Jueves, 26 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

SEGÚN UN ESTUDIO NORTEAMERICANO

La mayoría de los jóvenes no distingue al Dios de la Biblia de otros dioses

Cómo atraer a los jóvenes al cristianismo es algo que está hoy en la mente de casi todos los líderes de la Iglesia. No es un secreto que un gran número de adultos jóvenes no pertenecen a ninguna iglesia, pero esto no significa, según un reciente libro, que sean insensibles.

John Flynn, LC/ReL

En «Lost and Found: The Younger Unchurched and the Churches That Reach Them» (Perdidos y encontrados: Los jóvenes sin iglesia y las iglesias que logran tocarles) (B. and H. Publishing Group), Stezzer, Richie Stanley y Jason Hayes, lanzan una mirada a «los que andan por los veinte años» y analizan cómo algunas iglesias se esfuerzan por entrar en contacto con una generación que es notoriamente renuente a comprometerse con la religión institucional.
 
En su estudio consideraban a estos jóvenes sin iglesias dividiéndolos en varias categorías con el propósito de hacer su análisis. Estaban los que nunca se han implicado con ninguna iglesia, aquellos que dejaron la práctica de la religión tras la infancia, y aquellos que se muestran amistosos u hostiles hacia las iglesias. No es un estudio basado en una sola iglesia cristiana, sino más bien una mirada a cómo los adultos jóvenes interactúan con el cristianismo.
 
Los datos del libro proceden de varias encuestas llevadas a cabo del 2006 al 2008. Hay una división de 40/60 entre los de 20 a 24 años, y los de entre 25 y 29 años. Cerca de la mitad son graduados universitarios, y ocho de cada nueve han recibido alguna educación tras la secundaria.
 
Como en otros estudios con gente joven, quienes contestan suelen replicar que son espirituales, aunque no siempre religiosos. Así, el 43% de los que no tienen iglesia afirmaba que eran espirituales, y otro 31% afirmaban que eran tanto espirituales como religiosos a pesar de la falta de asistencia regular a una iglesia específica.
 
También resultó  que más del 60% de ellos informaron que habían asistido semanalmente a la iglesia cuando estaban creciendo. Así, resultó que muchos de los que no pertenecía a ninguna era más correcto considerarlos como pertenecientes a alguna, comentaban los autores.
 
El libro detalla algunas de las creencias de estos jóvenes. Cuatro de cada cinco creen que existe un ser supremo y tres de cada cuatro proclaman que la existencia de Dios tiene o tendría un impacto en sus vidas.
 
Este resultado inicial, sin embargo, necesita clarificarse comprendiendo en qué  clase de Dios creen. Mientras que la mayoría respondieron que creen en el Dios descrito en la Biblia, al mismo tiempo, cerca del 58% respondieron que el Dios bíblico no se diferencia de los dioses o seres espirituales adorados por otras religiones como el Islam y el budismo.
 
De hecho, el concepto que concita mayor acuerdo entre los jóvenes adultos espirituales y no espirituales fue que el Dios de la Biblia no era diferente de otros dioses.
«Espirituales o no, la mayoría está de acuerdo en un Dios blando», observaban los autores. «Simplemente una abundancia de confusión espiritual penetra el sistema de creencias de los jóvenes que no pertenecen a ninguna iglesia».
 
Educación y creencia
En cuanto a la diferencia según grupos étnicos, el 98% de los jóvenes afroamericanos coinciden en que Dios existe, mientras que el 84% de los hispanos también lo afirman. Entre los anglosajones el 76% cree en Dios.
 
Los resultados más interesantes surgen cuando se comparan los efectos de la educación sobre las creencias. Era menos probable que quienes tenían educación universitaria creyeran que Dios existe; el 79% en comparación con el 94% de aquellos con instituto o menos instrucción. La coincidencia de que sólo el Dios de la Biblia existe fue de únicamente el 53% entre los más instruidos; entre los menos, fue del 85%. Una menor educación también lleva a un mayor acuerdo sobre el hecho de que la existencia de Dios afecta a la propia vida.
 
La encuesta seguía después examinando lo que piensan sobre Jesús. Se les hicieron dos preguntas: si creían en la resurrección; y si creer en Jesús marcaba una diferencia positiva en la vida de una persona.
 
Cerca de dos tercios de aquellos que no pertenecen a ninguna Iglesia coincidían en que Jesús murió y volvió a la vida. Y un 77% contestaban afirmativamente a la segunda pregunta. Los investigadores concluían, por tanto, que la mayoría de los jóvenes permanecen lejos de la iglesia no porque tengan problemas para creer en Dios o en Jesús.
 
En cuanto a las opiniones sobre la iglesia, las reacciones no son tan favorables. Mientras que el 73% está de acuerdo con que la iglesia cristiana es generalmente algo positivo para la sociedad, cerca de dos tercios acusaban a los creyentes practicantes de ser hipócritas y el 90% afirmaban que podían tener una buena relación con Dios sin estar vinculado a una iglesia.
 
No es sorprendente que los no vinculados a ninguna iglesia sean hostiles cuando se trata de las iglesias, observaban los autores, pero las encuestas revelan que la mayoría está abierta a escuchar a sus amigos hablar sobre el cristianismo. De hecho, el 89% declaraban que estaban dispuestos a dejar que alguien les hablara sobre el cristianismo.
 
Por otro lado, apenas la mitad decía que si un amigo se hiciera cristiano esto tendría un efecto positivo en su relación. No todo es positivo, sin embargo, puesto que el 46% estaban de acuerdo con la afirmación «los cristianos me sacan de los nervios».
 
Entrar en contacto con las iglesias
La última parte del libro examina lo que algunas iglesias hacen para atraer a los no afiliados a ninguna iglesia. Los autores identificaban nueve características comunes a estos diversos esfuerzos:
 
Crear una comunidad más profunda por medio de un sistema de grupos más pequeños que permita a las personas conectarse unas con otras.
 
Permitirles marcar la diferencia al llevar a jóvenes a ser vir en actividades voluntarias.
 
Proporcionar oportunidades para el culto que reflejen la cultura y también la reverencia a Dios.
 
Establecer una comunicación eficaz que varía en estilo pero que es más conversacional que la predicación.
 
Predisposición a utilizar el lenguaje de la tecnología familiar a los jóvenes.
 
Construir relaciones intergeneracionales constructivas uniendo a adultos jóvenes con adultos más ancianos que las desafíen a madurar.
 
Liderazgo honesto y auténtico.
 
Dejarse guiar por la transparencia y por un sentido personal de humanidad.
 
Una postura de equipo ante el ministerio.
 
Al explicar de modo más detallado el punto que habla de dar a la gente la oportunidad de hacer trabajo voluntario, los autores comentaban que a través de estas actividades caritativas no sólo se ayuda a los receptores, sino que las vidas de los voluntarios cambian. Los jóvenes de hoy tienen un gran deseo de cambiar el mundo, añadían, y quieren formar parte de proyectos.
 
En el pasado muchas iglesias protestantes exigían a la gente que fuera miembro de la iglesia para participar en el trabajo de voluntariado. Sin embargo, el libro explicaba que las iglesias cada vez más dan a las personas la oportunidad de servir antes de que se unan. Muchos de estos recién llegados llegan a unirse a grupos de iglesia después de haber hecho una conexión inicial a través de actividades de voluntariado.
 
Comunicar
Los autores entraban también en detalle respecto al uso de la tecnología de los medios modernos para atraer a los jóvenes. Hasta hace un tiempo, pocas iglesias apreciaban suficientemente el impacto de los cambios en la comunicación.
 
Tener presencia en línea puede cambiar la forma en que la gente piensa sobre la iglesia, disipando mitos y llevándolos a unirse a la misma. Usar vídeo clips, redes sociales y otros instrumentos permite que la gente sin afiliación a alguna iglesia vea a los auténticos creyentes y lo que hacen con sus vidas y el papel que juega su fe.
 
La tecnología debe estar al servicio del Evangelio, advierten los autores, por lo que es necesario que se utilice para llevar el mensaje y que no se convierta en un instrumento de sí misma.
 
Al concluir, los autores animaban a un mayor esfuerzo para conectar a los adultos jóvenes con Dios y la iglesia. Si esto se pudiera lograr, el mundo podría cambiar. Están buscando algo que puede encontrarse en el cristianismo, por lo que debemos encontrar la forma de volverlos a acoger en la iglesia.
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