ANTONIO SACCO, FUNDADOR DE «FUTURE SHOCK»
«La ciencia ficción no puede dejar de afrontar los temas de naturaleza espiritual y ética religiosa»
A juicio del experto católico en ciencia ficción, Antonio Sacco, la mayoría de los autores de ciencia ficción se basan en el darwinismo, pero no pueden rehuir los asuntos religiosos, morales y espirituales.
Desde sus orígenes, uno de las componentes del hilo literario y cinematográfico de la ciencia ficción ha sido desarrollado y utilizado para fines cientificistas y antihumanistas. La ciencia y tecnología futuristas han asumido el estatus de leyenda a expensas de una humanidad que ha sido presentada como presa del nihilismo y de los planes del poder dictatorial. Sin embargo, existe también una corriente de la ficción que se define humanista y que tiene aspiraciones educativas.
El libro de Antonio Sacco «Ficción humanística» (Boopen) editado hasta ahora sólo en italiano, precisa que la ciencia ficción tiene «un objetivo instructivo en cuanto a forma narrativa que hace al lector consciente de las grandes cuestiones de la ciencia tales como el vuelo espacial, los universos paralelos, la inteligencia artificial y la ingeniería genética».
El profesor Antonio Sacco, es fundador y director editorial de la revista de ficción católica Future Shock .
- ¿Puede explicar cuál es el primer objetivo de la ciencia ficción?
- Para comprender la naturaleza y el objetivo de la ciencia ficción, es necesario ir a sus raíces que se hallan en el nacimiento de la ciencia moderna. Esta última ha provocado, como todos sabemos un shock cultural que el ser humano nunca había experimentado, a tal punto de dividirlo en dos grupos antagonistas: los que están de acuerdo y quienes se oponen a este género literario y cinematográfico.
Es fácil entonces comprender cómo la finalidad primaria de una obra de ciencia ficción sea la de discutir los problemas que resultan del impacto de la ciencia de nuestra sociedad, y de indicar así una posible solución. Por algo ha sido definida como una literatura de ideas. De ahí deriva un corolario muy importante: el sueño de un mundo mejor, la apertura a un horizonte utópico y, en los mejores ejemplos, la indicación de un fin trascendente que el hombre contemporáneo tiende a remover de la propia conciencia.
- ¿Qué quiere decir ciencia ficción humanista y en qué se distingue?
- Como le he dicho, no siempre el hombre común tiene una concepción positiva de la ciencia. Esta opinión es compartida también por algunos escritores de ciencia ficción como Edward M.Foster y su novela (The Machine Stops, 1909), donde se acusa a la ciencia de anular en los hombres cualquier capacidad de iniciativa. Afortunadamente además de las dos posiciones que existen - quienes enaltecen este género y quienes se oponen a él – existe una tercera: la que dice que la ciencia, como factor de humanización, de la cual habló el científico atómico y filosófico Enrico Cantore S.J. En su sabio libro editado en italiano «El hombre científico. El significado humanista de la ciencia». (Ed. Dehoniane, 1988).
Un ejemplo de ciencia ficción humanista nos ofrece la novela de Isaac Asimov «Lucky Starr y los océanos de Venus» (1954), cuyo protagonista David Lucky Starr, una especie de científico–filósofo, rico en valentía, espíritu de aventura, rectitud moral, de humanidad y de amor por el conocimiento –, manifiesta el influjo de la humanización de la ciencia al punto que sugiere recuperar al científico criminal Lyman Turner, antes que eliminarlo de la sociedad.
- ¿Qué relación cree que hay entre la ciencia, la ciencia ficción y la religión?
- La ciencia hoy parece aturdir al hombre. Es una especie de intoxicación que oscurece la mirada y lo distrae de otros horizontes. Desde aquí, la génesis de la crisis religiosa a nivel planetario, que ha golpeado al homo tecnologicus.
La ciencia ficción, por su estrecho lazo con la ciencia y por tener la característica de explorar a todo campo el futuro de la humanidad, no podía eximirse de afrontar los temas de naturaleza espiritual y ética religiosa, planteados desde el advenimiento de la ciencia. Se destaca entre todas las teorías del origen del hombre, que la mayor parte de los autores de ciencia ficción, a causa de su formación propositiva, explica recurriendo al darwinismo, una teoría que estudios recientes demuestran privada de fundamento, más allá que la experiencia en el laboratorio.
Otro tema frecuentemente debatido en la ciencia ficción es la presencia del mal en el mundo, como lo demuestran las novelas «Un caso de conciencia» (1963) de James Blish y «A Plague of Pythons» (1965) de Frederick Pohl.
- En un capítulo de su libro usted se refiere a la Iglesia católica en la narrativa de la ciencia ficción. ¿Nos puede ilustrar cómo está presente y por qué?
- La Iglesia católica está presente en la narrativa de la ciencia ficción por un doble motivo: El primero es que ésta, en el medioevo, no sólo promovió el estudio de la filosofía natural de Aristóteles, en la que destaca a san Alberto Magno y santo Tomás de Aquino sino que también alentó y sostuvo el nacimiento y desarrollo de las instituciones universitarias. Sin estas etapas fundamentales, como demostró Edward Grant en su brillante estudio «Los orígenes medievales de la ciencia moderna», no habría ocurrido nunca la revolución científica galileana, ni la ciencia moderna ni la civilización occidental.
El segundo motivo es que la Iglesia católica ha sido y es maestra de humanidad, particularmente en el momento histórico actual. De aquí, su presencia en las obras de ciencia ficción o para demostrar y exaltar la racionalidad de la fe cristiana, como el cuento de Anthony Boucher «En búsqueda de san Aquino» (1951), o para denigrar la figura de su fundador, Jesucristo, como en la novela de Michael Moorcock «INRI He aquí el hombre» (1969).
- En otro capítulo usted sostiene que la ciencia ficción ha sido utilizada para una obra de desprestigio de la Iglesia. ¿Nos puede explicar qué ha sucedido?
- El comportamiento irreverente del hombre hacia Dios, de la criatura hacia el Creador es algo tan antiguo como el mundo. Si pensamos en un personaje de mitología griega, Capaneo, uno de los siete reyes que asediaron Tebas, el cual, al subir los muros de la ciudad, retó con insultos a Zeus, quien lo abatió con un rayo. En la época moderna, tal actitud de soberbia, llamado por los antiguos hybris, ha crecido desmedidamente bajo el influjo del desarrollo científico-tecnológico que ha puesto en la mano del hombre el poder sobre la naturaleza y sobre los hombres que antes no tenía.
De aquí, el rechazo de lo trascendente. El hombre ha hecho de sí mismo un dios y ha reemplazado – como afirma Benedicto XVI en la encíclica Spe Salvi 2007 – la esperanza del reino bíblico de Dios con la esperanza del reino del hombre. La religión, en general, y la Iglesia Católica, en particular, son vistas como un obstáculo de verdadera felicida d humana que sólo la técnica y la ciencia moderna pueden realizar.
Muchos escritores de ciencia ficción tienen, como lo he dicho, una formación de básica de tipo positivista y se hacen, por ello, subastadores de una ideología antirreligiosa y anticristiana, como, pro ejemplo, la novela «Deus X» (1992) de Norman Spinard, donde la Iglesia católica no es el Cuerpo místico de Cristo sino una organización puramente humana, guiada por la papisa María I.
- ¿Cuáles son los méritos de la ciencia ficción humanista y en qué modo puede ser encaminada a un proyecto cultural católico?
- A pesar del éxito de tantas películas, entre ellas «Star Trek», «Blade Runner», «Independence Day» y la reciente «Avatar», la ciencia ficción escrita está todavía hoy en crisis. ¿Cuál es la causa? Creo que el hecho de ser homologada tout court como literatura de la trasgresión, de la desacralización y del nihilismo.
Ahora, las obras antiutópicas, catastróficas y pesimistas son útiles a la ciencia ficción hasta un cierto punto. A veces pueden convertirse en contraproducentes porque desencadenan en el lector un sentido de impotencia y de frustración y, al final, lo alejan de la misma ciencia ficción.
Con la idea de una «ciencia ficción humanista» he querido dejar un mensaje según el cual, para salir de la crisis actual, los escritores deben valorar la función más genuina de la ciencia ficción, que permita más construir que demoler, humanizar que envilecer, más a integrar que a dividir. Una ciencia ficción así de intensa me parece que puede tener todas las cartas en regla para poder entrar a hacer parte del proyecto cultural católico.
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