HOMENAJE EN ESTADOS UNIDOS
Austin Replay, el escritor de novelas policiacas que salvó del alcohol a cientos de sacerdotes
Es de esas historias que muestran la grandeza de la Iglesia ante las miserias de sus miembros. La influyente revista católica norteamericana «Catholic Digest» rinde homenaje al creador de Guest House, con un importante testimonio.
La revista católica norteamericana «Catholic Digest» dedica un amplio espacio en su último número a la figura de Austin Ripley y la institución fundada por él, la Guest House, dedicada a rescatar del alcoholismo y de otras adicciones a miembros del clero en riesgo de echar a perder su vida por esa plaga.
Austin Ripley fue un periodista y escritor de novelas policiacas extraordinariamente popular en los años 30 en Estados Unidos. Sus relatos de intriga titulados Minute Misteries se publicaban en 170 periódicos del país, y además eran considerados muy útiles en las escuelas por su inglés sencillo y expresivo.
Pero ese éxito profesional escondía también una continua lucha con el alcohol. Ripley logró superar esa dependencia en 1942, pero, católico convencido como era, percibió una necesidad social en ayudar a clérigos que padecían ese mismo problema. Cinco años después se puso en marcha y creó el embrión de la futura institución, aunque pronto se dio cuenta de que la peculiaridad sacerdotal exigía una atención también peculiar.
«Salvar a la persona es salvar la vocación», era su lema, y con ese objetivo fundó en 1951 la primera de las Guest House (literalmente, «casa de huéspedes»), aunque oficialmente es en 1956, con la inauguración de la sede de Lake Orion (Michigan), cuando se considera que nace la iniciativa. La casa matriz pertenecía a un magnate de la prensa que tuvo que venderla por una décima parte de su valor, y que sufragaron el mismo Ripley y la archidiócesis de Detroit.
En este medio siglo largo más de 9.000 sacerdotes, religiosos y religiosas (se abrió un centro para ellas en 1994) han sido atendidos en sus diversas casas, con un porcentaje de éxitos en torno al 75%.
En el citado número de «Catholic Digest» cuenta su experiencia el padre Bill, quien destaca cómo la Guest House le permitió recuperar la autoestima cuando fue enviado allá por su obispo, como última solución a su problema: «Comprendí que yo no era una mala persona, sino una persona enferma que estaba intentando mejorar». El padre Bill dejó de beber en 1975, y celebra con su artículo treinta años de sobriedad, ahora que, ya retirado y aquejado desde hace seis de la enfermedad de Parkinson, echa la vista atrás y evoca sus malos momentos.
Aunque también los buenos: en 1985 intervino, como experto en alcoholismo y drogas, en la primera sesión del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, nada menos que ante la madre Teresa de Calcuta. En 1991 el cardenal Fiorenzo Angelini le invitó a contar su caso ante Juan Pablo II.
«La Guest House salvó mi vida», titula el padre Bill su artículo, en un homenaje a Austin Ripley, un hombre que apostó por una labor discreta pero necesaria al servicio de la Iglesia mientras quedaban en el tintero, sin resolver, los múltiples crímenes ideados por su fértil imaginación.
Austin Ripley fue un periodista y escritor de novelas policiacas extraordinariamente popular en los años 30 en Estados Unidos. Sus relatos de intriga titulados Minute Misteries se publicaban en 170 periódicos del país, y además eran considerados muy útiles en las escuelas por su inglés sencillo y expresivo.
Pero ese éxito profesional escondía también una continua lucha con el alcohol. Ripley logró superar esa dependencia en 1942, pero, católico convencido como era, percibió una necesidad social en ayudar a clérigos que padecían ese mismo problema. Cinco años después se puso en marcha y creó el embrión de la futura institución, aunque pronto se dio cuenta de que la peculiaridad sacerdotal exigía una atención también peculiar.
«Salvar a la persona es salvar la vocación», era su lema, y con ese objetivo fundó en 1951 la primera de las Guest House (literalmente, «casa de huéspedes»), aunque oficialmente es en 1956, con la inauguración de la sede de Lake Orion (Michigan), cuando se considera que nace la iniciativa. La casa matriz pertenecía a un magnate de la prensa que tuvo que venderla por una décima parte de su valor, y que sufragaron el mismo Ripley y la archidiócesis de Detroit.
En este medio siglo largo más de 9.000 sacerdotes, religiosos y religiosas (se abrió un centro para ellas en 1994) han sido atendidos en sus diversas casas, con un porcentaje de éxitos en torno al 75%.
En el citado número de «Catholic Digest» cuenta su experiencia el padre Bill, quien destaca cómo la Guest House le permitió recuperar la autoestima cuando fue enviado allá por su obispo, como última solución a su problema: «Comprendí que yo no era una mala persona, sino una persona enferma que estaba intentando mejorar». El padre Bill dejó de beber en 1975, y celebra con su artículo treinta años de sobriedad, ahora que, ya retirado y aquejado desde hace seis de la enfermedad de Parkinson, echa la vista atrás y evoca sus malos momentos.
Aunque también los buenos: en 1985 intervino, como experto en alcoholismo y drogas, en la primera sesión del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, nada menos que ante la madre Teresa de Calcuta. En 1991 el cardenal Fiorenzo Angelini le invitó a contar su caso ante Juan Pablo II.
«La Guest House salvó mi vida», titula el padre Bill su artículo, en un homenaje a Austin Ripley, un hombre que apostó por una labor discreta pero necesaria al servicio de la Iglesia mientras quedaban en el tintero, sin resolver, los múltiples crímenes ideados por su fértil imaginación.
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