, y donde la identidad se encuentre en una comunión respetuosa. Esta es obra del Espíritu Santo. Ésta es la esperanza que ofrece el Evangelio de Jesucristo.
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