Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Mueren niños de hambre por corrupción e ineficacia: eso se cambia con proyectos a largo plazo

Manos Unidas, contra el hambre en la Guajira colombiana: la importancia del trabajo en equipo

La Guajira colombiana tiene amplias zonas áridas de población indígena
La Guajira colombiana tiene amplias zonas áridas de población indígena empobrecida... la solución es compleja

ReL

¿Cómo es posible que en un país tan fértil como Colombia mueran niños de hambre y la ONG Manos Unidas (www.manosunidas.org), de la Iglesia española, actúe allí contra el hambre? Es la situación de la región de La Guajira, al norte del país, con unos 900.000 habitantes de los que un 40% son indígenas. Esta zona incluye amplias sabanas y una parte de estepa árida o semiárida al norte y el este, con una vegetación de cactus y espinos. La temperatura cada día es de entre 35 y 42 grados.
 
Siempre fue la zona más seca de Colombia, pero desde 2012 vive una durísima sequía. Además, hay quien acusa a las empresas mineras de desviar los  flujos de agua, impidiendo los cultivos. (Así lo denuncia el periodista Gonzalo Guillén en su documental El río que se robaron).



Bebés muertos que nadie registra ni cuenta
El caso es que los niños mueren de hambre. ¿Cuántos? No hay forma de contarlo.  La Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas dice que han muerto unos 5.000 en los últimos 8 años. El gobierno regional tiene contabilizados 200 específicamente de hambre, pero admite que mueren muchos bebés que nadie registra ni notifica.

Cuando los periodistas acuden a las comunidades en el desierto, cada familia afectada confirma que se le han muerto dos o tres niños en los últimos años y que no lo notificaron a ninguna autoridad: están lejos y no sirve de nada. El Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, da un dato de 20012: de cada mil menores de un año nacidos vivos, el 31% murió. De cada mil menores de 5 años, el 39% falleció. No se detalla la causa de la muerte.



La corrupción y la ineficacia devora las ayudas
El Gobierno tomó nota ya en 2012 y anunció grandes planes de ayuda y alimentación y se destinaron cantidades importantes a fundaciones y organizaciones que trabajasen sobre el terreno, pero según parece la corrupción se ha comido la mayor parte de esos fondos.

"Además de los altísimos índices de corrupción, el acceso a los derechos fundamentales mínimos no se cumple y se violan todos los derechos humanos”, denuncia Jorge Otálora, defensor del Pueblo.



Ayudar a quien sabe trabajar con estos pueblos
Hay problemas de corrupción, de coordinación, de trabajo eficaz con las comunidades sobre el terreno... Por eso Manos Unidas trabaja allí con la fundación FUCAI (fucaicolombia.org), que tiene 28 años de experiencia y el Premio Bartolomé de las Casas que da el Gobierno español, y con Ruth Chaparro, su cofundadora, galardonada con el Premio Cafam a la Mujer y ostenta 3 décadas de experiencia en el trabajo con comunidades indígenas y empobrecidas.


  Ruth Chaparro, de Fucai,
la asociada de Manos Unidas en Colombia

 
El lema de Manos Unidas este año 2017 en su campaña contra el hambre es: "El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida". Ruth Chaparro lo confirma: hay comida en Colombia, pero la corrupción, la desidia, la ambición y la ineficacia impiden que llegue a los indígenas y los niños. FUCAI, Manos Unidas y su socia alemana Misereor (la ONG católica alemana de ayuda al extranjero) comenzaron a trabajar juntos hace unos años con indígenas del río Igaraparaná, en la Amazonía.

"Las familias pasaron de sembrar 5 especies a 45. Hoy tenemos más de 3.000 hectáreas establecidas, que alimentan a más de 800 familias, y este modelo se está implantando ahora en comunidades de Brasil y de Perú". Pero se ha tratado de un proceso "a largo plazo, integral, sin paternalismo, sin generar dependencia", respetando las costumbres locales y colaborando con la Iglesia local, el vicariato de Leticia (70.000 habitantes, 12 parroquias). 


   Un ejemplo de la eficacia de la renovación agrícola que Manos Unidas, Fucai y el vicariato de Leticia han logrado en comunidades amazónicas

En marcha con la Guajira
Cuando Ruth Chaparro llegó después a la Guajira quedó impresionada por la pobreza y la muerte que vio, a pesar de que la región es más rica que la media del país. FUCAI y Manos Unidas han empezado a trabajar en 33 comunidades... pero hay más de 4.000. Y han visto que el problema es "estructural y muy complejo". No se resuelve repartiendo lotes de comidas... que muchas veces no llegan al lugar, o no son adecuadas para los desnutridos, o no se reparten bien, o dañan las relaciones comunales. 
 
Es necesario formar a los líderes indígenas y establecer lazos eficaces con las autoridades. "Este desastre hace 30 años que se da, aunque se haya agravado en los últimos seis. El hambre mata más, y con más dolor, que la guerra", denuncia Chaparro. No bastan dos reuniones: los acuerdos eficaces requieren tiempos largos, esa es nuestra experiencia. Contra la corrupción e ineficacia, hay que crear entidades de control, y acompañamiento jurídico.

"Unos dicen 'el Gobierno es corrupto' y otros dicen 'los indígenas son perezosos e ineficaces'. Eso no ayuda y no es cierto. Ni todos los funcionarios son corruptos ni todos los indígenas son ineficaces. Hay que romper los prejuicios. Por eso apoyamos el lema de este año: no es tanto la comida, como el compromiso". 

Una advertencia de la Biblia que estremece
Ruth Chaparro finaliza con una cita bíblica que hace estremecer. "Vencer al hambre es un asunto de justicia y seremos juzgados. En el juicio final nos dirán: 'Venid, benditos de mi padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber'... o nos dirán 'id al fuego eterno, porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, tuvisteis las herramientas, las posibilidades y no actuasteis". Esta falta de compromiso, esa inacción, es la que Manos Unidas anima a superar.

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