DURANTE LA AUDIENCIA GENERAL
Benedicto XVI asegura que tras el Vaticano II se provocó un «utopismo anárquico»
Así lo afirmo Benedicto XVI ante unas doce mil personas que asistieron a la audiencia pública de los miércoles, que se celebró en la basílica de San Pedro y en el Aula Pablo VI del Vaticano y cuya catequesis dedicó a la figura de San Buenventura.
Recordando las respuestas del teólogo franciscano a las teorías de Joaquín de Fiore, que mantenía en aquella época medieval el comienzo de una nueva fase de la historia con la llegada de una «Iglesia del Espíritu» que se impondría a la Iglesia jerárquica, dijo que esa «idea del utopismo espiritual» se repitió también durante el Vaticano II (19621965).
«Sabemos que después del Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo era nuevo, que era otra Iglesia, que la Iglesia preconciliar había acabado y teníamos otra, completamente diferente», manifestó el Obispo de Roma. El Benedicto XVI agregó: «Un utopismo anárquico, pero gracias a Dios los timoneles sabios de la Barca de Pedro Pablo VI y Juan Pablo II defendieron de una parte la novedad del Concilio y al mismo tiempo la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de gracia».
Echando mano de Buenaventura, Benedicto XVI dijo también que Jesucristo es la última palabra de Dios y que no hay que esperar otro Evangelio u otra Iglesia. También señaló que la vida espiritual hasta la unión con Dios está articulada en tres vías: La «purgativa" o de purificación del alma; «la iluminativa», caracterizada por una fuerte vida de oración, y «la unitiva», que lleva al hombre a la experiencia íntima de Dios, informa Efe.
Concluida la audiencia saludó en varios idiomas. En español tuvo palabras de alientos para un grupo de Dos Hermanas (Sevilla, España), al que invitó siguiendo la enseñanza de San Buenaventura -franciscano como el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, presente en la audiencia- a continuar el camino cuaresmal de preparación para la Pascua «mediante la escucha atenta de la Palabra Divina, la práctica de la caridad y la purificación del corazón».
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