MONSEÑOR MAURO PIACENZA, SECRETARIO DEL CLERO
«Ojalá todos los sacerdotes fuésemos "explotados" por los fieles» en la confesión
El alma del sacerdote debe tener «una musculatura interior de Rambo», que sea alimentada con «la oración, la vida interior y la verdadera motivación». Esta es la visión del secretario para la Congregación del Clero, monseñor Mauro Piacenza, en el contexto del año sacerdotal, el cual se clausurará el próximo 11 de junio en la basílica de San Pedro.
Monseñor Mauro Piacenza se refirió al congreso titulado «Fidelidad a Cristo, fidelidad del sacerdote», que se efectuará los días 11 y 12 de marzo en la Pontificia Universidad Lateranense. También habló del Encuentro mundial de sacerdotes, que presentará varias actividades académicas y litúrgicas en las cuatro basílicas mayores de Roma, del 9 al 11 de junio.
La organización de ambos encuentros está a cargo de la Obra romana de peregrinaciones, dependiente del Vicariato de Roma, órgano de la Santa Sede. Temas como la cristología, la identidad sacerdotal, los desafíos que enfrentan estos hombres en la cultura contemporánea, la liturgia, el celibato y la actividad pastoral, serán tratados en dichos eventos que estarán dirigidos no sólo a sacerdotes sino también a seminaristas, diáconos permanentes y laicos.
El viernes 11 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús del año próximo, se clausurará el año sacerdotal con la celebración de la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, presidida por el Papa Benedicto XVI.
Frutos maduros
Monseñor Piacenza aseguró que durante este año conmemorativo, del cual van ya transcurridos cinco meses, muchos sacerdotes se han renovado en su vocación y aclaró que «por renovación no se entiende revolución» sino «renovación interior», es decir, un descubrimiento de las fuentes y de la vocación al sacerdocio. Indicó que en este año se debe «expresar la gracia por un servicio que tantas veces se hace escondido», refiriéndose a las actividades pastorales y litúrgicas que desempeñan tantos sacerdotes.
Señaló monseñor Piacenza que son varios los aspectos de la vocación sacerdotal que se pretenden resaltar. En primer lugar, la adoración eucarística: «lo primero que debemos hacer es orar», aseguró el secretario para la congregación del Clero.
Destacó también el papel que están realizando varias diócesis en el mundo, muchas de las cuales han dado un especial énfasis en las jornadas de adoración al santísimo por la santidad de los sacerdotes.
Ejemplo de los santos
«Los sacerdotes a veces deben remar contra corriente», dijo monseñor Piacenza, hablando «en sentido evangélico, es decir, hacer guerra, pero de santidad». Invitó a recordar la figura del llamado santo Cura de Ars: «¿Qué hizo de extraordinario?» se preguntó. «Nada», respondió. «Lo centró todo en su vocación: las obras pastorales, la eucaristía y la confesión».
Respecto al sacramento de la confesión, monseñor Piacenza afirmó: «Ojalá todos los sacerdotes fuésemos “explotados” por los fieles». Refiriéndose a san Juan María Vianney indicó que «no tenía dotes particularísimas de inteligencia», pero «fue un pastor excepcional. No se licenció en pastoral», porque la labor de un sacerdote se aprende especialmente «con el amor de Dios».
Igualmente, aseguró que en este año se quiere resaltar el aspecto de la maternidad espiritual, recordando el ejemplo de Santa Teresita del Niño Jesús, quien ofreció tantas oraciones, sacrificios y mortificaciones por la santidad de muchos sacerdotes, hasta el punto de ser declarada patrona de las misiones, pese a su condición de religiosa de clausura.
«Ella fue una madre dentro de la comunidad del Carmelo. Se convirtió en el ángel de la guarda de muchos sacerdotes», aseguró monseñor Piacenza. El secretario de la Congregación para el Clero indicó que en la historia reciente de la Iglesia no se ha realizado dedicado nunca un año a los sacerdotes.
No obstante, en ocasiones anteriores se han realizado varios encuentros internacionales, entre 1996 y 2004 que han tenido lugar en Fátima (Portugal), Yamusukro (Costa de Marfil), Guadalupe (México), Tierra Santa, Roma (en ocasión del Jubileo de 2000) y Malta.
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